Cap. 2

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Tobias Rogers
Veo por la ventana el camino a casa, después de varios días en el hospital, como casi siempre, los malditos tics hacen que tenga accidentes horribles y me provoco que mis compañeros de escuela se burlaran de mi y tuvieran que educarme en casa. Me pongo a pensar en que llegaremos a casa y mi hermana no me recibirá. Las imágenes del accidente no se borran de mi cabeza, recordar los gritos de dolor de Lyra y yo no poder hacer nada para ayudarla. Tengo la mirada perdida, desearía que todo hubiera sido diferente.

—¿Como te sientes, hijo?—pregunta mi mamá sacándome de mis pensamientos.

—He estado mejor.—respondo llevándome la mano a la boca para morderme las uñas. Mi madre ve lo que hago por el espejo pero no me dice nada.

Al llegar a casa, veo otro auto aparcado, es el de... papá...

—¿¡Que hace él aquí!?—cuestino molesto e indignado.

—Tu padre quería verte.—responde mi madre tranquilamente.

—¡Ni siquiera fue capaz de ir a ver a Lyra antes de morir.—me cruzo de brazos y frunzo el ceño.

—El estaba borracho, no podía conducir.—pongo los ojos en blanco al oír eso.

—No me sorprende.—murmuro molesto.

Bajamos de auto y caminamos a la entrada. Al abrir la puerta veo a mi padre sentado en la sala esperándonos. Al verme él se pone de pie y se acerca, se queda frente a nosotros un buen rato en un tranquilo y hermoso silencio.

—¿Y qué tal un abrazo de bienvenida?—si pregunta hace que me moleste por haber arruinado el silencio que tanto disfrutaba.

Lo ignoro y paso de largo. Subo las escaleras y voy a mi cuarto. Me siento en la cama mirando al suelo, volteo a ver la mesita de noche, en la que se encuentra una foto de mi hermana. La tomo y la contemplo por unos segundos. Si bien no puedo sentir dolor físico, preferiría sentirlo antes que sentir el dolor emocional, es una completa mierda.

Abro mi cajón y de él saco un cúter. Me lo paso por los brazos pero no siento nada, intento profundizar las heridas y hacer más cortes, pero nada resulta.

Me rindo y guardo el objeto filoso. Me acuesto en la cama boca arriba y mi mente se queda en blanco. Poco a poco cierro los ojos y me quedo profundamente dormido.

Me levanto a eso de las 3am y por curiosidad me acerco a la ventana. A lo lejos, puedo distinguir una silueta, es más alta de lo que puede una persona normal, pero noto algo peculiar, no tiene ojos, ni nariz, ni boca, no tiene expresión alguna, su rostro es completamente blanco. Me quedo mirando otro rato pero todo se vuelve negro.

Despierto en la cama. "¿Habrá sido un sueño?" pensé.

Cuando me levanto siento un dolor fuerte en la cabeza, y con mucho esfuerzo llego a la puerta. Bajo las escaleras y veo a mi madre limpiando y a mi padre viendo televisión.

Le hago una seña a mi madre para que se acerque, ella lo hace y yo me inclino para decirle algo al oído.

—¿Cuando se irá?—susurro discretamente.

—No lo sé.—contesta ella tranquilamente y se va a continuar con sus deberes.

Miro con odio a mi padre y subo a mi cuarto nuevamente. Veo mi pared de fotos cuando todavía éramos una familia, pero entonces, mi padre se volvió en un alcohólico violento, que golpeaba a mi madre y mi hermana, y yo al no sentir dolor, optaba por encerrarme en una habitación a oscuras, eso causó que tuviese claustrofobia. No me importaba que me golpeara, no siento dolor, pero a mi madre y mi hermana... jamás le perdonaré lo que nos hizo.

Sanando tu corazón-Ticciwork Donde viven las historias. Descúbrelo ahora