19.-

25 5 0
                                    

Marjorine.

Hace un tiempo que volvimos con Kenny después de aquel viaje. No hemos hablado en lo absoluto durante todo el viaje. Ahora mismo se está quedando en mi casa. Parece asustado de volver con su familia.
Ahora mismo está durmiendo en mi habitación.
No logro dormir.

El sueño escapa de mí al recordar lo que pasó.
Aún no me cabe en la cabeza la idea de que pronto perderé a Kenny. Desaparecerá, ya no podré tenerlo junto a mi. Sigue sin tener sentido para mí que me haya salvado. Ahora seré yo quien vea como el contrario muere. No quiero que ese día llegue. Me niego.
Miré sobre la mesa las pertenencias de Kenny. Hay una nota. Me acerqué y la tomé entre mis manos pensando si sería apropiado leerla.
A quien le importa si es apropiado.

.
.
.

— ¿Marjo?

— ...

— ¿Que tienes ahí?

— ...

— No me asustes, Mar.

— ...

— Vamos corazón, déjame ver.

Apreté mi mano con fuerza manteniendo mi vista en el suelo. Kenny se agachó frente a mí tratando de verme a la cara. Traté de evitarlo como pude pero sus manos sobre mis mejillas eran como hielo en verano. Lo miré con la nariz roja por tanto llorar y el acarició con sus dedos mi rostro. Solloce intentando no volver a llorar.

— ¿Que sucede?

— ...

— ¿No quieres hablar?

— ...

— Está bien. No necesitas decirme.

Su voz fue tan tranquilizadora que no pude evitar empezar a llorar. Solté la navaja que aprisionaba con tanta fuerza mi mano, sintiendo el alivio de poder soltar aquel dolor que sentía dentro. Empecé a llorar y Kenny me abrazó, me cargo en sus brazos y me acomodó en su regazo.
Dejé mi brazo derecho apartado mientras con el libre abrazaba su cuello, ocultandome en este mismo mientras seguía sollozando, reviendo cariños como consuelo.

— ¿Ibas a hacerte daño?

— ...

— Solo asiente, porfavor.

— Mh...

— ¿Si?

— mhm...

— ¿Quieres contarme?

— ...

— ... Está bien.

Estuve mucho tiempo abrazándolo. Deseando que todo fuera mentira. Pero el dolor y la sangre correr por mi mano me confirmaba que todo esto era real.
Y dolía.
No el corte. Si no el saber.
Saber que en algún momento me alejaría para siempre de él.
Cuando conseguí un poco de calma Kenneth limpió mi rostro con la manga de su poleron y luego empezó a repartir besos por mi rostro.
Cerré los ojos recibiendo aquella muestra de cariño.
Sentí la calidez contraria sobre mis labios, entendiendo que ahí fue a parar aquel último beso.

— ¿Quieres que te traiga agua?

— No...

— Deberías comer. No quisiste almorzar ni desayunar.

— No tengo hambre.

— Marjorine porfavor. Aunque sea algo ligero ¿Si?

— Creí que quien cuidaba aqui al otro era yo.

— Y por cuidarme tanto te descuidas a ti, niña boba.

— mm...

— Nada de mm. Tienes que comer.

— No quiero.

— No me hagas berrinche.

— Pero Kenn-

— Nada de peros señorita.

— Aaaaa. Déjame.

— Deja de comportarte como una niña pequeña. Debes comer.

— ...

— Mar.

— ...

— Marjorine.

— ...

Me levanté de mi lugar y me senté a la otra esquina del sillón dándole la espalda.
Inconscientemente aquel trato me hizo sentir mejor. Era gracioso a la vez.
Cuando no volvió a llamar por mi nombre me dió curiosidad por voltear, pero sabía que era parte de su plan para que le diera atención.
O eso creí hasta que sentí como me abrazaba por la espalda y besaba mi mejilla.
Antes de que pudiera hacer algo sentí como me levantó y me acomodó sobre su pecho, a la vez que se recostaba en el sillón.

— No deberías hacer tantos esfuerzos.

— Que esfuerzos, Mar. Si no pesas nada.

— No digas tonterías para sacarte del regaño Mccormick.

— Uy, que mala.

Rió para luego mirarme. Sonrió con cierta vergüenza y me pareció realmente tierno. Me acerqué un poco a él y dejé un beso sobre sus labios. Algo corto, con muchos nervios.
Lo aceptó, y devolvió la acción. Estaba nerviosa. Pero era realmente lindo.

Vamos a curarte esa herida, cielo.

— Pero ya dejó de sangrar.

— Da igual. Se te puede infectar y no queremos eso.

— Pero Kenn-

— Nada de peros.




-----

PD: perdón si está medio raro, me estoy quedando dormido

Azul Mar. - KenjorineDonde viven las historias. Descúbrelo ahora