ATRAPADA POR EL AMOR

Capítulo 6:

«¿Qué te dice tu corazón?»

***FLASHBACK***

««—¿Quieres pasar tu sola, o....?

—¿Puede pasar conmigo por favor? —asintiendo y sonriéndome con cariño, ella me tomó de la mano, y juntas entramos a ese consultorio, en donde sentía, que más que darme un resultado, lo que me darían era la visión de mi futuro.

—Si gustan tomar asiento por favor. En un momento estará el doctor con ustedes —murmuró una enfermera saliendo y dejándonos a la señora Luna y a mí a solas.

—Tranquila. Todo estará bien, cariño —murmuró tomando mi mano, y halándome hacia una silla para que me sentara.

—Estoy muy asustada —admití, a lo que ella, les dio un ligero apretón a mis manos que todavía estaba sujetando.

—Es normal. Pero verás que todo estará bien. Y desde ahora te digo, que no importa el resultado. Pero si este llega a dar positivo, sea cual sea la decisión que tomes, no te vamos a juzgar ni a dejar sola. Estaremos para ti incondicionalmente, cariño —tragué saliva. Y aunque no le respondí, porque el miedo me cerraba la garganta, devolviendo aquel apretón de manos cariñoso que me daba, era como agradecía en silencio por su presencia. Pero, sobre todo, por apoyarme de esta forma, como estaba segura de que lo haría mi madre.

—¡Buenos días! —murmuró el doctor al entrar al consultorio. Y aunque ambas correspondimos a su saludo, yo permanecí con la mirada fija en nuestras manos unidas. —Veamos.... Serena Tsukino, ¿Cierto? —solo hasta que dijo mi nombre fue que levanté la mirada, asintiendo en silencio y detallando cómo era su aspecto por primera vez. Obvio lo que más me sorprendió, fue ver que era un doctor joven, y sobre todo muy apuesto. —Me presento. Mi nombre es Haruka Tenou. Ginecólogo y obstetra de este hospital. Y estaré atendiéndote con gusto —asentí, de nuevo sin poder responder con palabras. A lo que él, tras regalarnos una sonrisa, abrió una carpeta, y la hojeó y revisó minuciosamente, antes de levantar la vista, y darme aquel resultado.»»

***FIN DE FLASHBACK***

Desperté, sintiéndome desorientada. Parpadeando lento, debido a que los ojos los sentía muy pesados. Y fui reconociendo poco a poco el lugar en donde estaba, cada que abría y cerraba los ojos.

—¿Cariño? —escuché que murmuraban cerca de mí, a lo que yo giré el rostro, sintiendo un repentino vértigo al hacerlo. Pero viendo que a mi lado estaba Diana y su madre. Sentadas a la orilla de mi cama. —Tranquila. No te sobre esfuerces —intenté hablar, pero por más que hice el intento, no pude. Incluso quise aclararme la garganta, pero la sentía tan reseca, que no podía ni tragar saliva. A lo que Diana, al percatarse de mi malestar, rápido se levantó de mi cama.

—Iré a traer un vaso de agua —murmuró saliendo aprisa, y volviendo a los pocos minutos. —No encontré una pajilla, ¿Crees que puedas enderezarte? —asentí, y estaba intentándolo, pero, aun así, ellas me ayudaron a enderezar la mitad de mi cuerpo, antes de beber pequeños sorbos, disfrutando de la frescura que dejaba el rastro de agua al pasar por mi garganta.

—Gracias Diana —apenas logré susurrar. —Qué... ¿Qué me pasó? —la señora Luna tocó mi frente.

—No tienes fiebre. ¿Cómo te sientes?

—Bien. Creo —Diana recogió unos cuantos cabellos que estaban en mi rostro y los colocó detrás de mi oreja.

—¿No recuerdas qué pasó? —fruncí el ceño. Y dejando de mirarla, para mirar a un punto vacío de mi cama, eché a trabajar mi mente para saber lo que me había pasado. Y cuando lo recordé, mi corazón se apretó contra mi pecho. Y mi respiración volvió a ponerse frenética.