Su día era... interesante.
O, bueno, lo estaba empezando a ser.
No se consideraba el típico estudiante payaso de la clase, simplemente le gustaba hacer reír a los demás cuando lo necesitaban y era muy rara la ocasión cuando no lo hacía durante las clases.
El más chistosito era Dazai, entre todos los estudiantes de distintos años se encontraban incontables categorías de alumnos y maestros. Porque así se dividía esta jungla tan mística y llena de descubrimientos llamada escuela.
Durante sus años de niño bien portado que enorgullecía a su poca familia, aprendió que lo mejor era firmar su sentencia de muerte el primer día. Y así fue, hizo un chiste, las personas se rieron, se ganó su reputación.
Le encantaba poder sacarles una pequeña sonrisa aunque fuese durante unos segundos. Porque la felicidad de otros era la suya, ya que, parecía que un payaso no tenía ninguna otra función.
Así fue, un semestre tras otro, un año más en la misma institución con los mismos compañeros de toda la vida.
Pero, honestamente no tenía una relación tan íntima con ninguno de ellos. Sus verdaderos amigos habían decidido estudiar diferentes especialidades, él había tenido cierto interés por la poesía y por ello es que se separaron.
No tenía quejas, y, aunque las tuviera, no sería capaz de expresarlas.
Su vida era más aburrida de lo que parecía, esa era la razón por la cual amaba tanto ir a la escuela. Su casa era un triste y vacío rincón de absoluta nada, llena de polvo y soledad, un hámster como su única compañía.
No le gustaban mucho los espacios tan desolados y en silencio.
El silencio era odioso para sus oídos.
Justamente, el silencio que ese chico nuevo emitía era... interesante. No le parecía molesto ni irritante como los demás silencios que había estado acostumbrado a escuchar durante toda su vida, parecía más un silencio donde puedes escuchar tu respiración y el bombeo de tu corazón.
El suyo sonaba acelerado. Demasiado.
— Adelante, puedes presentarte– indicó el director Natsume que en algún momento había llegado — Jóvenes, silencio
— Pasa, pasa, no seas tímido– dijo cálidamente la profesora Kouyou — Aquí nadie muerde... excepto por Ryūnosuke, pero no te preocupes
El salón rió ligeramente por la pequeña broma, pero sus labios ni siquiera se movieron ni un milímetro demostrando gracia o diversión.
Los demás se callaron, expectantes a lo que pudiera salir de su boca.
— Yo... s-soy Fyodor– soltó finalmente, tan débil y suave que podría asimilar a un pequeño ruiseñor — Dostoievsky... F-Fyodor Dostoievsky
— Muy bien, Fyodor-kun ha venido por un par de semanas debido a un programa de intercambio en la cual nuestra institución está registrada, por lo tanto se quedará con ustedes durante este lapso de tiempo– explicó el director — Quiero que le den una bienvenida apropiada, muchas gracias
— Fyo, ¿dónde quisieras sentarte?– le preguntó la maestra — Puedes tomar cualquiera si es que tienes alguna condición especial
— No, no tengo ninguna– respondió apenas audible, apretó la correa de su mochila — ¿Podría asignarme un lugar usted, por favor?
— Oh... con gusto– accedió — Mmmjum... ¿qué te parece si tu lugar es junto a Niko? Es muy bueno socializando y su colorida manera de ver las cosas seguro te ayudará con este cambio tan drástico de ambiente ¿no crees?
Mierda.
Mierda, mierda, mierda.
¿¡Que el nuevo se iba a sentar dónde!?
Se perdió mirando por la ventana de su alma, esos ojos tan bonitos que le miraban imponente, acechando a un pobre conejito blanco que esperaba ser sacrificado en ofrenda al demonio.
Mentiría si dijera que no le causaba nervios tenerlo a una distancia así de corta.
Su noción del tiempo desapareció cuando el chico nuevo se le quedó mirando por tanto tiempo, simplemente fingía no estar sintiéndolo con los ojos clavados en su... ¿cuello?
¿Tenía un bicho o qué?
Y la maestra Ozaki se fue cuando el timbre sonó, pero nadie se animaba a hablarle al pelinegro. Fue extraño, ya que la gran mayoría de veces todo el mundo se le acercaba de inmediato a los alumnos nuevos.
Pero, podía entenderlo.
Fyodor se veía un poco aterrador.
Cuando el profesor Kunikida llegó justo a tiempo para su turno de clases, se vio obligado a dejar todo de lado para prestarle atención a las funciones trigonométricas de bla, bla, bla...
Nunca entendía ni mierda.
Luego, un papelito le cayó casi que del cielo.
Y desde allí supo que Dos-kun no sólo era excepcional por tener un aparente acento ruso.
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Les doy aclaraciones después, esto lo hice a las prisas porque se me ocurrió y ya KAJDKAJDJAKA NO LO PUDE EVITAR
Explicaciones después, ansiedad ahorita
LES DESEO ÉXITO CON EL CÓDIGO AJAJAJAJAJAJAJA 😈
¡Gracias por leer!
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Háblame // Fyolai
FanficPareciera que ese chico no hablaba mucho, al menos, no de la manera en la que todo el mundo lo hacía. Y aterraba a todos, aunque él lo veía encantador. = AU Estudiantil = Preciosa portada hecha por @HERO_EraserHead