Capítulo 4:

411 58 28
                                    

«Buenas noticias»

DARIEN:

—¡Darien! —sonreí ante el entusiasmo con el que ella me recibía. Había llegado a la academia, a la hora en que me había dicho que se tomaba un receso. Y como saben, aunque en un principio había decidido venir a verla, no tanto para pedirle disculpas, si no para sacarle información sobre su hermana, después de ver el sufrimiento que le provoqué también a ella, supe que no podía volver a usarla de esa manera tan cruel. En vez de eso, y aprovechando que su dulce presencia aminoraba un poco el dolor que me afligía, vine a verla, sin esperar nada a cambio. Solo por el mero hecho de disfrutar de su compañía.

—¡Hola princesa! ¿Cómo amaneciste hoy?

—Bien.

—Me da gusto. Oye, por cierto, ¿Ayer qué te dijo tu padre al venir por ti?

—¿Por los regalos? —asentí, a lo que ella rio. —Digamos que se puso un poqui....to celoso.

—¿Por?

—Porque le dije que me los había dado un chico. Y como estaban tan bonitos, no había tenido corazón para rechazarlos —reí.

—Así que, sí usaste la idea que Helios te dio —su sonrisa continuó, pese a que se ruborizó ligeramente.

—Sí. ¡Pero no le vayas a decir! —me advirtió, por lo cual volví a reír. —Por cierto... ¿Hoy no vino? —preguntó aún con las mejillas rojas, por lo que yo apreté los labios, para no soltarme a reír, por el interés que comenzaba a mostrar por él.

—No, lo siento. Se tuvo que ir de nuevo con su padre esta mañana.

—Ah —murmuró únicamente, a lo que yo revolví con cariño su cabello. —Oye Darien...

—Dime, princesa.

—Yo.... quisiera saber por qué le hiciste todo eso a mi hermana —la sonrisa que tenía mi rostro, de inmediato se borró. —Tú prometiste que me lo dirías... —me recordó, por lo que yo suspiré.

—Tienes razón. Y no voy a romper mi promesa —le sonreí cabizbajo, antes de comenzar a relatarle todo, resumiéndolo y omitiendo los detalles escabrosos. Y una vez que terminé, ella suspiró.

—Ahora entiendo por qué mi hermana huyó... —su declaración estrujó mi corazón. —Pero también entiendo por qué lo hiciste. Mi hermana Mina te trató mal. Era lógico que te sintieras muy enojado.

—Pero eso no me justifica, princesa.

—Tal vez no, pero tuviste una razón buena para hacerlo —suspiró. —Sabía que Mina era cruel, pero no imaginé que tanto —jugueteó con sus dedos. —Y tal vez esté mal lo que voy a decir, pero he sido más feliz ahora que ya no está en la casa. Aunque claro, no soy feliz completamente, pues me falta mi otra hermana también —acaricié su mejilla con el dorso de mis dedos.

—De nuevo me disculpo. Porque el que te falte ella, es por mi culpa.

—Y por culpa de Mina. No lo olvides —insistió, tratando de hacerme sentir mejor. Motivo que me hizo sonreírle, antes de darle un rápido vistazo a mi reloj de pulso.

—Princesa, no quisiera irme, pero tengo que hacerlo. El breve receso que te dan ya está por acabarse —sus labios hicieron una mueca, al mirar el reloj de su teléfono, que había permanecido en su regazo todo el tiempo.

—Eso veo. ¿Pero volverás a venir mañana? —ahora el que hizo una mueca fui yo.

—No sé si sea una buena idea princesa.

—¿Por qué?

—Porque... tus maestros se lo pueden decir a tus padres y...

—Te metería en problemas —terminó de decir por mí.

ATRAPADA POR EL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora