7 - Hyunjin

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—Ya me empezaba a sentir solo —ronronea Jisung, reclinándose en la silla con los brazos sobre el pecho y las piernas cruzadas—. Tardaste mucho.

¿Solo? Dudo que conozca el significado de esa palabra. Que un chico como él engañe a su novio me da igual, a menos que el novio sea yo o uno de mis amigos, pero no lo trago por otras razones. Es como Felix dopado.

Al menos mi Felix todavía está ahí. Lo veo en lo incómoda que se siente cuando se meten con Manny. Lo vi esta mañana cuando le dio al conserje el quitaesmalte para ayudar a limpiar el grafiti. Lo veo en su habitación. Los collages, la poesía, las letras que le he enviado, las citas y los colores... Ese es el Felix que conozco. No obstante, dentro de diez años podría convertirse en Jisung: un hombre egoísta y falso que se folla a cualquier bicho viviente para olvidar lo mucho que se odia a sí mismo. Y lo que me gusta de él desaparecerá.

Me siento, muy consciente de que no tengo intención de hacer esta tarea. Hyunjin Hwang ya ha terminado el bachillerato, no me preocupan los estudios.

—Toma. —Jisung me acerca algunos libros—. He encontrado algunos recursos primarios para que podamos comenzar con el cuestionario.

Pero antes que pueda decirle que paso de ayudarlo, me empujan desde atrás, un cuerpo golpea mi espalda y un brazo presiona mi cuello.

—¿Qué coño haces?

Extiendo los brazos para evitar que mi cabeza golpee la mesa, y luego siento el aliento en mi oído.

—¡Felix! —Escucho a alguien exclamar. Creo que es Jisung.

—No te muevas —susurra él en mi oído, y siento una punta afilada clavándose en la parte posterior de mi cuello—. Me daría mucha pena que este bolígrafo se me resbale.

Una carcajada me hace estremecer. No le gusta que lo pillen desprevenido y ahora se ha vuelto loco. Magnífico. Hago lo que me pide, a pesar de que mi corazón late acelerado y mi entrepierna ardiente palpita. Siento que el bolígrafo se desliza sobre mi piel con trazos largos y lentos, y me divierte. Sé que hay gente mirando. De repente, todo el mundo se queda en silencio, incluso Jisung. La punta se hunde en mi piel y me estremezco cuando noto un pinchazo. Termina y se pone de pie, retirando su peso de encima de mí y tirando el bolígrafo. Cuando se va, me siento con la espalda recta. Todos me miran, y veo a Felix pasar junto a mi mesa con su mochila al hombro, saliendo furioso de la biblioteca.

—¿Estás bien? —pregunta Jisung.

—Sí —asiento.

A mi espalda, veo a J.D. sonriendo y negando con la cabeza, mientras Taeyong se inclina sobre la mesa y me mira. Felix no se escondió de él. Buen chico. Me vuelvo hacia mi compañero.

—¿Qué ha escrito?

Jisung se levanta de su asiento y echa un vistazo. Escucho un bufido.

—¿Estás seguro de que quieres saberlo?

"Genial."

Asiento.

—Idiota —comienza, silabeando lentamente—, imbécil, capullo, gilipollas.

Me echo a reír. Qué pasada. Felix Lee está aprendiendo a jugar sucio y siento un poco de emoción correr por mis venas.

—¿Quieres que te vaya a buscar algo para limpiarte? —Jisung pone una mano en su cadera.

—No, prefiero dejarlo como está —le respondo con un gesto.

¿Qué más me da?

—Sam—me llama alguien.

Me quedo parado por un momento antes de parpadear y mirar hacia arriba, recordando que ese es mi nombre. La encargada de la biblioteca sostiene el auricular del teléfono sobre el mostrador y mira alrededor.

Ella sigue mi voz y me mira a los ojos; después, cuelga el teléfono.

—La directora quiere verte. Lleva tus cosas por si acaso.

No me muevo. ¿Por qué diablos quiere verme la directora? El calor inunda mis venas y me siento pesado. ¿Se habrá enterado?

