Capítulo 17

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La mañana siguiente le cayó a toda la ciudad con forma de nieve, y por más impresionante que fuera, aun tenía que levantarse en contra de su voluntad para llegar a tiempo a la facultad. Ni quería hoy, lo único que lo motivaba era Fyodor y contarles del chisme de ayer a todos.

Akutawaga se iba a ahogar con un típico ataque de tos por la sorpresa. No podía esperar a llegar, aunque le encantara el panorama blanco porque le recordaba tanto a la piel del ruso, ver por la ventana del salón de clases igualmente le daba inspiración. Inspiración... Fyodor podría ser su tema esta vez.

No sonaba como una mala idea. Todos los años se hacía un concurso de declamación por parte de los encargados del taller, la vez pasada no pudo asistir ni participar por haber recursado una simple materia, pero ahora quizás podría.

Primero, necesitaba un tema; procesar la idea, entender el concepto, ser uno mismo con el concepto, hacer un borrador, tener dos mil crisis porque no le gustaba el resultado completamente y luego irse a presentar con más impulso de idiotez que racionalismo. Y hace rato que vio la invitación pegada afuera de la biblioteca, ya tenía suficiente material.

Sólo que le daba miedo, mucho, para ser sinceros. Cuando quedó en primer lugar aquella vez fue por un ataque de pánico que se convirtió en un subidón de adrenalina y que luego fue una crisis nerviosa donde acabó llorando en los baños. No fue talento, fue un accidente.

Pero lo lograría, si que si, tenía que dejar esas estúpidas cadenas de nerviosismo y complejo de inferioridad para hacerle saber al mundo que no estaba hecho de algodón. Acabaría con todos ese día, quedaría nuevamente en el primer puesto, y esta vez sin llorar.

Sonaba fácil, lo difícil era cumplir esa fantasía.

Tal vez por eso quiso salir de su país y comenzar a hacer las cosas por su propia cuenta, que aunque la amplia mayoría de veces no salieran tan bien como esperaba, por lo menos lo intentaba. Y quería demostrarles a sus padres que no necesitaba de su ayuda y su manipulación para ser sobresaliente, ya lo era, simplemente le hacía falta un empujón.

Amaría que Fyodor lo impulsara a caerse de un edificio de 30 pisos y ayudarle a darse cuenta del enorme progreso que había estado teniendo a lo largo de los últimos 2 años. Cuando inició su vida social, tuvo buenos amigos, trató de evitar los vicios y malas compañías, sintiendo que finalmente su vida le pertenecía.

Ese quizás sería un buen inicio. Tenía un pequeño cuaderno color azul obscuro sobre la mesa, estaba algo maltratado y añarado justamente por las crisis, pero podría pasar desapercibido como un simple desgaste. Tomó su pluma favorita, faltaban otros 30 minutos para que iniciara la clase.

Si las cosas salían bien, mañana al menos podría ser capaz de tener el concepto básico de lo que quería hacer.

"Háblame"
"N. G."

Bueno, tenía un inicio y la hoja que no se encontraba totalmente en blanco, era un buen comienzo. Ese era el título, no lo quería cambiar, así se iba a quedar, ni los Dioses le obligarían a quitarlo y poner otro.

Reunió un par de ideas primero, como la lluvia de ayer que lentamente fue cayendo sobre ambos y les guió para que cierta cosa sucediera. Blanco, nieve, invierno, primavera, botón de cerezo, pétalos, lavanda, púrpura, violeta, galletas de nuez, pinturas, paisajes, timidez, flores, miel, Rusia, hielo, frío, patinaje, brillo, sol, calidez, compañía, amor, Fyodor.

Sin siquiera darse cuenta, ya tenía una hoja completa por lado y lado de lo que intentaba retratar. Todo lo que le recordaba a Fyodor y los sentimientos que conllevaba pensar en él, en su sonrisa, sus ojos y cada uno de los aspectos de su personalidad. Lanzó un suspiro al aire, sin percatarse de quien estaba detrás suyo.

Háblame // FyolaiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora