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Encerré un poco más mi mano, imaginado que eran los delicados labios del rubio ejerciendo presión sobre mi polla. Recosté mi espalda contra los azulejos, los cuales estaban fríos, pero por suerte no sentí tal cambio de temperatura ya que mi cuerpo estaba más que caliente y los azulejos no hacían nada al contrario.

Coffee ⇢lashtonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora