CAPÍTULO 15

34 1 0
                                    

Narra Esther

Cuando Elián me había besado al principio del día, me sentía mal, traicionera, hacia Acoran.

Y trataba de pensar que la carta era mentira, pero sabía que Elián no pudo haber sabido esa información a menos que Acoran se lo dijera.

Después de todo lo que había pasado en el bosque, sentía que merecía un descanso, que merecía ser feliz. Y me veía feliz al lado de Acoran, pero no le rogaría. Si él pensaba que no era suficiente, lo aceptaría.

Después de todo, sabía que él era una buena persona, y que había batallado para llegar a esa conclusión. Me repetía que él también merecía ser feliz, y sí por mi culpa tendría más problemas, yo tampoco lo aceptaría.

Aunque lo extrañaba mucho, me había hecho a la idea de vivir con él, casarme con él e incluso darle hijos.

Pero ya no pasaría. Tenía que aceptarlo.

Luego estaba Elián, ¿desde cuándo él sentía algo por mí? Siempre me trataba mal, ¿por qué sentiría algo por mí? Había algo que no me cuadraba, pero no podía negar que cada vez que me besaba sentía mariposas en el vientre.

Fui con Furia, ya que me sentía cómoda a su lado, y me puse a pensar. Heinrick me había dicho que él se haría cargo de ella, para que sanara bien, y yo estaba agradecida con él.

En cuanto llegamos, le enseñé las caballerizas y fui a hablar directamente con Alba.

Recibí regaños por haberme ido por parte de Alba, pero me abrazó con mucha fuerza y me pidió disculpas. No entendí por qué, pero no le preguntaría. Ella me dijo que podía contar con ella, y que a la próxima hablara con ella antes de embarcarme en un viaje peligroso. Lo tomé en cuenta.

Con algo de vergüenza, le expliqué a Alba que había conocido a Heinrick y que me había querido acompañar al reino.

Ella se vio molesta al principio, pero cuando lo vio en persona, vi sus ojos abiertos, pero no parecía sorpresa, parecía admiración.

Al instante se agradaron ya que hablaron animadamente e incluso me ignoraron. No me importó, ya que vi a Heinrick sonreír, y sabía que eso era bueno.

Alba le preguntó que para quedarse debía trabajar, y él dijo que tenía ningún problema. Le dijo que era bueno con los animales, pero que también podía hacer trabajos de fuerza. Alba le asombró que era bueno en muchas cosas y le dijo que ya le daría tareas.

Alba me dijo que ella le enseñaría el castillo y sus aposentos y básicamente me dejaron sola.

Yo aproveché para ver a Furia y a Pardo, quiénes se habían mantenido muy unidos desde que habíamos llegado al reino.

Azabache siempre relinchaba cuando me veía y yo pensaba que era porque estaba feliz. Cada vez crecía más, y eso me sorprendía.

Parecían una familia feliz y me gustaba verlos juntos.

Pasé el día con ellos, tratando de entender mis propios sentimientos. Algo me sucedía con Elián, eso era obvio, pero no terminaba de confiar que sus sentimientos fueran honestos.

También me sentía honrada de que él aceptara que sentía algo por mí, y conociendo lo orgulloso que era, debió haber sido muy difícil para él aceptar sus sentimientos.

En lo más fondo de mi ser, quería que Elián estuviera siendo honesto, ya que sentía algo de emoción al pensar mi vida con él.

Tampoco me quería olvidar tan rápido de Acoran, pero mis pensamientos siempre recaían en Elián.

Flesh of the dragonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora