CAPÍTULO 14

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Narra 3ra persona

Nidia no podía creer que su hermano se hubiera ido así del castillo. Un verdadero rey jamás haría eso. Sin embargo ya no la decepcionaba. 

Se había enterado porque escuchó a unas criadas preguntándose por qué se fue con tanta prisa el rey, y al principio Nidia no le tomó importancia, hasta que vio el castillo hecho un desastre. 

Al parecer el regente que había dejado encargado era Mateo. Nidia sabía que Mateo era conocedor en cuanto al pueblo y al reino en general, pero en cuestiones de liderar el castillo, sí hubo falta más que conocimiento general. 

Nidia quiso acercarse para darle algunos consejos, pero Mateo siempre estaba ocupado y no tenía tiempo para ella. 

Era un idiota si no se daba cuenta que necesitaba la ayuda de Nidia, ella era la próxima al trono, claro que había estudiado y preparado para reinar. Incluso más que Elián. Pero todos parecían ignorar ese hecho. 

Nidia se involucró cuando encontró a Misael y a Mateo peleando en medio de un pasillo. 

— Es que no puedo creer que te haya puesto a ti. Eres un inútil, no piensas ni un poco. — Gritaba Misael a Mateo.

— Y tú no escuchas, te estoy explicando el por qué, pero empiezas a decir cosas sin sentido. Además, no puedes hacer nada. Ya me eligió. — Seguía Mateo. 

Misael susurró algo que nadie escuchó y se terminó yendo. 

Nidia siguió a Misael, ya que quería entender mejor las cosas.

Misael caminaba a toda velocidad, con pasos grandes, por lo que Nidia tardó en llegar a él.

— Misael... Misael. — Él pareció escucharla, porque se detuvo, aunque con mala cara. — Debo hablar contigo.

— Lo siento, su Alteza, no tengo tiempo.

— ¿Ah, no? ¿Para tu princesa no tienes tiempo? — Misael tensó la quijada, ya que sabía que Nidia tenía razón.

— T-tiene razón, princesa, lo siento.

— Bien. — Nidia se sintió satisfecha. — Vamos a tomar un té.

Misael no dijo nada pero la siguió hasta el patio interior del castillo. Nidia adoraba ese lugar, ya que era hermoso y se sentía de la realeza.

Nidia fue hacia la mesa que estaba en el centro y esperó a que Misael moviera su silla. Misael lo hizo, movió la silla para que se pudiera sentar, y luego la acercó a la mesa.

Misael se sentó en el otro lado. Movía sus piernas de forma rápida, lo que denotaba su desesperación.

— ¿Qué necesita, Su Alteza? — Inició Misael.

— Necesito saber algunas cosas. — Respondió Nidia. — Entre ellas, ¿sabes por qué se fue mi hermano?

— No, no sé.

— ¿Nada? ¿No sabes nada?

— No, sólo dijo que sería un viaje rápido.  Que era algo importante, pero que se debía ir.

Algo ocultaba su hermano, Nidia lo sabía, cada vez lo confirmaba más.

— ¿Y no sospechas nada? ¿Por qué crees que se fue? — Siguió Nidia, porque conocía de mucho tiempo a Misael, eran casi de la misma edad y fue el consejero real más joven al estar con su padre, así que había crecido viendo cómo él estaba con su padre. Sabía que Misael era inteligente, astuto.

Por mucho tiempo también sintió celos hacia él, ya que muchas veces le hacía más caso a él que a ella, pero después de tanto tiempo se dio cuenta que su padre nunca la querría.

Flesh of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora