C2: Alfas y omegas dominantes

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Los días pasaron y el cumpleaños de Katsuki llego, estaba muy emocionado por haber cumplido los ocho años y por fin darle a reconocer a su nuevo amigo que tenían la misma edad y él no podría mandarle. Por lo que Izuku tiene la obligación de enseñarle la nieve y también como regalo de cumpleaños.

Afuera la gente se preparaba para festejar el cumpleaños de su futuro líder.

Katsuki salió emocionado de su hogar y preparado para caminar en dirección al bosque hasta que una mano lo detuvo.

—Katsuki-kun.

—¿Que quieres?

—Ten.

La pequeña uraraka le entrego una rosa como regalo de cumpleaños.

—¿Que se supone que haga con esto?

—Es un regalo para ti.

Katsuki lo pensó por un momento y pensó en dárselo a alguien más.

—Bien, lo tomaré ¡Pero no pienses que solo porque tú me lo diste lo agarre!

Antes de que alguien dijera algo más Katsuki salió corriendo simuló que iba al lago donde todos se bañaban, desvío su camino y comenzó a correr en dirección a donde recordaba que estaba su amigo.

Al llegar no vio a nadie.

—¡Deku!--- Comenzo a gritar mientras daba vueltas por un árbol, ya cansado comenzó a gritar con más fuerza hasta que alguien se acercó corriendo por detrás de él y le cubrió la boca.

—¡Shh! No debes gritar o él sabrá que estás aquí.

Katsuki suspiro aliviado de que el niño apareciera, su garganta ya le dolía por tanto gritar.

Se dió la vuelta y noto un moretón debajo de su ojo.--- ¿Que te paso ahí?

—Fue cuando me golpeaste con la rama. ¿Que haces aquí? Pensé que ya no vendrías.

—¡Es mi cumpleaños!--- Dijo el niño emocionado recordandolo.--- Ahora tengo ocho años y ya no puedes mandar sobre mi.

—Pero el año que viene volverá a ser mi cumpleaños y yo seré más grande que tú.

—Entonces yo desaparecere y volveré para cuando sea mi cumpleaños y así tendremos la misma edad, jamás podrás mandar sobre mi.

—Eres raro.

---Si si, como sea, ahora debes enseñarme la nieve.

—Te había dicho que aún no era temporada de nieve, además aún si habría no puedo llevarte a mi reino.

—¿Porque no?--- Dijo desanimado el niño.--- Nadie sabes que soy un dragón

—Aun así el líder es muy malo, nadie desobedece sus órdenes, no quiero que te maten.--- Izuku agachó la mirada y jugo con su colita.--- Eres mi primer amigo.

Katsuki se sonroja.--- B-Bueno... Yo ya tengo amigos pero eres el primer niño al que no considero molesto, así que siéntete honrado.

—Mejor exploremos el lugar.--- Comento Izuku emocionado.

Él tomo su mano y juntos comenzaron a caminar, encontrando distintos animales, bichos y acantilados. Llegaron hasta una cueva  que parecía sombría pero era fresca y limpia.

—Esta será sin dudas nuestra cueva.--- Dijo Katsuki mirando a su alrededor.--- Las lianas que están en la entrada simulan una puerta por lo que crecerá con el tiempo, yo mañana traeré un cartel que diga que es nuestra cueva y ningún extra podrá entrar.

—Podemos traer cosas como velas para alumbrar.

—Tambien frazadas y almohadas para hacer pijamadas.

Ambos niños estaban emocionados por sus ideas y por lo que pensaban que ocurriría en un futuro.

Cuatro años después

Katsuki escuchaba con orgullo sus resultados, era un alfa, un jodido alfa dominante, solo debía esperar el momento perfecto para escapar y contarle a su amigo que era un alfa dominante y saber que era Izuku.

Izuku sabía desde antes que era pero cuando quiso contarle a Katsuki este se negó rotundamente a saber y que sabría cuando esté también lo supiera.

Cuando Katsuki estaba por salir hacia la cueva dónde se reunía con Izuku, su madre lo detuvo.

—¿Ahora que?

—Debemos hablar, tienes doce años, eres alfa y debes saber ciertas cosas.

—Luego, ahora debo hacer algo importante.--- Katsuki sin más se fue ignorando los gritos de su madre llamándolo.

En cuanto desapareció de la vista de los demás, Katsuki comenzó a correr en dirección a la cueva dónde solía encontrarse con él, al llegar las lianas ya eran más largas y cubrían por completo que había una cueva ahí, eso era un beneficio para ambos.

Al entrar Izuku estaba en la cama simulada que hicieron, sentado mientras abrazaba sus rodillas.

—Ya llegué.

—Estaba por dormirme aquí.

—Al fin ya se que soy.--- Katsuki camino hasta él, se quitó la capa y sus botas para tomar asiento alado de izuku.--- Adivina que soy.

—Alfa dominante.

---¡Ja! ¡No! Soy un alf....--- Katsuki lo miro sorprendido por lo que dijo.--- ¿Cómo mierda lo sabes?

—Tu aroma a caramelo quemado es muy fuerte y se sentía a kilómetro sabía que eras un alfa pero lo de dominante lo dije por decir.

—¿Que eres tú?

---Omega dominante.

—¿Puedo olerte?

Izuku separo su rostro de sus rodillas y miro sonrojado al rubio alado suyo. Suelta un suspiro y comienza a soltar un aroma suave y dulce para el rubio. El se acercó a su cuello para poder oler mejor.

—¿Menta?

---Sip.

Katsuki recuesta su cabeza en el hombro de el.--- Me preguntó cómo serán los celos.

—Supongo que la primera vez lo pasarás solo hasta que te consigas una Omega o un Omega para pasarlo en compañía.

—Que asco, no hay nadie que me llame la atención y prefiero pasarlo solo

---Son pensamientos de ahora pero quizás en un futuro lo quieras hacer.

---¿Tú estás interesado en eso?

—¿Que? ¿El celo?

—Si, idiota, ¿Ya tienes a alguien en mente para pasarlo juntos?

—No se trata de si tengo a alguien o no, creo que tengo prohibido pasar mis celos con alguien, si es que tengo en mente pasarlos con alguien.

—¿Porque?

---Somos de clanes distintos Kacchan, tus reglas son muy distintas a las mías.

---¿Entonces la leyenda sobre el tirano Hisashi son reales?

—Claro que si, él aún gobierna y tiene para un buen rato.

Katsuki decidió cambiar de tema y comenzaron a hablar sobre otros temas hasta que la noche llegó.

—Creo que será mejor que vuelvas--- Le dice Izuku al rubio mientras se levantaba.

---¿Tu no volverás?

---Debo buscar frutas antes de volver, se lo prometí a un abuelito.

—Mmm está bien, nos vemos mañana.--- Katsuki le dió un besito en la mejilla para luego irse de la cueva.

Izuku soltó un suspiro y volvió a recostarse en la cama improvisada, no tenía muchas ganas de volver a su hogar por esta noche, aunque al otro día se lleve una buena, o mejor dicho mala, regañada.

Dos Mundos, Un Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora