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Marjorine.

Ayer Kenn cayó dormido en mis brazos, así que me recosté en el sillón con él acurrucado en mi pecho, durmiendo como un bebé. Verlo de esa forma tan vulnerable me hizo querer llenarle el rostro de besos y no soltarlo nunca más. Se veia tan lindo, tan tranquilo. Que envidia.

Ahora mismo acababa de despertar, y al parecer la pastilla funcionó para Kenny, quien mantenía una expresión cansada mientras mantenía su profundo sueño. Reí al ver lo acurrucado que estaba, como un cachorrito.
Como pude lo acomodé entre los cojines del sillón para poder levantarme. Fui a la cocina dejando a Kenny solo en su tranquilo y hermoso sueño, seguro que lo necesita.
Busque en mi refrigerador casi vacío y saqué una caja de jugo. Tomaría un café, pero con las pastillas me hace fatal, y la verdad no tengo ánimos para combatir eso otra vez.

Me senté en una de las sillas frente a la mesa y tome una cajita que dentro contenía distintos tipos de pastillas. Busqué hasta sacar tres tipos de turas distintas y sacar una pastilla de cada una para pasármelas con el jugo. Odio tomar pastillas, me hacen sentir inútil en cierto modo, porque ahora dependo de ellas. Pero no hay nada que pueda hacer ahora, tengo a un adolescente que cuidar... Jaja.
Una sonrisa se dibujó en mis labios mientras miraba a la nada. Eso hasta que sentí como alguien me abrazaba la espalda, haciendo que casi tirara el vaso con jugo.

— Kenn, me asustaste. Pensé que estabas dormido.

— Hace frío sin ti a mi lado.

— Lo siento.

Sonreí al escuchar sus palabras. Cierta parte de mi está empezando a convencerse que siento algo por Kenny. Pero no creo que esto sea apropiado.
El merece alguien mucho mejor que yo, en mi situación solo le traería más pronlemas y desgracias al pobre desafortunado de Kenn.
Sería egoísta de mi parte querer su cariño y darle el mío si ni siquiera puedo respetarme a mi misma.

— ¿Quieres algo de comer?

— Mmm... No tengo hambre.

— Pero ya es tarde, deberías desayunar un poco ¿Alguna fruta al menos?

— uh, bien.

— ¿Bien?

— Comeré lo que sea.

— Vale, dame un momento.

Me levanté y saqué algunas cosas de los estantes para empezar a hacerle desayuno a Kenny.
Él tomó asiento y se quedó esperando mientras observaba cada movimiento que hacía. Me tenía nerviosa.
Empecé a calentar unas tostadas y encendí el hervidor para servirle alguna bebida caliente.
Estaba sacando ya el pan cuando escuché un susurro por parte de Kenn, como si se hubiera arrepentido a último momento de llamarme.

— ¿Si, Kenn? ¿Pasa algo?

— Uhm... Estaba pensando... ¿Crees que algún día alguien me querrá por cómo soy?

— ¿Hm? ¿A qué viene la pregunta?

— Yo... No lo sé. Solo me surgió la duda de si alguien podría amarme, sabiendo lo jodido que estoy.

— (yo te amo. Seguro mucho más de lo que puedes creer)... Claro que sí. Seguro encontrarás a alguien que quieras mucho y esa persona te quiera de vuelta.

— ¿Y si a mí me gusta y no corresponde?

— No puedes limitante a destrozarte por esa persona. Aún te queda vida por delante, en algún momento encontrarás a la persona indicada.

— Si... Mucho tiempo...

— No sabía que pensarás tanto en eso.

— A veces pasa. Aunque no lo quiera mi mente me dice que moriré solo por cobarde.

— ¿Entonces... Te gusta alguien?

— ... Si, eso creo.

— Deberías atreverte. Nada pierdes con intentar.

Senti mis palabras acumularse en mi garganta, saliendo de forma dolorosa.
Porque yo realmente no quiero que lo haga, porque tendría que aceptar verlo con alguien más...
Pero eso es egoísta.
El debe ser feliz, por lo menos el ¿No?
Dejé el plato frente a él con dos tostadas y le hice un té. Le dejé al lado algunas cosas con las que rellenar el pan y eso hizo. El silencio inundó todo el lugar y me puse nerviosa. Solo me quedé viendo a la nada mientras pensaba en como pronto vería a Kenny abrazando a alguien. Seguramente a una hermosa mujer... Soy patética, ¿No es así?

— ¿No vas a comer?

— Ah, yo ya comi, no te preocupes.

— ¿Segura?

— Sipi.

— ... Vale. Por cierto, creo que debo regresar a casa.

— ¿Ya te vas a ir?

— Dentro de un rato. Quiero asegurarme que mi hermana esté bien...

— Oh, entiendo.

— Talvez podríamos salir... Ya sabes, uhm, ¿el fin de semana?

— Me parece bien.

Kenny sonrió y siguió comiendo, tratando de no mirarme a los ojos.
Se me hizo raro, pero solo sonreí de vuelta y no presté atención a sus actos.

Azul Mar. - KenjorineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora