38. Destino Final

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T O N Y    P O I N T    O F   V I E W

"Sí, lo soy, soy tu hijo."
Aquello fue lo que le contesté ayer y pareció estar conforme con la respuesta. Viajé con el cadáver desmembrado de Salinas en mis pies, o lo único que quedaba de el, su cabeza la cual cada vez que abría el saco parecía culparme, sus ojos apagados, su mirada muerta me calaba hasta la médula. Hacía lo imposible para esconder mi tristeza esforzándome en mantenerme callado, por que sabía que me iba a quebrar si una sola palabra saliera por mi boca.
Cuando aterrizamos Jack se separó de nosotros y fue a entregar la cabeza de Salinas en la puerta principal de la base, yo preferí no presentarme en ese momento así que esperé el resto del día y a la noche aproveché que todos estaban durmiendo para salir y ver como estaban las cosas dentro de la organización, sobre todo intentaba calmar las aguas aunque yo también me muriera de ganas de matar a ese viejo.
O quizás debería dejar de negarme que desde mi opinión y punto de vista, Jack Conway tenía razón.

Cuando entré en la base por la puerta trasera sentí el aroma de la tensión, no había nadie caminando por el exterior así que supongo que estarían agrupados todos juntos. En estos momentos sentía que quizás no había sido muy buena idea venir pero era mi responsabilidad como parte de esta organización el comprometerme.
Empecé a escuchar voces alteradas a medida de que iba subiendo las escaleras que llevaban a una sala de reuniones del puerto, no podía negar que estaba algo indignado, las decisiones de la mafia desde que yo me había infiltrado ya no me representaban y sentía que ellos también me habían traicionado, habían convertido este proyecto que yo tenía con mi hermano en un nido de basura infecta con el apellido más manchado de toda Italia.

— Cálmate Carlo, ¿No te das cuenta de que Jack busca una puta reacción? — Igor parecía algo cansado, todos tenían los ojos hinchados y yo en cambio parecía fresco aunque estuviese destrozado.

—No puedes ser tan ingenuo de caer en su trampa. — Añadió Hai

Nadie me había visto entrar o al menos preferían ignorarme, solo una persona de la sala me miró y cuando yo le devolví la mirada volvió a mirar sus pies, esa persona era Heredia que había venido a apoyar seguramente acompañado de Fedor, me encantaría que el reencuentro hubiese sido más cálido.
Carlo tenía delante de sus pies el saco ensangrentado que aún contenía la cabeza de Salinas, en este momento yo prefería mil veces no estar aquí, pero ya no era un niño pequeño que podía escapar de los golpes sin miedo a quedar como un cobarde, por que era eso, era un niño.

Ahora soy mayor y tengo que afrontar los problemas, tal y como nuestro padre nos enseñó.

Me adentré un poco más en completo silencio, de repente todos parecían volverse mudos y parecían acusarme con la mirada, yo solo miraba a mi hermano que había agarrado el saco con lo que quedaba del cadáver de salinas en su mano derecha y caminaba en mi dirección, cojeando y con la expresión de desprecio máximo postrada en su rostro.
Metió la mano en el saco y agarrándola del pelo la levantó en el aire y me la enseñó triunfante, el hedor era asqueroso y los ojos empezaban a tener manchas negras al estar en descomposición.

— Maldito sea el día en el que te protegí, Tony. — Me mantuve frío, trataba de mirar a Carlo y no a lo que sujetaba en su mano derecha. — ¡Te confié todo y ahora Salinas esta muerto!
Carlo me tiró la cabeza de Salinas al pecho, yo cerré los ojos, aquello había sido muy grotesco y una falta de respeto enorme al abogado, di un paso hacia atrás.
— Eres un monstruo... Traidor hijo de puta, ¡Salinas esta muerto por tu culpa!

Voz Silenciosa - Jack ConwayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora