Capitulo 8

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Sunoo estaba jugando con las flores.

Era una nueva tarde cuando otra vez se encontraban los dos juntos a mitad del bonito jardín que estaba repleto de las pequeñas flores, las cuales ya habían abierto sus pétalos y a esa hora destacaban de manera preciosa en el patio trasero. Los rayos del sol, que teníaintenciones de esconderse por uno de los costados del cielo azulado, iluminaban cada esquina de dicho espacio, la brisa en ese instante era cálida y suave, acogedora, y la tierra humedecida por el agua cristalina que había caído minutos antes desde una regadera plástica, desprendía un aroma petricor que desentonaba la palabra vida por todas partes y en todo lo que los rodeaba.

Era un día perfecto.

Uno de esos días en los que los problemas y pesares se olvidan. Donde el dolor, las angustias, los miedos e incluso las inseguridades producidas por sombrías y peligrosas pesadillas se esfuman entre las grietas de felicidad que aparecen cuando la comisura de los labios trazan lo que hoy se conoce como una bella y sincera sonrisa de alegría y serenidad.

Como era una de esas ocasiones especiales, ambos jovencitos se divertían haciendo lo que más los entretenía cuando estaban en paz y no discutiendo por el corte de unas flores que serían trasladadas a otra zona. Sunoo jugaba a contar cuántos pétalos tienen cada de ellas, mientras que a unos metros suyo, Jay lo observaba en silencio, apoyado sobre una de las paredes del cobertizo, interesado en todo lo que hace e ignorando por completo la mediana cesta que contenía las violetas, margaritas y crisantemos que llevaría a casa al irse su menor.

El fino hilo de silencio en el ambiente no era molesto, la comodidad entre ellos y las plantas era apacible y grata. Los suaves murmullos y risitas risueñas del menor hacían un perfecto contraste que volvía el momento todavía más deleitable. Nada estorbaba o incomodaba, todo encajaba como debería ser, aún si era el polo opuesto del otro. No había quejas, únicamente felicidad y armonía.

— Creo que las rosas tienen más pétalos que los girasoles —informó de nuevo Sunoo, sorprendido y un tanto perplejo por su descubrimiento—. Sí, definitivamente tienen muchos más, ¡son demasiados!

— ¿Si? ¿cómo cuántos?

— No estoy seguro —le dijo, alzando los hombros mientras con la punta de la yema de sus dedos acariciaba los delgados y delicados pétalos amarillos del par de rosas que habían crecido antes que las demás de su especie—. No las he contado.

— ¿Entonces cómo sabes que tienen más? —Jay alzó un ceja, evitando reírse a sonoras carcajadas cuando pensó que su vecino era algo tonto, él estaba sacando esa conclusión sin siquiera basarse en un hecho real.

— Hmm… porque lo veo a simple vista, supongo.

— ¿Supones? —preguntó, y el menor se volteó, mirándolo desde lejos con una expresión de vergüenza al notar que en todo ese tiempo lo había estado observando, después solamente asintió.

— Es algo lógico, hyung. Puedo notar desde aquí que las rosas tienen más pétalos, tal vez por ser más voluminosas que los mismos girasoles.

— ¿Y sólo por eso concluyes que tienen más?

Sunoo asintió.

— No tienes pruebas para comprobar o afirmar algo como eso —pero él le recordó.

Jay, viéndolo directamente, cruzó sus brazos entre sí sobre su pecho, divirtiéndose con molestarlo—. Eso no tiene sentido.

— No necesito que tenga sentido.

— ¿Ah, no? —rió—. ¿Por qué no?

— Porque hay cosas que se notan a simple vista, no necesitamos que algo o alguien nos demuestre cómo se encuentran, cuando nosotros mismos podemos verlo en ellos —acercándose a rápidas zancadas, su vecino respondió. En su mirada de cachorro una pequeña luz de tristeza titilaba tímidamente, pero por cada paso que daba y en cada una de las palabras que articulaba se volvía más intensa, como si estuviera dolida. Tal vez hasta decepcionada—. Tiene sentido, si tratas de dárselo. Pero si piensas que todo se basa en hechos, nunca sabrás lo que las personas realmente esconden.

Ladrón de Flores (Jaynoo) Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora