Voz Silenciosa - Jack Conway

19. Tal como eres

El sabor del alcohol no parece quemar mi garganta, por primera vez después de un evento traumático soy capaz de levantarme de la cama, eran las doce del mediodía y llevaba horas bebiendo bajo la supervisión de Horacio, Volkov se había ido de nuevo a la comisaría a hacer unas llamadas a varios aeropuertos, a la comisaría de Los Ángeles y con suerte a Michelle Evans.

Me siento ahogado en mi propio cuerpo, me había mentido, me había hecho creer que quería estar conmigo, con su hijo para después clavarme el puñal por la espalda. Diferentes dudas cruzaron mi mente y el estrés se incrementaba a medida que el alcohol subía por mis venas hasta la cabeza pero todavía no perdía la consciencia.
Escuché la vibración de mi teléfono, estaba en la mesa de la cocina así que con la botella de Whisky me acerqué para ver quién estaba llamando, cuando lo leí los ojos se me pusieron en blanco, era Gordon, preocupado por no haberme visto en comisaría. Fui empático con el aunque estuviera a punto de liberar a mi demonio interior y contesté a desgana.

— ¿Estas ahí , García? — Preguntó tras notar que lo unico que se escuchaba era mi aliento maloliente. — García, por que no has venido a trabajar.
— Por que estoy borracho. — Fui honesto, lo estaba.
Escuché un suspiro al otro lado de la línea.
— ¿Pasó algo? 
— Mi padre me abandonó ayer, una vez más, ¿Es eso suficiente razón para faltar al trabajo para ti? Deja de llamarme de una puta vez, trabajaré cuando me salga de los cojones. 

Colgué de forma instantánea el teléfono, no había podido ser más claro, quizás era el efecto del alcohol pero por primera vez había podido expresarme como quería, después de tanto tiempo encarcelándome a mi mismo de mis sentimientos, reprimiéndolas hasta no sentir nada, estaba cansado, agotado.
¿Qué sería lo próximo? ¿Hace cuanto no sonrío de forma genuina? Una vez más estaba hundido en la más absoluta mierda, no me quedaba nada más por hacer por que por más que lo había intentado no había podido ser mi mejor versión y por no serlo, había echado a mi padre de mi vida, tal y como una vez había hecho conmigo años atrás.

— ¿Qué has hecho Gustabo?
— He hecho lo que tenía que hacer, no quiero putos reproches. — Dejé la botella de alcohol encima de la mesa y me senté en el sofá, cuando caí sentí como si cerebro se batiera dentro de mi cabeza, me toqué la frente.— Así que ahórrate los comentarios.

— Gustabo, tu no eres así.
— Yo no tengo la culpa de ser como soy, échale la culpa a Jack, el me convirtió en lo que soy ahora. — Lo miré a la cara, me di cuenta de que estaba molesto.

— No puedes pagar tu rabia con los demás, haces daño.

— ¿Quién coño se ha preocupado por como me sentía yo, Horacio? Si lo hicierais me hubierais dejado morir, es lo puto mejor para mi. — Horacio me pegó un puñetazo que hizo que girara mi rostro hasta el lado izquierdo rápidamente, eso había dolido.

— No vuelvas a decir eso delante de mi, no eres el único que sufre ¡Podrías parar de ser tan egoísta por una vez en tu vida! Si no quieres pensar en como estaría Volkov, vale pero ¡Métete en mi piel joder! Prometimos que estaríamos juntos hasta el final y yo por lo menos cumplo mis putas promesas.

Horacio había sacado genio finalmente aunque fuera para decirme la verdad a la cara, no podía matar a su hermano, era lógico y por lo menos había demostrado que si fuera por el, hubiera estado conmigo en todos mis malos momentos pero decidí abandonarle antes que causarle problemas. 
Después de que dijera eso escucho su sollozo, había algo en el que lo hacía estar extremadamente sensible y el culpable era yo, una vez más. Cuando levanto la cabeza mis ojos se contagian de sus lágrimas puras, llenas de bondad y me levanto para abrazarle, nunca lo había escuchado llorar tan enérgicamente como ahora, sus pulmones se inflaban y soltaban el aire en sollozos y llantos, lo apreté entre mis brazos y el me puso lo más cerca que podía de el.