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Leopold

— ¿Butters?

— Mamá, puedo explicártelo.

...

— ¡¿Cómo te atreves a andar así?! ¡Eres un hombre, joder!

— ¡Y con que huevos me lo dices, eres un maldito homosexual de closet descubierto por tu hijo siendo le infiel a tu mujer! ¡¿Te parece que esto es más grave que la mierda que has estado haciendo?!

— ¡No te voy a permitir que me hables así jovencito!

...

Todo salió mal. Y ahora no sé que mierda hacer. El viento entra por la ventana y siento como si me llevara con él fuera de la habitación.

Estoy tirada en el suelo, cansada de llorar. Ni para eso sirvo, es gracioso.

Mi pijama está impregnado en sangre y el olor me empieza a fastidiar como la mierda. Huele tanto a metal que me causa náuseas. Escuché ruido proveniente desde la ventana pero supongo solo son las voces queriendo atormentarme de nuevo. Pero no, no va a pasar.

Afirmé con fuerza la navaja de mi mano y la pasé con fuerza por el lado izquierdo de mi cuello, más hacia la clavícula. Un chillido escapó de mis labios mientras las lágrimas caían con fuerza por mi rostro.

Había dejado esto hace años.
Y temía que volviera a depender de esto.

Observé el filo sobre mi palma, lleno de sangre mientras mi mano no dejaba de temblar. Soy un idiota, no soy una mujer, en qué mierda pensaba cuando hice eso. Ellos nunca me verán como una chica y yo no tengo porqué hacerlo.

Volví a tomar la navaja y la pasé por mi brazo con fuerza a la vez que dejaba los gritos salir de mi boca sin importarme el ardor. Solo quería dejar de pensar, dejar de sentirme así.

La navaja recorrió mi todo mi antebrazo diversas veces, mis hombros, clavícula, manos. No podía parar, seguía llorando y gritando. Después de todo aquí nadie me puede escuchar.

Que sentido tiene seguir siendo empático con la gente que me hace daño, será mejor que me muera de una vez y no le quite el aire a los animales que lo necesitan.

El estruendo proveniente de la ventana me obligó a voltear la vista, a pesar de que apenas podía divisar por lo borroso que todo era. Traté de enfocar mi vista en quien se encontraba frente a mi, parecía hablar, pero no escuchaba nada... Oh

Es una ilusión.

Reí mientras estiraba temblando mi mano hasta el supuesto rostro de esa cosa, puse mi mano sobre su boca mientras no paraba de reír.

— Ya me da igual lo que digan. Sigan si quieren, ya decidí que me voy a morir pronto.

— ¿Qué?

— Ya me tienen cansado. Solo cállense ya, no las soporto más. Cállense.

Azul Mar. - KenjorineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora