Narra Esther
En cuanto reconocí la letra empecé a leer:
"Mi pequeña, debo decirte toda la verdad, pero ya no puedo verte a la luz de todos. Debes venir a nuestra casa antigua, el día de mañana en la noche. Estoy bien, si estás preocupada. Te lo contaré todo, y por fin podremos estar tú y yo. Ir a donde tú quieras, haremos todo lo que has querido en este tiempo que no he estado. Debes venir tú sola, si no nos pondrás en peligro a todos. Confía en tu padre, y todo estará bien. Cuídate mucho y asegúrate que nadie te siga.
Te quiere, A."
Fue un consuelo saber que seguía vivo, y estaba extasiada al saber que quería verme.
Esa era la otra opción que había buscado. Irme con mi padre, y ser sólo nosotros tres. Le pediría que nos mudáramos al campo, y no tendría las preocupaciones que tenía en ese momento. Por fin pude relajarme, imaginando esa vida que había deseado, pero aún mejor, recuperando el tiempo con mi papá.
Estaba feliz, recordando viejos tiempos, con papá, cuando en eso la puerta se abrió con fuerza y entró Elián muy molesto, nada nuevo. Al instante escondí la carta debajo del colchón y fingí otra posición.
Él vino directamente a mí, y pensé lo peor, que me golpearía, así que cubrí mi vientre y mi rostro. Él, sin embargo, se acostó y recargó su cabeza en mis piernas, abrazando mi cintura.
Estaba estupefacta por esa actitud, pero no podía negar que era algo lindo. Con cuidado, acaricié su cabello, y me di cuenta de que quería calmarse, y esperaba que mis caricias lo hicieran. Después de un tiempo, él dejó de respirar tan rápido y supe que se había quedado dormido.
Fue cuando vi mi gran y único impedimento de mi plan con mi padre, Elián, vino a mi cabeza. ¿Cómo me libraría de él? Ya sabía que por alguna razón él quería que naciera este bebé, así que no me dejaría irme para tener mi vida idílica, muy, muy lejos de él. Pero temía el salir y caminar por todo el castillo con el peligro de que alguien me reconociera y me trajera de vuelta a Elián.
Y lo más importante, estaba harta de mentir y escapar, temer por mi vida, y ya no era sólo mi vida, también la de mi hijo. Mientras veía a Elián dormir sobre mí, las palabras del otro Elián en mi sueño seguía presente. Él decía que esa podía ser mi vida, sólo si sabía toda la verdad sobre Elián. Y en parte eso haría con mi padre, sabría lo que es y tal vez con eso podría hacer algo.
En el fondo, quería que mi hijo tuviera un padre, y sí lo tenía, sólo que no sabía si sería bueno. Además, era un rey. Sólo anhelaba que él me eligiera, que eligiera a nuestra familia; pero prefería el poder, prefería ser rey.
Me dejé caer en la cama, tratando de no despertar a Elián y cuando miraba hacia abajo, ya veía mi abdomen crecido. Ya no era tan fácil de ocultar mi embarazo.
Elián despertó por una pesadilla en la mitad de la noche, y por su movimiento me asustó a mí también, despertándome. Él vio la posición en la que estábamos.
— Lo siento, fue una pesadilla. — Se excusó.
— Sí, me imaginé. No es problema. — Le sonreí y él apartó la mirada. — ¿Estás más tranquilo? ¿Puedo saber qué sucedió?
Él se estiró y se levantó, dándome la espalda. Entendí que era un "no". Me acomodé mejor sobre la cama, preparándola para cuando él decidiera acostarse.
— Nidia sabe que oculto algo. — Terminó diciendo. — La estúpida de Rania casi se lo suelta todo, sobre ti, sobre... Eso. No creo poder guardar más el secreto, mis criados quieren entrar para hacer su trabajo y no les dejo, ellos piensan que están haciendo algo mal. Los malditos consejeros están insistiendo por un maldito hijo.
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Flesh of the dragon
RomansaÉl la odia a pesar de que ella lo ama. Ella lo ama, a pesar de que él la odia. Él la quiere sólo por su cuerpo. Ella lo quiere por todo. Él oculta un secreto que puede acabar con el imperio y el mundo. Ella ignora sus secretos y quiere que la ame. S...