CAPÍTULO 17

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Narra Elián 

El Rey Basilio en serio era desagradable. Mantenía una expresión de desagrado constante, y era cortante al hablar. 

Si bien yo traté de ser lo más amable y respetuoso posible, cada vez sentía la exasperación aumentar. 

Él repitió de forma continua que él nunca hacía eso, que él jamás "rogaba", y que debía sentirme avergonzado al haber hecho que él viajara hasta mi reino. Comentó que sabía que una relación con mi reino era muy beneficioso, pero que más que eso, su hija era lo que realmente importaba, y que no se la daría a cualquier rey. 

No supe qué contestar, así que lo escuché con atención. Rania también estaba presente en la reunión, y me miraba molesta, pero ella realmente no me importaba. 

El Rey había traído el tratado ya escrito con las condiciones y lo que significaría la unión para ambos reinos. También me permitía tener la boda en mi reino, lo que era algo que sí me gustaba. Estaba conforme con la mayoría de las condiciones, excepto una que otra que se notaba que era de más provecho para ellos, pero no me quejaría sobre ello, lo que en serio no podía aceptar era lo que me dijo:

— Mi hija me mencionó que lo que le molestó fue el hecho de no tener hijos. 

— Sí, considero que cinco años es demasiado tiempo para empezar a tener una familia. — Contesté. 

El rey asintió débilmente, pero me miraba con intensidad. 

— Conozco el rumor de que usted podría no ser de la realeza. — Soltó de la nada y sentí todos los ojos sobre mí. 

— Vaya, no sabía que había llegado hasta allá. — Bromeé, sin mucha gracia, en realidad. — Pero no, fue falso. 

Mateo me miró con intensidad, y sabía que no estaba de acuerdo con que yo mintiera, pero no me importaba. 

— Pues eso no es lo que me habían dicho. — Continuó el rey. — Pero bueno, sé que si su corte le permitió seguir al poder, fueron con algunas condiciones, entre ellas, supongo que el tener hijos, ¿no? El tener descendencia real. 

¿Cómo es que sabía eso? Creí que todo eso era secreto, pero alguien de mi corte estaba hablando y eso no me agradaba. 

— Bien, si usted ya cree saber todo de mí, ¿por qué está aquí? — No pretendía sonar tan grosero, pero así me salió. 

El rey se sorprendió de mi tono. 

— Como ya le había comentado, nuestra alianza es beneficiosa para mi reino. — No dije nada, esperando a que continuara. — Pero su regente no. 

Se refería a mí. 

— ¿Entonces? — No estaba logrando mantener mi apariencia de calmado. 

— En quien sí confío como regente, es en mi hija. Ella es estudiada, testaruda pero con corazón, cosa que no he visto en usted. 

No me gustaba para donde iba la situación, pero le permití continuar. 

— Por lo que, si acepto toda esta alianza, es al saber que mi hija será regente, también. 

— ¿A qué se refiere con eso? 

— Sé que en muchos reinos actualmente no toman en consideración a las mujeres, pero en el mío sí, y sé que son importantes y muy inteligentes, por lo que cuando ustedes se casen, ella estará al mismo nivel que usted. — En serio que ese rey era valiente, venía a mi maldito reino y me ordenaba cosas que ni siquiera estaban a discusión. 

— Bueno, podría considerarlo. — Mentí. 

— Es que no está a consideración, si ustedes se casan, será así. 

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