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Cerré mi diario, y lo dejé en donde estaba, debajo de otros viejos libros que eran de mi abuelo. Suspiré y por más que fuera de tarde, por más que el sol apenas brillase afuera, y tenía la posibilidad de salir a algún parque o al mismo Starbucks, no tenía ganas de moverme de donde estaba. Me volví a arropar con las mantas que antes estaban sobre mi cuerpo, mi cama estaba ubicada en una hermosa vista hacia la ciuidad. Podía ver el -casi- atardecer por ella.

Coffee ⇢lashtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora