Capitulo 13

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La pintura del atardecer se exhibe sobre toda la ciudad, encima de todos los ciudadanos que la ignoran por estar concentrados en las banalidades de sus vidas, frente a dos jóvenes que descansan en el césped del patio de una casa, ambos estando rodeados de un pequeño jardín que día a día se mantiene vivo gracias a los cuidados de uno de ellos, quien trata de evitar que sus flores sean hurtadas por el otro, que tiene el insignificante deseo de llevarlas a su propio refugio, la zona muerta de su alma.

Jay observa el cielo, los rayos de sol dorado desteñidos y las nubes blancas que lo adornan, hasta que termina por contemplar cada detalle del rostro de la persona que está a su lado, durmiendo plácido y en paz, sin darse cuenta de que toda la atención de su vecino recae en él, que descansa bajo el atardecer del planeta donde ambos habitan.

Sunoo está a su costado, sereno, callado y en paz, viéndose igual a ese pequeño príncipe del libro con el cual espera ayudarlo a hacer un ensayo.

Y él lo admira atento, su corazón embelesado por ver lo precioso y etéreo que se ve ante sus ojos; emocionado porque no hay nada más magnífico que ver a ese muchachito rubio dormir ajeno a los problemas que han caído sobre su espalda y hombros después de haber ido con el médico que llevaba el control de su enfermedad.

El menor se muestra distinto, pero pese a lo abatido que se ve para su hyung sigue luciendo perfecto, como las estrellas que iluminan la constelación de su vida, esas que relucen frente al asteroide donde alguna vez los dos piensan ir.

Cuando la injusta del destino se encargue de separarlos.

— Pareces un zorro que duerme —Jay tiene en sus manos una libreta llena de garabatos que él mismo ha tachado mientras trata de escribir la letra de una canción —. Y te ves feliz cuando lo haces —se dice, en un susurró qué pasa desapercibido por el resto del mundo, pero no para las flores que cuida en el jardín ni para las que están ya cortadas, resguardadas en una cubeta vacía que el otro ha traído desde casa.

Ahora que tiene a su odioso vecino sin causar daños, sin molestar o irritar, se ha tomado el tiempo para empezar a componer el tema que piensa presentar en el festival de invierno que su instituto realizará cuando la época de otoño acabe por fin.

Finalmente tiene la grandiosa oportunidad y no puede desperdiciarla, pues esa es la primera ocasión –de muchas que antes ya ha tenido– en la que ve a Sunoo dormir tan contento, que esa sonrisa dulce en sus labios parece darle la señal de que está teniendo un buen sueño.

Como si dentro de ellos se sintiera mejor.

¿Con qué soñará?

Se pregunta él, interesado por descubrir la causa por la que su vecino de la casa de al frente se ve tan adorablemente feliz cuando duerme. La duda le genera demasiada intriga, piensa en cientos de razones por las que ese muchachito pueda encontrarse amando en el mundo de Morfeo, pero por más que trate de hallar la indicada, no hay una que sea la correcta o encaje con lo que muestra ante el mundo, como para asumir de qué se trata. Al final, se da la simple idea de que está teniendo un buen descanso y por eso luce tan pequeño, bonito e indefenso.

Como si su vida real no le gustara.

— Luces igual que un zorrito de invierno al dormir —continúa, buscando sentarse en el césped para tener mejor comodidad al escribir. Cuando menos se lo espera ya tiene un par de frases anotadas—. Eres feliz mientras lo haces, como si tuvieras un buen día… ¿lo tuviste? —aparta unos instantes su mirada de la hoja rayada y observa al menor, esperando la respuesta que no obtendrá de este—. Espero que sí, porque ahora que te veo conmigo estoy teniendo un buen día… deseo que los tengas.

Ladrón de Flores (Jaynoo) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora