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Marjorine.

Me di media vuelta para poder ver a Kenneth, pero este había bajado la mirada evitando la mía. No podía moverme

¿De verdad acaba de confesarse hacia mí? ¿Es una broma? ¿Escuché mal?

Vi como abrazaba sus propias piernas, seguía sin decir nada y eso me estaba desesperando ¿Lo dijo de verdad o solo fue pena? ¿En qué está pensando realmente? Joder.

— Me gustas...

— ¿Estás hablando en serio?

— Si... Pero no lo digo para obligarte a corresponderme. Es porque hay algo más que quiero decirte...

Bien, ahora sí que me preocupa. Finalmente deje de quedarme como estúpida y me acerqué a él para tomar asiento a su lado. Soltó un suspiro y pude ver cómo sus ojos se llenaban de lágrimas. Tomé su mano y ni siquiera me miró.

La razón por la que estoy diciéndote esto. Es porque no soportaría morir sin haberte dicho cuánto te amo, Marjorine...

¿Qué?
Que clase de broma pesada es esta, morir, y yo voy a volver al hospital mañana ¿A que si?

— No digas esas cosas Kenny. No necesitas decir ese tipo de cosas, sabes, talvez estás conf-

— Marjorine me gustas. Y no, no estoy bromeando, ya basta.

Apretó mi mano de tal manera que empezaba a lastimarme, lo miré y parecía realmente... Desanimado.
Tenía una expresión entre enojó y tristeza
¿No es broma?
No puede ser verdad ¿O sí?

— Marjo. Sé que sonará raro. Pero a este punto ya no hay mucho más que pueda hacer. Solo... Quiero sentirme bien en este tiempo.

— No te estoy entendiendo nada...

— Tengo Anemia Aplasica Crónica. Está en una etapa muy avanzada y hacer el transplante de células no es algo que pueda costear... Además, la única persona que estaría capacitada para donarme es Karen, y ni siquiera es tan seguro de que mi cuerpo aceptará el injerto...

— ...

— El médico dijo que la cura más fácil sería el transplante. Y eso sale treinta mil dólares solo el tratamiento...

— Pero cómo... ¿Cómo pasó?

— ... Por exposición a sustancias químicas tóxicas.

— ... Que mierda Kenny.

— Ya, pues... Cuando salía a... Drogarme, mis "amigos" aumentaban las sustancias con otros químicos que según dijeron "son para que pegara más"... Jaja, que imbécil.

— Pero... ¿Te vas a rendir?

Que quieres que haga. No hay mucha probabilidad de que lo logre tampoco.

— ... Eres un hijo de puta.

— Me merezco tus insultos, todos y cada uno de ellos.

— ... Te odio, maldito imbécil.

Puse mis manos en mi rostro presionando lo con fuerza mientras sentía mis lágrimas caer sin control, no sabía que carajo estaba diciendo, las palabras salían de mi boca, pero en realidad no lo estaba insultando a él, me estaba insultando a mí.
Me estaba insultando por no haber llegado a tiempo, por no haberme quedado con él cuando éramos pequeños. Por no haberme esforzado en ser su amigo, por simplemente pensar en mi mismo y lo que pasaba en casa, por ser un egoísta de mierda que ahora lo único que podía hacer es llorar al saber que la única persona que me hizo sentir amor verdadero morirá en algún momento cercano.
No puedo dejar de llorar, no puedo dejar de sentirme culpable. Kenny solo estaba en silencio y eso me destrozaba cada vez más el alma.

— Porqué tenía que pasar esto... Llevo tanto tiempo muriendo por dentro queriendo negar mis malditos sentimientos por tí, y que ahora me digas que... Que...

— Perdón.

— ¡No pidas perdón! ¡Joder! ¡¿Acaso no lo entiendes?! ¡Dejé que me salvarás la vida solo para ahora verte morir a ti sin poder hacer nada!

— Marjorine...

— ¡No! ¡Cállate Kenneth! ¡Eres un maldito! ¡Me debí haber muerto cuando pude para no tener que presenciar como la única persona que amo en el mundo se empieza a apagar!

Empecé a gritar y mi voz se empezó a desgarrar, causando un agudo dolor por el nudo que se apretaba más y más cada vez que hablaba. No podía parar, Sentía como si la vida se me escapara de las manos.
Kenny se quedó en silencio hasta que se levantó y me abrazó, dejándome escuchar como empezaba a sollozar mientras me abrazaba. Lo miré y lo besé, con las lágrimas cayendo a cántaros por mis mejillas.
Quería pensar que todo esto era una pesadilla, pero sus labios eran tan reales como la primera vez que lo besé.
Lo abracé y empecé a llorar a gritos, sentía que el alma se me iba en ello como si fuera lo que hubiera necesitado por tantos años. Kenny me abrazo con fuerza mientras yo lloraba en su pecho, con el corazón apretado y la mente perdida.

— Kenny...

— Dime.

— Prométeme... Prométeme que me dejarás estar siempre a tu lado...

— ... Marjo.

— ¡Prometelo!

— No puedo...

— Si no voy a poder vivir contigo... Quiero por lo menos disfrutar todo el tiempo que nos queda...

— ... Está bien.

Por muchos motivos la vida parece no querer que sigamos el camino. Pero voy a ser feliz todo el tiempo que pueda junto a Kenny.
Quiero hacerlo feliz, por lo menos hasta que el día de su descanso llegue.
Y cuando ese día llegue, dejaré que se lleve mi alma con él.

Azul Mar. - KenjorineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora