10: "Messages and Doctor Wells"

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-Hey-dijo Barry entrando por la puerta de mi cuarto con una taza de café en su mano. Se recargó en el marco de la puerta y le dio un sorbo a su café. Levanté la vista de las cosas que estaba acomodando y sonreí.

-Hasta que despiertas, dormilón-le dije y el rió. Barry y yo nos habíamos quedado dormidos en el sillón mientras veíamos las películas.

Desperté cuando escuché los ruidos de la televisión, abrí mis ojos poco a poco, acostumbrándome a la luz que entraba por la ventana gigante que estaba atrás de la televisión y enfrente del sillón donde estaba yo durmiendo. Me molesta el sol. Odio el sol. Siempre, desde pequeña, me molesta el sol. Me encantan los climas cuando está todo nevado, cuando llueve. La lluvia, no es por ser cliché, pero me encanta. Me siento tranquila en la lluvia y, curiosamente, nunca he cogido un resfriado por estar en la lluvia; cosa que siempre hago. También me gusta cuando neva pero, desafortunadamente, no vivo en un lugar donde neva.

Lo vergonzoso del asunto aquí, es que estaba arriba de Barry. No sé si entienden, pero estábamos pecho contra pecho, mi cabello rozando su cuello, sus brazos en mi espalda. ¿Cómo habíamos llegado a esta posición?

Me levanté con cuidado y le di una almohada a Barry para que la abrazara. Empecé a limpiar el departamento, descubriendo que él nada bueno para hacer palomitas. Limpié la cocina, mi cuarto hasta que llegué a la sala. Barry seguía dormido y me arrodillé frente al sillón. Me agaché y saqué los vidrios del vaso que se me había roto ayer. Estiré la mano y los saqué todos, los tiré a la basura. Me asomé por debajo del sillón para asegurarme que no hubiera ninguno: positivo. Quedaba un pedazo de vidrio un poco grande debajo del sillón. Estiré mi brazo debajo de sillón y lo toqué, moví mis dedos y lo alcancé. Me paré del piso. El vidrio se me resbaló de las manos, moví mis manos por todos lados intentando de atraparlo pero me corté con él en la palma de mi mano. Grité. Barry abrió los ojos.

-Vuelve a dormir, Barry, esto es solo un sueño-le dije con la voz más dulce del mundo. Al menos así creería que era un sueño, no tengo una voz dulce. Cerró los ojos y volvió a dormir.

Heché un vistazo a mi mano, tenía una cortada desde el dedo meñique hasta el pulgar. Estaba sangrando como loca. Vi mi mano sangrienta con horror, ardía como mil demonios. Entré en pánico pero respiré hondo, me concentré en la cortada que ardía demasiado. Empezó a arder más, esto no era un método efectivo. Cerré los ojos, me concentré en otra cosa y respiré hondo. Pensar en otra cosa me ayudaba a controlar el pánico. Caminé lentamente a la cocina y me lavé la cortada. Me puse una venda y seguí recogiendo la sala. Entré a mi cuarto y guardé una ropa. Escuché a Barry levantarse del sillón e ir por una taza de café. Me quité rápidamente la venda y vi mi cortada, estaba más cerrada, no completamente pero estaba más cerrada. Estaba a la mitad sin ningún tipo de cicatriz.

Ahora estoy aquí hablando con Barry.

-Dormí muy-dijo y estiró sus brazos hacia arriba, lentamente, haciendo que todos sus huesos tronaran-Bien

-Que bueno-le dije mientras pasaba por al lado de él con ropa en mis manos para lavar.

-¿Qué haces?-me dijo mientras me seguía, entramos al cuarto de lavar.

-Lavando mi ropa-le dije mientras la metía en la máquina y le ponía jabón. Señoras y señores, por si se preguntaban; efectivamente, aunque suene imposible, Ann sí lava su ropa. Ella misma.

-Oh, ¿Quieres que te prepare un té?-me dijo mientras le daba el último sorbo a su café.

-Pues, sí, gracias-sin decir más, Barry se retiró en rumbo a la cocina. Yo terminé de hacer todo lo que quedaba para lavar mi ropa. Salí de ahí tomando la taza que me dio Barry, de té. Nos sentamos en el sillón a ver la televisión.

The Flash ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora