En un segundo, todo se vuelve negro como el mismísimo infierno, como si cayera en los brazos de algún demonio. Kroll despierta asustado, zarandea las sábanas empapado en sudor, su corazón late de prisa, nota un temblor en sus manos y se pregunta cuándo será el día en que estas remembranzas dejen de acecharlo.
Hacedos años, después de vivir acontecimientos tan funestos en las zonas llanas dela región de Drakorus, el guerrero decidió ocultarse en las montañas, en unlugar lleno de naturaleza y paz, sin una sola alma que lo molestara einsultara. Esa marca no desaparecía ni con hierbas curativas, ni pociones. Enun intento de saber el motivo de tal castigo indagó en su memoria, pero solo encontraría sombras, borrones o fuertes dolores de cabeza al punto de hacerlo desfallecer. Si sus crímenes valían ese castigo, pues lo aceptaría hasta su último aliento.
Como cada mañana el hombre se levanta con los primeros rayos del sol, viste su túnica blanca de mangas largas, con zapatos de piel hechos a mano. Desayuna rápidamente, comienza con las primeras tareas del día: afila sus armas, corta un poco de leña junto a los primeros cantares de los pajarillos, da de comer a su pálida yegua y recolecta algunas plantas medicinales como el fruto del muérdago, con la mano izquierda para no ofender la divinidad de la planta. Muchos hombres longevos cuentan leyendas en torno a ella, se refieren a sus dones curativos y dan por hecho que es un regalo celestial de los dioses.
De regreso a su rústica cabaña, se percata de sus pocas provisiones y se decide a emprender un viaje hacia la aldea más cercana. Prepara lociones o brebajes para venderlas a los habitantes. Se pregunta si existirá una poción mortífera en caso de encontrarse con algún ladrón y obtiene un latigazo mental, estudia el lugar donde se encuentra la marca debajo de su manga para recordar la angustiosa verdad, si un día los aldeanos se enteran de esto lo castigarán de la forma más cruel.
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En una de las regiones más conocida por sus huestes de dragones, tiene lugar una feroz contienda. El líder y sus guerreros intentan sofocar la agresión de los cazadores, mientras sus mujeres ocultan a niños y ancianos en las profundidades del bosque. Las criaturas se alteran de tal forma que algunos escupen fuego contra las casas y árboles. Sin premeditarlo una lluvia de flechas viajan en contra de los protectores, y al no escapar de ellas a tiempo provocan el esparcimiento de cuerpos desangrados en el suelo. El jefe abre sus ojos con tristeza —no saldremos de esta—susurra para sus adentros, observa a los hombres y grita a viva voz —¡al ataque!— dirige la espada hacia el frente, toma la empuñadura y proyecta un mensaje hacia su hija, gracias a los dioses ella heredó algunos de sus dones.
—Morgana, toma a tu hermano y tu madre. Escapen y no miren atrás— una espada alcanza el corazón y da su último aliento.
El alma de su primogénita se estruja, sus lágrimas caen como pequeños diamantes relucientes. Encuentra a su familia en la arboleda. La esposa del jefe se alarma cuando escucha pasos que se acercan. Abraza a su hija, observa los ojos verdes vidriosos y se aparta sin necesitar explicación. Se arrodilla en el suelo y un haz brillante decapita a la mujer. La joven se paraliza, pierde el habla, examina las caras de los niños en busca de su hermano menor y con un movimiento de muñeca lo arrastra hacia ella. Sus poderes no están muy desarrollados, pero al menos puede ejecutar esta sencilla acción. El enemigo asesina y daña al resto de los pobladores. Ella intenta luchar con los pocos conocimientos que posee de sus habilidades. La rama de un árbol asciende en el aire y golpea a sus rivales con saña. Bram le advierte —cuidado— muy tarde, la toman del pelo y los apresan.
El sanguinolento campo de batalla es un recuerdo que jamás podrá quitarse de la cabeza, sobre todo los cuerpos de los dragones. Sus atacantes los llevan ante su líder, Ilios El tuerto.
—¿Por qué traes ante mí a unos niños pequeños?— levanta la barbilla y envaina la espada.
—La chica tiene poderes— le comunica, Misos.
—Y de qué nos sirve.
—Es fuerte, sería una ventaja contra las demás aldeas, algo inesperado, y si no quiere cooperar tenemos un incentivo— señala al infante. Ambos ríen al unísono.
—Pudiera funcionar— El tuerto coloca un dedo en su labio inferior —en última instancia los compradores de esclavos nos darían una buena recompensa por ella.
Los consanguíneos se miran horrorizados. La joven aún no sabía cómo, pero haría todo lo posible para salir sanos y salvos de allí.
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Fuego venenoso
Fantasy¿Te gusta la fantasía? ¿Te entusiasman los universos mágicos llenos de criaturas fantásticas? Pues aquí encontrarás dragones, dioses griegos y quien sabe otros... guerreros, magia y mucho más. Con personajes interesantes y complejos, villanos y héro...