En las tierras de Drakorus tiene lugar un Torneo de Dragones, amistosa competencia entre jinetes y protegidos, o eso pensaba Aixa, hija del jefe de la aldea, precedida por el peso de las victorias de sus hermanos.
Frota secándose las manos del sudor, casi sin mantenerse en pie, su larga cabellera no encuentra lugar bajo el casco de bronce y la armadura pesa. Mira al frente con la nariz levantada y exhala para concentrarse en su objetivo. En ese día se convertirá en una de las primeras mujeres en la historia, que participe en el combate, para ser reconocida como guerrera. Admira el reflejo en el agua de una vasija de barro, orgullosa de haber llegado hasta ese nivel, ni los insultos, ni las burlas de los aldeanos son suficientes para empequeñecerla, ni siquiera los nervios a flor de piel. En la cabaña, rústica vivienda construida para los competidores, su madre irrumpe, como siempre esplendorosa, no por nada en su juventud le habían otorgado el título de la "dama más bella". —¿Cómo te sientes?— pregunta con un atisbo de duda. —Bien. —Aún estas a tiempo de dejar este capricho. —No— responde. —¿Estas segura? —Sí— lava un poco su cara.
Con su partida, Aixa se siente cada vez más sola, estudia su rostro en el contenido del recipiente y de un movimiento lo tira al suelo. A temprana edad percibió a quienes les concedían los halagos, destinados a decidir su lugar en el mundo, los hijos, por el simple hecho de haber nacido varones. Ella concebida para los quehaceres del hogar o el campo, en un futuro, casada con algún guerrero, sufriría maltratos y humillaciones, vida que estaba decidida a eludir. Acaricia la determinación, termina de colocarse la armadura, lista para salir y enfrentarse al público.
El evento fue preparado en el acantilado, donde comúnmente los sanadores asisten a los dragones. Los aplausos y gritos llenan la arena, hombres, mujeres y niños dan la bienvenida a los participantes. Algunas miradas se dirigen a la joven, alza el brazo para rendir tributo al pueblo y mostrar el orgullo de ser parte del combate. Un escalofrío recorre las espinas dorsales de las esposas mansas, al percatarse del vestuario, estas miran a sus esposos y ellos les devuelven un semblante serio. Los guerreros entrelazan sus manos a la altura del pecho, otros agarran con fuerza sus armas, sin entender cómo una fémina fue escogida para luchar como su igual.
Todos los contendientes se colocan en círculo alrededor de la máxima autoridad de la aldea. La chica busca la mirada de su padre, pero este no la quita del pergamino. La muchedumbre produce silencio y el sonido de los tambores se detiene. El jefe comienza su discurso. —No puedo estar más orgulloso de todos ustedes, cada uno ha llegado hasta aquí con sacrificio y persistencia en el aprendizaje, hoy se convertirán en hombres— pausa, observa a la chica de soslayo —fieles servidores de una noble causa, más antigua que nuestra propia existencia. Aquí traigo las reglas del torneo que muchos quizás las conozcan, pero independientemente de eso, les daré lectura. Cada joven debe haber llegado a la mayoría de edad. Pasar por la selección de un dragón, según la conexión que este desarrolle sobre su protector. La confección de las armaduras y las armas es responsabilidad del muchacho y de la familia. En el combate se permite el uso de las habilidades de su protegido, sin infringir heridas graves o que provoquen la muerte del contrario, de ser así serán retirados de la pelea. Por último, sus contrincantes son escogidos por el líder y los ancianos.
Levanta la mano, la señal para que dejaran libres a las criaturas. Cada uno aparece desde una entrada ubicada en algún extremo del lugar. Este es el momento de demostrar sus dones. Uno de ellos vuela y escupe una ráfaga de viento, casi los lanza fuera de la arena. El segundo se introduce en la tierra y abre varios túneles. El tercero expulsa llamas verdes, desde su hocico, sus oídos (que son unos pequeños agujeros a los costados de su delgado rostro) y a través de su piel, se asemeja a una antorcha viviente. El cuarto, tal vez el más esperado por la chica, es una dragona, se eleva en el cielo y su fuego se derrama en la arena, al principio nadie se sorprende, al aterrizar revela unas espinas venenosas en todo su dorso, esta especie era conocida como una de las más letales, ya que con solo un pinchazo cualquier ser, no importa su tamaño o fuerza, moriría en un segundo.
Las bestias toman los lugares de sus jinetes, el pecho de la guerrera se hincha de orgullo al ver a su protegida detrás, los demás la miran entre enojados y asombrados, muchos se preguntan —¿sabrá aprovecharla?— o —¡que desperdicio!—, pero todos coinciden en algo, ella posee en sus manos a la que posiblemente sea considerada la más peligrosa del torneo.
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Fuego venenoso
Fantasy¿Te gusta la fantasía? ¿Te entusiasman los universos mágicos llenos de criaturas fantásticas? Pues aquí encontrarás dragones, dioses griegos y quien sabe otros... guerreros, magia y mucho más. Con personajes interesantes y complejos, villanos y héro...