Mi respiración se acelera y me levanto, sin coger nada porque no había traído nada, y me dirijo hacia las puertas. Ignoro las miradas curiosas y los bufidos, seguramente provocados por los insultos que Felix me ha escrito en el cuello.

Debería irme, pero cuando subo al despacho de la directora, mi resolución se vuelve más firme. Todavía no he obtenido todo lo que vine a buscar. No pienso huir, veamos qué es lo que quiere de mí. Si ha descubierto que mis registros son falsos, proporcionados por un colega no muy de fiar de mi primo, que Sam es un nombre inventado y que vivo en un sótano en ruinas y me cuelo en el instituto para ducharme, me ocuparé de ello. No obstante, no me iré. Todavía no.

Al entrar en la oficina, asiento a una de las recepcionistas.

—Buenas, soy Sam —me presento.

—Puedes entrar —hace un gesto hacia mi izquierda, pero ya sé adónde debo ir.

Llamo dos veces a la puerta y siento que me tiemblan levemente las manos cuando la abro.

—Hola, Sam —saluda la directora, levantando la vista de su escritorio y sonriendo.

Retira una pila de carpetas para hacer sitio en su escritorio, y se pone de pie, extendiendo su mano para que yo la estreche. Aprieto la mandíbula con fuerza y enderezo la espalda. Sus ojos son cálidos y de repente no me apetece estar aquí. Me obligo a seguir adelante, levantando lentamente la mano y tomando la de ella, pero la suelto casi de inmediato. Aparto la mirada. Ella permanece en silencio por un momento y noto que me está mirando.

—Por favor, siéntate —me pide al final.

Tomó asiento frente a su escritorio y mantengo la mirada esquiva, haciendo contacto visual solo brevemente.

—No te preocupes —me dice, con humor en la voz—. No te has metido en un lío. Siempre me presentó a los alumnos nuevos, pero tú pasaste desapercibido.

Buenas noticias, supongo.

—Y bien, ¿qué te parece Gyeonggi?

Aflojó la mandíbula y respondo rotundamente.

—Bien.

—¿Y las clases? —continúa—. ¿Te está resultando fácil la transición?

Sus ojos no se apartan de mí, y me muevo en mi asiento, asintiendo con la cabeza mientras miro las fotos que tiene en su escritorio. Recuerdo haberlos visto la otra noche. Retratos de familia.

—Bueno —añade, comenzando a sonar incómoda—. Quedan muy pocos días de curso, pero a juzgar por tus calificaciones, no deberías tener problemas para aprobar los exámenes finales. — Hojea transcripciones y formularios de mi archivo falso—. ¿Estás buscando universidades?

Niego con la cabeza.

—Aquí tenemos un gran equipo de orientación que puede ayudarte a tomar decisiones sobre tu futuro.

Asiento y ambos nos quedamos sentados, el silencio se vuelve más incómodo. Claramente quiere mostrarse atenta, pero probablemente esté tanteando si le merece la pena esforzarse conmigo, ya que me largaré de aquí en seis semanas. En realidad, antes, pero ella no lo sabe. La directora inhala profundamente y suaviza su voz.

—Taeyong es mi hijastro —señala—. Puede ser muy difícil, pero... es mi problema. Avísame si te vuelve a molestar, ¿de acuerdo?

"No se confunda, es mi problema." Aprieto los puños y levantó la vista hacia ella. "No se preocupe, señora. Sé exactamente cómo manejarlo. Su hijo se apartará de mi camino por las buenas o por las malas."

La directora sonríe y me pongo de pie, sin esperar a que me despida. Salgo de su despacho, siento que mi estómago se retuerce y tomó respiraciones rápidas y superficiales cuando la adrenalina corre por mis brazos y piernas. Una vez fuera de la oficina, de pie en el pasillo vacío, me detengo y sonrío para mis adentros.

No me han descubierto. No solo puedo irme cuando quiera, sino también quedarme todo el tiempo que me apetezca.

Nadie lo sabe.

𝙏𝙚𝙡𝙡 𝙈𝙚 𝙒𝙝𝙤 𝙔𝙤𝙪 𝘼𝙧𝙚 // 𝙏𝙈: 𝙒𝙔𝙍 - HYUNLIXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora