Sentencia del Señor

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Sola y desamparada, esperó a su amado por horas y estas se hicieron días, semanas, meses, hasta que terminaron en años. Resguardada en una montaña de desesperación ante la lluvia y el desdén de la sociedad, esperaba tranquila la llegada de ese, que prometió buscarla.

Enarbolaba una rosa, la que él le regaló, después de mucho tiempo no se ha marchitado y todos se asombraban tanto al contemplarla, que hasta la Torre Eiffel sentía envidia de ella.

En las calles de los suburbios, un silbido familiar se introduce en sus oídos, la anciana abre los ojos en su busca; por fin, vestido de traje y tan jovial como el primer día. No se percata de ella, tira una moneda y continúa su camino hacia la siguiente víctima de sus encantos demoníacos; así lo que fue longevo, se vuelve nuevo, el ángel bate sus pulcras alas y se alza en el cielo, apunta con una de sus flechas y elimina, tras un fuego esmeralda, a uno de los emisarios de Lucifer. Creyó que su amor sería suficiente para hacerlo cambiar, pero con ese gesto, a pesar de esperarlo por años, en ese mismo lugar donde una vez se besaron; entendió que siempre sería un sirviente fiel de la oscuridad.

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Fuego venenosoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora