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Vista de Kenny.

Me desperté en mi habitación, arropado en mi cama con toda la habitación oliendo a limpio. Miré a mi alrededor y ví a Leo sentado en el suelo junto a un limpiador de piso y la escoba, estaba metido en su celular con una cara de preocupación.

— ¿Quien es, Leo?

— ¡Ah! E-eh, este, es mi madre.

Lo miré confuso, pero decidí creerle. Me reincorpore con lentitud y mire el suelo que anteriormente estubo lleno de mierda, y que ahora permanecia limpio y brillante. Miré mi escritorio... Se metió en el escritorio. Me levanté rápidamente y revise los cajones, todo se veía intacto pero limpio. Espero no haya encontrado nada raro. No quiero que tenga una visión errada sobre mí.

— Si estás preocupado por tus revistas pornograficas están dónde mismo.

¿Revistas? Oh, revistas
Me voltee a verlo avergonzado, había olvidado la existencia de esa cosa, creí haberla tirado hace mucho. El solo se rió de forma burlesca al ver mi rostro sonrojado y yo solté un suspiro. Creo que no había nada más que pueda ser raro en los cajones. No que yo recuerde...

— Kenny...

— ¿Si?

— ¿Para que la guardas si ya está usada?

Me mostró una jeringa de inyección vacía. Mis ojos se abrieron como platos sin saber exactamente qué decir. Mierda. Ni yo recuerdo porqué seguía ahí guardada, no tiene caso mantenerla guardada si ya no tiene filo la punta. En qué mierda pensaba.

— Eh, no... No recuerdo...

— ¿No recuerdas? Entiendo, seguro estabas muy drogado para ese punto.

Soltó un suspiro y yo sentí mi voz desaparecer. El nudo en mi garganta me impedía hablar y las palabras de quebraron en ese punto, me quedé de pie frente a él mirándolo sin saber que hacer. Su rostro reflejaba toda su decepción y nunca antes me sentí tan culpable por lo que hice como en este preciso instante. Me miró y me quedé estático, las ganas de llorar me invadieron inmediatamente por solo recordar por el motivo que acabé inyectandome aquella sustancia. Se acercó a mí dejando la jeringa vacía en el suelo. Me miró a los ojos y no pude evitar mirar a otro lado como si fuera un perro arrepentido luego de morder a su amo.

— No te culpo por lo que hiciste, Kenn. Se que puede ser difícil en estas condiciones pero esperaba que al menos tu no acabaras en esto.

— Yo... Puedo explicártelo, es solo... Ya lo dejé... Te juro que yo ya cambié... O eso quiero creer.

— ¿Te refieres a que deseas dejarlo? 

— Si... La última vez hice demasiadas estupideces...

— Karen debió preocuparse mucho.

La última vez... Caí en el hospital por una sobredosis. En la sala del hospital solo estaba Karen apoyando su cabeza sobre mi camilla, dormida con los ojos totalmente hinchados y con un papel en su mano. Recuerdo con total claridad como apenas logré agarrar aquel objeto, el cual reflejaba frente a mí un dibujo de mi mamá agarrando su cabello frente a mi padre.

"Kenny se va a morir" plasmado en la parte trasera del papel.

Mi mamá me dió por muerto y a papá no le pudo importar menos, pero Karen, ella seguía ahí, esperando que despertara. Sus manos rojas, por los azotes que le daba mi padre, era una escena horrible que tuve que presenciar al quitarle el blanco papel de las manos. Siempre me he arrepentido de lo que pasó ese día, sé que Karen se había puesto histérica, y mi padre estuvo a punto de golpearla cuando llegó la ambulancia. Ella lo admitió, avergonzada como si fuese su culpa.

— Esta bien... Espero que así sea. Sabes que si necesitas ayuda... Tu sabes, puedes buscarme.

— Lo sé, Leo.

Antes de que pudiera decir algo más me abrazó con fuerza. Correspondí el abrazo con las manos temblorosas aún por las ganas de llorar. Si sigue siendo tan amable conmigo siento que me volveré débil por su culpa, de verdad que abrazarlo me recuerda a cuando mamá me cargaba en sus brazos. Cuando lo hacía con cariño...



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Perdón por desaparecer aaaa, cap corto pero voy a tratar de retomar el ritmo

Azul Mar. - KenjorineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora