"¿Te han dolido mucho éstos días?"
"Lo normal, pero me he estado aplicando eso que me dio, lo que hace que no duelan tanto."
Durante un periodo corto después de que a Kuroo le dieran el alta, aún tuvo que ir diariamente al hospital por ahí a las seis para que le realizaran una pequeña revisión al estado de sus ojos por si aparecían novedades. Ya casi ni se acordaba del nombre del encargado de eso, pero por cómo sonaba su voz grave y relajada, Kuroo suponía que se trataba de un hombre de mediana edad. Durante el corto tiempo en que se encontraron, el doctor era una compañía agradable, casi se sentía cómo un amigo. En todas las sesiones solían charlar de cualquier tema que se les ocurriera.
Claro, sólo de cuando en cuando la conversación embarcaba hacia eso, eran pocas veces, pero eran. Y un día que fue una de esas veces...
"Si no ocurrió el caso de que te hayan tenido que remover los ojos por una necesidad mayor, fue por algo." recuerda haberlo escuchado decir una vez, con voz serena. "No hay que descartar la posibilidad de tus ojos puedan sanar en algún momento y puedas volver a ver con normalidad."
"Eso es imposible."
"No tan imposible. Se necesita tiempo de terapia y ejercicios para que al final el cuerpo responda por sí solo y logre sanarse. Además, habías dicho que ahora estabas alcanzando a reaccionar ante luces fuertes, y eso no pasaba antes, es un paso enorme considerando el tipo de accidente por el que pasaste. Puede ser que lo estés logrando, pero te falta algo, tal vez necesites algo de risoterapia."
Kuroo arrugó la nariz ante la palabra rara "¿Risoterapia?"
"La terapia a base de reírse, buen ánimo en general. Niveles altos de alegría pueden lograr maravillas."
No respondió nada más respecto al tema, le era bastante dudoso que aquello de la risoterapia funcionara en verdad, pero era cierto lo de su reacción a las luces, a veces, pocas veces, incluso podía distinguir el color rojo de los semáforos cuando salía. Podía ser significativo.
"Por lo que veo has estado haciéndote la limpieza de ojos bien, bastante bien, de hecho, ¿lo has hecho solo o te ayuda alguien de tu familia?"
"Ninguno. Me ayuda un amigo."
"Que bueno oírlo."
"Sí. Es menor, pero es cómo si fuera mucho más maduro que yo, que le soy mayor por dos años. Cómo mamá ahora trabaja el doble para pagar todo, él viene y, bueno, él tiene que hacer todo por mí."
Kuroo se levantó de la cama con aquella conversación entré el y el doctor dando vueltas en su mente. Muy raramente tenía sueños sobre cosas triviales que habían pasado antes, pero supuso que simplemente pasó. Bostezó largamente. No mucho había cambiado desde entonces, al menos, ya no dolía debajo de sus párpados ahora.
Buscó los vendajes en su mesita de noche con las manos, sus fieles amigas desde el accidente, sólo para darse cuenta que no estaban. Refunfuñó, seguramente se le habían caído y ahora tendría que pegarse al suelo, así lo hizo, pero con la mala suerte de tropezar con una sabana entrometida en su tobillo y cayéndose. Quejándose por el golpe, trató de incorporarse. Había algo.
"... Ésto es..."
Algo era diferente. Tardó en reconocer el montón de ropa desde fuera del armario, parecía que alguien ya había entrado a desordenar un poco, pero todo estaba casi en orden. Los apuntes escolares seguían en el escritorio y...
Podía ver.
Había vuelto a ver.
Kuroo observó completamente conmocionado cómo fue que el reflejo de su rostro en la ventana de su cuarto se contorsionaba. Los rayos luminosos del sol de la mañana daban contra sus mejillas mojadas en transpiración. Las heridas cerradas que se dibujaban desde su frente hasta sus pómulos.
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Fragilidad
RomanceKuroo es un joven de 16 años, popular, inteligente y rodeado de amigos, cualquiera diría que tenía su vida sobre ruedas. Sin embargo, la suerte cambiaría rotundamente para él tras llegar un día donde tras un terrible accidente, pierde la vista de fo...