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Lo que era una reunión de chicos en casa de Kuroo se convirtió en una fiesta relativamente normal, cómo era lo esperado, la verdad es que no había llegado tanta gente cómo él se esperaba, pero no podía decir que habían pocas personas. Podía ser cercano a las fiestas estadounidenses que veía en la televisión, pero no tanto. Lo que sí era cierto era que cuando ya eran las doce, la casa ya estaba hecha un desastre.

—Y, y no sé qué es lo que hice mal, amigo... — Mientras la música hacia tiritar la casa entera y los demás estaban en lo suyo. Bokuto estaba con la cabeza pegada a la mesa y el rostro húmedo en lágrimas saladas. Con los niveles altos de alcohol en la sangre, apenas se le entendía el extraño idioma que parloteaba. —Pero ahora ya no me habla, por poco y no me bloquea. ¿Por qué se lo toma tan personal? Ni siquiera se lo dije para molestarlo. — Sollozó, arrastrando las palabras.

Tetsuro palmeaba su espalda, con los ojos en blanco. Estaba tentado a decirle que no lo invitó a pasarla bien a su casa sólo para que le contara sus problemas personales con Akaashi, pero se trataba de su mejor amigo y debía aguantarlo.

Shoyo irrumpió a la escena con pizza en la boca. Casi se atraganta al ver la extraña situación. —¡Bokuto! ¿Que pasa?

—Él está bien. — Se apresuró a decir el anfitrión de la fiesta, interrumpido por un dramático y borracho "¡No! ¡No estoy bien!" del tipo con penas de amor. —Discusiones matrimoniales con Akaashi. Pero ya se van a arreglar. Siempre se arreglan. Si ustedes a la hora de discutir se reconcilian en un dos por tres.

—Pero... ¿Qué paso entre ustedes?

—Le dije una estupidez que prefiero no repetir, y se enojó, y ahora, ahora ni me habla...

Una cabeza rubia: Tsukki, se asomó por detrás de Hinata, con una cara de hastío que era habitual en él, le dijo: —¿Has intentado pedirle perdón?

Bokuto se levantó de la mesa y sus ojos se abrieron de par en par, agarrándole de los hombros a Tsukki, gritó: —¡Carajo, Tsukki, eres un maldito genio!
Y salió corriendo del lugar dispuesto a llamar a su compañero, dejando al moreno y al pelirrojo partiéndose de risa. Tsukki chasqueó la lengua cómo si acabara de lidiar con un mono.

—Es cómo que cuando toma se vuelve el triple de idiota.

Kuroo se levantó a su vez y abrió el refrigerador, pero por dentro, al contrario de la casa, estaba vacío, no habían más que aderezos y frutas fuera de temporada, y también botellas de ron y pisco. Los ojos de Kuroo se mostraron tristes ante éste hecho. Sin mas que hacer, subió al segundo piso, donde estaba su habitación y se encerró al fondo.

Éste muchacho era Tetsuro Kuroo.

Había terminado de cumplir dieciséis años, era un adolescente con un carácter bastante afable y gentil, aunque también le encantaba hacerse el gracioso, razón de la que porque sus amigos abundaban. Su casucha de madera y telarañas era solamente habitada por él y sus padres, pero normalmente era él el que habitaba en la casa, su progenitora a menudo estaba fuera del lugar, por lo que el ambiente era aburrido. Irónicamente, la soledad habitual de su hogar provocaba algo en él que le resultaba mucho más fácil hablar con cualquiera.
Había algo en él que lo hacía diferenciar de los demás jóvenes que vivían en el barrio, cómo una especie de aura divergente alrededor de él. Nadie sabía que era exactamente pero si podía notarse. Claro, excepto para el propio Kuroo.

Al tirarse a su cama, en su mente pasaron diversos recuerdos de lo que había pasado antes ese día. Nada interesante, salvo ese tropiezo que tuvo con su vecino tras comprar las cosas para la fiesta. Sigue pensando en aquello.

"¿Estará en su casa todavía?" dijo para sus adentros. De todos modos, ya lo conocía desde antes, desde mucho antes, pues era su vecino, aunque no sabía mucho de él, sólo lo básico. Ciertamente si sentía curiosidad por él. Pero siendo tan social, pensar en hablar con él le dificultaba un poquito, podía ser algo normal siendo que éste chico en especial siempre tenía respuestas gélidas para todo, no cortante, pero definitivamente frío. Recordó una vez que oyó a su propia madre quejarse en voz alta, diciendo textualmente que era "uno de esos mocosos soberbios y presumidos que no tienen nada de especial". Y bien que podía ser cierto, a veces cuando lo observaba tenía ese aire de mirarlos a todos por encima del hombro.

FragilidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora