Capítulo 7

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Nikolai regresó a su clase con la cara de estupefacción más impresionante que sus compañeros hubieran visto en toda su vida. Y sin decir ni una palabra o hacer escándalo como normalmente lo habría hecho, fue y se sentó en su lugar.
 
Incluso al profesor de historia le pareció extraño, pues sabía de sobras que ese muchacho era alguien demasiado energético y hablador. Pero, había una rutina con la cual seguir y les pidió a todos que escribieran lo que iba a dictar a continuación.
 
Su cabeza se habría quedado centrada en escuchar sobre Egipto y todas esas cosas, pero la voz de Fyodor resonaba a cada instante en su interior. ¿Cómo alguien con ese melódico hablar podría sentirse apenado de ello? Es decir, él se sentía fascinado con eso, ¿existiría una sola persona en el planeta que pudiera llevarle la contraria?
 
De pronto, se perdió en el dictado y apenas puso la fecha, todo por estar pensando en el ruso. Suspiró de una forma que no supo reconocer, iba cargado de algo en concreto, pero no sabía qué. Se giró en la silla buscando a Akutagawa con la mirada, pero él se resignó a mirarle.
 
Rodó los ojos con fastidio, ese amargado nunca le ayudaba en nada pero bien que le entraba al chisme.
 
Pasaron las clases, al ser el primer día oficial de Fyodor en el instituto, era normal que se estuviera acoplando a su horario recién. Moría de ganas por verlo otra vez, su ansiedad se disparaba cada que sonaba el timbre para la siguiente materia y sus pasos eran más apresurados que de costumbre.
 
Entonces, al tener un par de minutos libres antes de su siguiente hora, se topó con Dazai. No pudo evitar que una pequeña mueca de disgusto se dibujara en sus labios, después de todo, podría ser un posible adversario en su encrucijada amorosa. Aunque, era bien sabido por todo el mundo que si al castaño se le ocurría cometer una estupidez, Nakahara le cortaría lo que llevaba entre las piernas y lo usaría de llavero.
 
Sonaba mal, pero era la verdad. Si algo odiaba Chuuya eran los engaños y las traiciones, así que, si en algún momento aquello llegase a suceder, Dazai no viviría lo suficiente para arrepentirse.
 
— ¡Heeeeey, pero si es mi corredor atleta favorito!– le saludó con su típico tono juguetón — ¿Vamos de camino al campeonato mundial o qué?
 
— De camino al anexo, querrás decir– le corrigió igualmente divertido, los dos siempre usaban la máscara de la risa — Pues no me fue tan mal
 
— Lo sé, lo sé, Akutagawa-kun ya me contó que te la pasas con el cerebro en las nubes– mencionó burlón, Nikolai bufó sin sorprenderse en lo absoluto — Sólo te digo que puedes ir y pasar un bonito rato con tu nuevo amigo, Chuuya dice que tienes todo el derecho a querer buscar el amor
 
— ¡N-No estoy buscando eso!– se negó de inmediato, su rostro rojizo delataba su vergüenza — Es que… bu-bueno… ya lo escuché hablar y-y…
 
— Sereno, Niko; tranquilo, calmado y sereno– le puso pausa a su nerviosismo — Llevas… ¿cuánto? ¿6 años sin una pareja?
 
— Eso no es lo importante, me conoces desde jardín de niños igual que Sigma y él no me anda diciendo que quiere ser mi padrino de bodas– respondió sonriente, sus hombros se movían exageradamente — Además, ni siquiera sé si esto vaya a durar
 
— Ojojojo, yo creo que si
 
— Dazai, ser guapo es algo que llevo en la sangre, no en la cara
 
— ¿Y eso qué? Yo me enamoré de mi ChuuChuu hablando por mensajes hasta que me gritó “¡Ten huevos para invitarme a salir, bastardo!” en plena graduación
 
Nikolai se rió de eso, lo recordaba casi como si fuera ayer. A punto de salir de su anterior escuela, ellos tenían toda una historia de amor y odio detrás, pero nada les impidió seguir siendo pareja como lo son hoy. Ni siquiera que Verlaine, uno de los papás de Chuuya, quisiera darle un levantón a Dazai luego de presentarse formalmente como novio de su hijo.
 
Aún trabajaban en esa relación yerno-suegro, por cierto.
 
Pero, Dazai tenía razón en ello. ¿Qué podía esperar realmente de alguien que se moría de los nervios tal sólo para saludarlo con la mano? Y no es que tuviera algo en contra de eso, solamente que si quería de su atención también tenía que demostrar verdadero interés.
 
Charlaron otro poco, sonó el timbre después, obligándoles a tener que despedirse. Al menos ya tenía más en claro lo que debería hacer ahora, sin la necesidad de espantar a Fyodor con su segunda interacción.
 
Para su suerte o desgracia, Akutagawa también le fue con el chisme a Sigma, por lo que su asiento en la siguiente clase fue justamente al lado del ruso. Tragó en seco, la profesora Yosano ya se estaba colocando sus guantes y gafas de química, indicando que casi comenzaba la práctica.
 
Debían hacer algo relacionado a los métodos de separación y bla bla bla, solamente prestaba atención cuando tenían prácticas compartidas con el chico explosivo. Él si sabía poner las cosas entretenidas.
 
Pero no, hoy no había ni limones ni risas maquiavélicas provenientes del laboratorio, sólo su corazón teniendo una reacción química digna del enamoramiento cuando vio a Fyodor usando su bata blanca. Santos átomos de hidrógeno, hoy estaba siendo uno de los mejores días de su vida.
 
— La primer pareja que resuelva el ejercicio de la página 203, le regalo medio punto extra– anunció la mayor de todos — No hagan que nada reviente, tengo suficiente con los de ingeniería, muchas gracias
 
— ¿Pueden ser de 3 los equipos?
 
— Parejas significa 2, pero si quieren un trío yo no juzgo
 
— ¡Inviten!
 
Pues ni modo, él era de los que no soportaba un silencio demasiado largo o incómodo. Tenía que decir eso si o si, aunque el grupo de la esquina lo estuviera criticando como ya era costumbre. Era su modo de hacer reír al resto de sus compañeros, así por lo menos reducía un poco su estrés y los veía sonreír unos minutos.
 
Pero, su propia felicidad era casi tan nula como sus ganas de trabajar ahora. Tenía muchísimo sueño, y recién comenzaban la práctica. El lado bueno es que le tocaba hacer pareja con Fyodor, y que podría verse profesional con lo que hacía, compartiendo juntos ese medio punto extra. ¿Qué mejor manera de decirle “cásate conmigo” que dejando como tontos al resto de sus compañeros?
 
— Hola, otra vez– habló detrás suyo mientras se colocaba sus propios guantes y bata — ¿Cómo vas con tu horario nuevo?
 
— Es… está bien, creo– contestó en voz baja, estaba tomando medidas de las sustancias que iban a necesitar — ¿M-Me das el tubo de ensayo, p-por favor?
 
— Sip, ten
 
— Gracias… a-ah, ¿tú… t-tú estás bien?
 
— Claro que si, yo siempre estoy bien– aseguró sin ningún temblor en su voz, aunque en gran parte estuviera mintiendo — ¿Te ayudo en algo, o puedes con todo, Lavoisier?
 
— Lavoisier se casó con una niña de 13 años

Háblame // FyolaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora