— Hyung
Sunoo aparece y a pasos lentos se adentra al pequeño paraíso que es el bello jardín el cual su adorable vecino cuida desde hace un par de semanas.
Con los hombros caídos y una sombra oscurecida como bolsas bajo los ojos se aproxima hacia donde él está, cerca de las rosas blancas que por fin han tenido la valentía de crecer ese día. Su mirada se percibe deprimida, el brillo tímido de lamento que posee en sus iris lo delata; más, sin embargo, el otro no logra ver nada de ese abismo de pesadillas y desolación, porque el muchachito de cabellos de sol dorado sabe ocultarlo bien tras la sonrisa de sus labios, esa curvilínea línea que trazó por cuenta propia luego de salir del hospital aquel día.
Nada está funcionando y lo sabe.
Pero no piensa decir nada, ni siquiera la decisión que tomó sobre el destino de su vida.
— ¿Fuiste a ver a la abuela esta semana? —Jay ni siquiera voltea a verlo, su mente y cuerpo están concentrados en dar toda su atención a las flores. Como las rosas color pureza ya han germinado debe buscar la forma de cuidarlas y evitar que se marchiten, por lo tanto perder el tiempo con su molesto vecino no es una opción.
Después de todo, Sunoo siempre llega por lo mismo, ya es una costumbre.
— Sí —responde el otro, después de ir al cobertizo por un par de tijeras y alguna cubeta vacía para transportar las plantitas que llevará con él esa tarde—. Si tiene curiosidad, ella está bien, algo cansada pero se encuentra estable.
— El doctor dijo que últimamente sólo duerme… ¿es cierto?
— Depende de cómo lo vea, hyung. Dormir puede ser algo bueno como malo —cuando por fin llega hasta donde el mayor se encuentra, el rubio se coloca a su par, casi rozando sus hombros. Un escalofrío recorre su espina dorsal en el segundo en que lo hacen, como una corriente de electricidad que los conecta a ambos al juntarse y estar juntos. Jay sigue sin verlo, pero está seguro de que ha hecho una mueca entre sus delgados labios.
— ¿Cómo estás seguro de eso? —le pregunta, irritado, temeroso y ansioso.
Sunoo prepara la tijera y la coloca entre el tallo de la rosa, su pecho se encoge cuando nota las espinas crecientes. Luego, cuando respira hondo, realiza el primer corte y la separa de su cuerpo verdoso, así como de su raíz, la fuente de su vitalidad.
— Dormir significa descansar, hyung —expresó—. Si duerme puede relajarse y olvidarse de todo, por eso es bueno.
— ¿Y la parte mala?
— Cuando duerme puede correr el riesgo de jamás despertar, así que también puede ser malo, y si eso pasa podría perder la oportunidad de despedirse o ver a sus seres queridos una vez más —dejando la rosa ya cortada en el interior de la cubeta, el ladronzuelo repitió el acto con otro más, seguida de una tercera hasta haber cortado cuatro en total—. No lo sé… creo que depende de qué tan profundo sea el sueño y que tanto es lo que desee descansar, porque nunca sabe si será eterno o sólo un par de minutos —mientras cometía su fechoría el otro se mantuvo callado, sin hacer ningún ruido, sólo escuchando—. Pero, hyung, la abuela siempre despierta, supongo que es algo bueno.
— ¿Y si un día deja de hacerlo?
— ¿Qué ya no despierte?
Jay asintió, girándose de golpe para ver a su pequeño vecino que se había detenido, debido a que se cortó el dedo con una espina. Para sorpresa del cuidador del jardín no hizo ningún tipo de sonido que evidenciara su herida, solamente permanecía estable, con el rostro cabizbajo y una línea recta entre los labios. Su piel blanquecina se notaba más pálida y la forma en que su pecho subía y bajaba por su respiración era sumamente lenta, como si estuviera exhausto y apenas pudiera mantenerse de pie.
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Ladrón de Flores (Jaynoo) Adaptación
FanfictionPark Jongseong "odia" profundamente a su bonito vecino, quién llega casi todos los días a su casa para robarse, sin razón alguna, las pequeñas y coloridas flores que crecen día a día en el jardín de su abuela. © Adaptación de Ladrón de Flores (Yoont...