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Marjorine.

Hace ya tres días que recibí la casa. Y esto no se puede sentir más raro. Siento que no pertenezco aquí, no hay nada que me aferre a este lugar y la falta de motivación solo me hace ver este sitio como una sala médica, en la cual estoy otra vez completamente sola. Dónde mi padre me odia, mi mamá está cegada por él, y yo estoy siendo tratada como discapacitada por todo el mundo.

Esto no se siente bien.

El vacío en este lugar es aterrador. Las paredes son tan blancas que me duele verlas por la irritación de mis ojos de tanto llorar. Este es claramente el peor comienzo. Iba a meterme a la cama para volver a ser miserable pero tocaron a la puerta. No tenía ganas de recibir invitados, pero la sorpresa fue mayor al ver a Kenny semi desvanecido en mi puerta.

- ¿Kenn?

- Hol-la Marjo.

- Ven, entra ¿Que sucedió?

- Disculpa que venga así. Ugh. Peleé con papá... Estoy intentado estar limpio, pero se siente fatal.

- Ven, toma asiento ¿Quieres que te traiga algo?

- No. No, siento que si ingiero algo mi cuerpo lo va a rechazar.

- ¿Cuánto llevas limpio?

- ... No mucho, la última vez fue... Demasiado, y ahora dejarlo... Agh soy un inútil, disculpa.

- No no, tranquilo. Uhm, déjame ver

Dejé a Kenn sentado en la sala de estar mientras iba a buscar algo para él. Es un tonto ¿trata de dejarlo así como así? Era obvio que iba a tener mal resultado, Dios. Busqué en mis estantes y encontré algunas pastillas de metadona que me dieron para la abstinencia de algunos medicamentos. Parti la pastilla a la mitad y serví un vaso con agua. Me dirigí a la sala de estar y le entregué ambas cosas.

- Toma eso porfavor. Por lo menos trata, puede que te ayude con eso.

Puse mi mano sobre su pierna que no paraba de moverse de arriba a abajo con tanta velocidad que ya me estaba poniendo nerviosa. El me miró y sin pensarlo tomó la pastilla, parecía realmente desesperado. Debería distraerlo ¿No? Bien, televisor para que te tengo.

Agarré el control de la mesa y encendí el televisor para poner el National Geographic, Kenn siempre se queda pegado viendolo cuando estamos en alguna sala de espera. Miró la pantalla y me volví a ubicar a su lado.

Tomó mi mano y la apretó con fuerza, hacia un poco de daño pero no dije nada al respecto. En cuestión de un rato dejo de estar tan a la defensiva aunque seguía muy vulnerable. Me quedé a su lado por si necesitaba algo más.

Nos quedamos viendo la tv mientras Kenn recuperaba su fuerza de voluntad viendo gatitos jugar en el canal que le dejé. Durante los comerciales escuché cierto sonido familiar "snif". Al voltear me encontré con Kenny llorando, mierda.

- H-hey ¿Qué sucede?

Me di vuelta en su dirección y el simplemente empezó a limpiar con torpeza sus lágrimas. No dejaba de sollozar de forma silenciosa y eso me estrujó el corazón y lo tiró quien sabe a dónde. Me apresuré a acercarme a él, no quería que se desesperara.

Me subí a su regazo y limpié con mis pulgares sus lágrimas tratando de no lastimarlo en el proceso. Me miró atento por un momento mientras sus ojos seguían aguandose.

- Ya, ya, cariño. Está bien, llora todo lo que necesites.

Besé sus mejillas mientras acariciaba su pelo. Dejó escapar un sollozo reteniendo sus lágrimas, y frente a mi solo tuve a un niño que no lograba expresar sus emociones con claridad, frustrado por el exceso de estas. Me acerqué y dejé un beso en sus labios, me sentí tan cercana a aquella desesperación y tristeza que no pude evitar sentirme mal también. Di suaves besos los cuales aceptó mientras colocaba sus manos una sobre mi hombro y otra en mi pecho.

- Todo va a estar bien ¿Si?

Lo abrace por el cuello y el afirmó con fuerza mi cintura mientras escondía su rostro entre mi hombro y clavícula. Acaricié su cabello escuchando sus sollozos escapar desgarrando su garganta. En este momento, nunca me había sentido tan cercana a alguien de esta manera.

Azul Mar. - KenjorineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora