Capítulo 10:

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«Confusa bienvenida»

««—Dime ahora cómo voy a hacer para salirme de tantas mentiras que has dicho.

—Depende de ti.

—¿Qué quieres decir con eso?

—Quiero decir que, si tú quieres, puede ser verdad y no mentira.

—¿Ah...sí? ¿Cómo?

—Muy fácil. Cásate conmigo...»»

Evocar el recuerdo de esas palabras aún me producían vértigo. Me hacían flotar sobre nubes, pero también me hacían caer en picada y sentirme molesta, por el simple hecho de que, parecía haberlas dicho sin pensar. ¿Cómo fue que se le ocurrió decir tal cosa? Seguro ni siquiera comprende el significado y compromiso que conllevaban esas simples palabras. Seguramente las dijo solo porque sí. Como si fueran patadas de ahogado, ante la situación en la que lo puse. Como si creyera que con eso yo me iba a ablandar y cambiar de decisión. Y es que sí, no lo niego. Me quedé pasmada y con la boca abierta. Emocionada a como no tienes idea. Pero luego surgieron las dudas. Los cuestionamientos, y todo lo demás que me llenaba de inseguridad. Y todo en conjunto terminó por aplastar cualquier otro tipo de emoción. Y en su lugar sentí tristeza, agonía, decepción y humillación. Por eso me reí abiertamente en su cara ante aquella propuesta. Aunque más bien me reí por nervios quiero admitir. Pero sí noté que él se sintió mal. O bueno, al menos ahora se le veía cabizbajo. Tal vez un tanto molesto. Su rostro ha estado apacible y lleno de seriedad. Ya no bromea, ya no sonríe mientras me lleva a mi apartamento. Es como si estuviera conduciendo en modo automático. Perdido en sus pensamientos. Está de más decir que, me arrepentí, como ya suponía, de la prueba que le había puesto. Pues, aunque al principio me pareció una buena idea, él, como el gran jugador que era, supo cómo mover sus cartas para que la que quedara más mal, ante esa absurda prueba fuera yo. Ahora, por haber hecho lo que hice, le he mentido hasta por los codos a mis nuevas compañeras. Por mi culpa, fue que todo se salió de control. Por mi culpa, Darien había hablado de más. Pero, sobre todo, por mi culpa, ahora él iba lleno de seriedad. Y eso no me gustaba. Más bien me angustiaba. Porque, por mucho que haya visto esta mañana su disposición a hacer lo que yo quisiera, con tal de obtener otra oportunidad, no dejaba de pensar que, si yo no me decidía a perdonarlo y darle esa oportunidad pronto, iba a terminar por aburrirlo y hartarlo a tal punto de que yo misma lo iba a hacer que desistiera. ¿Pero qué podía hacer? Aún no estaba muy segura de cuáles eran sus intenciones esta vez. Pero más que nada, tenía miedo de caer en sus redes. De que me volviera a lastimar, y ya no poder levantarme de ese nuevo golpe. Así que, por eso mismo no podía perdonarlo tan fácilmente. Tenía que superar algunas pruebas, para que yo volviera a confiarle mi corazón; Hoy ya había superado una prueba. O bueno, más bien habían sido dos porque el que se presentara en mi departamento hoy temprano, dispuesto a cualquier cosa, también contaba. Pero lamentablemente tengo que quitarle un punto por cómo había puesto el punto final a nuestra anterior discusión. 

««Cásate conmigo...»»

Reproducir en mi mente su voz diciendo esas dos simples palabras, aún me provocaban estremecimientos. Como expliqué, no buenos, pero tampoco malos. Tal vez si me las hubiese dicho en otro momento, estuviese saltando de alegría. Pero sinceramente, ahorita no sé cómo sentirme al respecto; Ya habíamos llegado, y en todo el camino, ninguno había dicho una sola palabra. Darien estacionó el coche en la lateral de la banqueta, más no lo apagó ni me dijo algo al respecto. Luego de eso, continuamos en silencio, por al menos un par de minutos. Un silencio que yo tuve que romper, al ver que él no planeaba hacer o decir algo.

—Yo... gracias por traerme.

—De nada. Es mi trabajo, ¿Lo olvidas? —murmuró malhumorado, sin siquiera dejar de mirar hacia el frente.

ATRAPADA POR EL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora