Capítulo 23:

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«Señora Shields»

—¿Cansada? —murmuró mi esposo mientras me abrazaba por los hombros.

—Sí. ¡Mucho! —me quejé agotada. Y es que, han sido días de muchos cambios. Para empezar, ya no había mucho que me atara a Mississippi, más que las buenas amistades que logré conseguir en tan poco tiempo. Y, debido a mis muchas faltas en el colegio, con pesar tuve que renunciar para no afectar a la larga mi historial. Pero, pese a que pensé que me sería muy difícil, tal como me sucedió la primera vez que renuncié a mi trabajo, acepto que no fue como creí. Sí, admito que me sentí triste. Más porque tuve que despedirme de mis alumnos, así como de aquellas dulces personas que me habían acogido con cariño. Nuevas amistades que llevaría para siempre en mi corazón. Pero, como saben, mi corazón nunca estuvo en Mississippi. Llegué ahí únicamente porque estaba huyendo. Pero eso ya había quedado atrás. El amor de nuevo me había alcanzado. Y esta vez con mucha más intensidad que antes. Así que, despedirme de ese lugar en el que pasé tantas cosas en un corto periodo, pero, sobre todo, despedirme de esas personas dulces que forman ya parte de mi vida, prometiendo volver a verlas pronto, fue lo que tuve que hacer para de nuevo volver al lugar donde me crie. Cargando únicamente, y como siempre, esa maleta que me ha acompañado en toda esta travesía. Esta vez enganchada de la mano de mi esposo. Con quien comenzaría a formar una bella familia.

—¿Crees que puedas resistir un poco más? Quiero que vayamos a un sitio —alcé la mirada, recibiendo un dulce beso en la frente.

—¿Ya me dirás por qué vinimos a Kansas y no a Las Vegas? —me sonrió.

—No. Ya te lo dije. Es una sorpresa —riendo de mi puchero, me dio un nuevo beso en los labios antes de hacerme subir al coche que ya había rentado. Después recorrimos las diversas y conocidas calles de mi ciudad, hasta que llegamos a un tramo de paisajes largos y naturales, en donde había propiedades vistosas y lujosas, que me pusieron mucho más ansiosa por querer saber qué se traía entre manos. Pero, tal como dijo, por más que insistí no me quiso revelar la sorpresa. Solo comenzó a hablar hasta que se estacionó frente a una casa pintoresca de gran tamaño, que tenía enormes y muy bonitos jardines. —Vamos —murmuró saliendo del auto para después abrir mi puerta, tendiendo su mano para invitarme a salir.

—¿Por qué estamos aquí? —su amplia sonrisa me indicó que todavía no me daría respuestas.

—Ahora lo verás —caminamos tomados de la mano por el largo camino de piedrillas hasta que llegamos a la entrada de la casa. Dejándome todavía más maravillada cuando vi la propiedad de cerca.

—¡Wao!

—¿Te gusta?

—La casa es preciosa. Demasiado elegante si me lo preguntas —soltó una risita. —Pero, el lugar que lo rodea.... ¡Es precioso! Tan verde. Tan natural —cerré los ojos e hice una profunda inhalación, maravillándome con el aroma salvaje que se percibía de la naturaleza que nos rodeaba, antes de volver a abrir los ojos. —El sitio es tan pacífico y el ambiente tan limpio, que sin duda me encanta —me sujetó del rostro, reposando sus largos dedos en la curvatura posterior de mi cuello.

—¿Tanto así te gusta?

—Sí. ¿Por qué? ¿Ya por fin me dirás que hacemos aquí? —antes de que me diera una respuesta, escuchamos una voz que provenía de adentro de la fachada.

—Buenos días. ¿Es usted el señor Shields?

—¡Hola! Así es —ella nos sonrió.

—¡Sean más que bienvenidos! Mi nombre es Reika Nishimura.

—Mucho gusto. Ella es mi esposa, Serena —la señora frente a nosotros me tendió la mano, a lo que yo se la estreché con respeto.

—¡Encantada de conocerla, señora Shields!

ATRAPADA POR EL AMORDonde viven las historias. Descúbrelo ahora