La hoguera de la justicia

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La observa con sus ojos topacio, un escalofrío recorre su espalda, toca el arma que le dio su padre antes de morir, símbolo del linaje al que pertenecía. Mira alrededor, los hombres están cansados, muertos o mutilados. La sangre deambula en la tierra profana, no se siente una brisa, como si el viento temiera acercarse al campo de batalla. La armadura roza su delicada piel, colmada de heridas.

Vuelve a examinarla, esta vez con una mirada suplicante, acaricia el hocico, sonríe para no llorar, —una más amigo, una más— monta a su dragón. Desde las alturas se arrepiente, pero resuelta a terminar con el sufrimiento de sus soldados, de sus mujeres y niños, de cada una de las almas que habitan este mundo; ninguna culpa tienen, que existan hombres capaces de hallar placer en el sufrimiento ajeno. Diez años en una guerra sin sentido.

A su señal, las apasionantes llamas construyen una hoguera e incineran lo que fue el poder de un tirano

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A su señal, las apasionantes llamas construyen una hoguera e incineran lo que fue el poder de un tirano.

—Entonces, qué me pueden decir de la historia de su compañera Mary— pregunta el profesor a los participantes del taller literario.


Fuego venenosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora