Capitulo 20

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Jay está solo en el jardín.

Después de un tiempo por fin ha tenido la valentía y el coraje suficiente para regresar a ese pequeño lugar que está invadido por flores y hierbas. Luego de haberse perdido unos días en el dolor de su corazón, de los recuerdos que perdió y de todo lo que su amada abuela le dejó, él finalmente ha logrado ir al jardín para cuidarlo con sus propias manos.

No hay una razón específica por lo que de repente ha cambiado de opinión, solo ha sentido el deseo de hacerlo, pues entre los últimos días un remordimiento en su pecho le dice que algo no estaba bien. Había algo, un insignificante detalle que le decía en súplicas silenciosas que algo no estaba bien, y es por eso que ahora a vuelto a ese lugar que le pertenece a él, ese que fue suyo desde el primer día en que la abuela le pidió que le ayudara a cuidarlo, ese que es solamente suyo y de un jovencito rubio que desde hace varios días no se ha asomado por allí con un par de tijeras y una cesta en vacía en manos para avisarle que comenzará con su nueva travesura.

Ahora, luego de haber cerrado la cicatriz que la muerte le dejó, ha vuelto a su mundo; el pequeño espacio que la tierra le dejó para sentirse pleno, para enamorarse sin condición.

— Zorro de... invierno.

Y mientras está allí, sentado sobre el césped, debajo del cielo nublado, con el viento que atrae la bienvenida del invierno, se encuentra concentrado, con su vieja libreta en manos y un lápiz que tacha los cientos de ideas buenas y malas que tiene para el nombre de su nueva composición. Esa canción que alguna vez, cuando apenas el anochecer llegaba al patio de su casa, escribió en compañía de un pequeño cachorro de osezno que junto a su lado durmió.

Jay ahora está allí, poniéndole un nombre a esa letra que describe de inicio a fin lo que aquel precioso chico le hace sentir. Se encuentra en medio del jardín, acompañado por muchísimas flores de tallos frágiles y colores vivaces que desde hace ya dos semanas su vecino no ha vuelto a robar. Se encuentra en ese lugar, siendo abrazado por el invierno y por su frialdad, por la brisa helada y por lo deprimente que de repente se ha vuelto el clima. Permanece en ese espacio recóndito y valioso de sus recuerdos, tratando de encontrar un nombre adecuado para describir en simples versos y melodías ya hechas lo que cierto príncipe rubio le hace sentir.

El guardián del jardín está allí, pensando en una tonta excusa para poder hablar con Sunoo, pues sabe que antes lo lastimó, lo alejó y lo dejó ir con lágrimas bañando sus bonitos ojos de ruiseñor. Y como hasta la noche de hace dos semanas lo entendió, luego de escuchar la sirena de una ambulancia pasar frente a su casa, es que busca una razón para convencer al menor de volver a su lado.

El jóven chico está allí, pensando en que necesita a Sunoo.

Lo necesita tanto, que mientras escribe su última opción para el nombre de la canción, la inquietud clavada en su pecho solo se inserta más en él, como si la realidad de su vida lo estuviera golpeando una vez más. Igual que aquella tarde donde la abuela murió y él tenía la intención de declararse, de decirle a su tonto vecino de la casa de al frente que lo amaba.

Se ha dado cuenta de tanto, que cuando termina de escribir dos simples palabras, el nombre «Winter Fox» no le parece estúpido, sino la perfecta personificación de que lo que quiere que el rubio sea para él.

Jay desea tanto. Ama tanto a Sunoo que ahora que él no ha vuelto, ahora que no lo ha vuelto a ver pues él nunca regresó a la escuela y a su jardín, siente que lo necesita a su lado, volviendo a donde alguna vez lo observó dormir en paz y serenidad, como si estuviera realmente feliz porque ellos dos estaban juntos.

Y él sabe que es así, que de alguna u otra forma, aún con todos sus reproches, sus quejas y su última discusión, Sunoo era extremadamente feliz cuando estaba a su lado.

Ladrón de Flores (Jaynoo) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora