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Era una mujer muy delgada, un poco alta, con cabello lacio de color negro, ropa blanca un poco manchada parecido a un vestido o una bata que caminaba descalza, al menos eso parecía si no la mirabas bien hasta al poner mucha atención podías ver que en realidad levitaba del suelo, mantenía sus manos en su cara como si llorara mientras iba por el camino casi a un lado de la carretera.

Un lamento estrepitoso se hizo presente al poco, resonó por todo el lugar mientras aquel espíritu soltaba alaridos dejando tu piel erizada, era un grito de dolor, desgarrador como si la estuvieran torturando de la peor forma posible. Mientras más tiempo pasaba el llanto se iba haciendo más fuerte, el clima cambio de un momento a otro volviéndose más frío, tanto así que al respirar ya podía verse como un pequeño vapor saliendo de nuestras bocas, a cualquiera le daría un escalofrío de solo estar aquí presenciando esto.


Los cuatro estábamos observando, analizando todo desde detrás de los árboles cerca de unos arbustos a una distancia prudente de la carretera para no ser detectados por ese ente errante.

—Es el fantasma de una llorona —Dijo Calavera serio, pero algo confiado, como si no fuera nada.

—¿La llorona?— Pregunto Tecolote volteando a verme en búsqueda de respuestas.

—No, exactamente no es la que todos conocen.—Le respondí— Este tipo de fantasmas pertenece a una típica categoría de fantasmas que lloran, por lo general suelen ser mujeres, por el impacto de estar muertas entran el shock en la mayoría de veces... Pero a veces es por los acontecimientos antes de morir, sufrieron tanto que murieron de depresión, por no decir que se quitaron la vida, la tristeza suele ser tanta que ni la muerte la puede salvar y terminan de este modo. Muchas veces esa tristeza también se puede volver odio volviendo lo un espíritu negativo y maligno. Estos fantasmas son atraídos por sufrimiento. Pero no sé porque esté se quedó aquí.

Me quedé pensando, meditando el porque de su localización, donde transitaban vehículos, no parecía haber muerto atropellada aquí, aunque era verdad que esas mujeres se quedan en un lugar también cambian por seguir la tristeza, pero lo curioso es que no cualquier mujer fantasma podía llevarse gente, está no parecía ser de esa clase. Estaba llena de tristeza sí sin embargo el odio era el que termina dándole ese gran poder vengativo y ella no se quejaba; característica de un ente vengativo, llorar, quejarse de lo que odia o por lo que le fue arrebatado. Si este ser fuera callado ahí si me preocuparía mucho más.

—Tecolote no te separes mucho de mí, voy a entrar.—Le advertí a Tecolote.

Pensaba dejarlo a esta distancia, justo aquí, oculto no obstante si mi corazonada era cierta, terminaría en peligro estando solo y eso no me lo podría permitir, sería una barbaridad de mi parte.

—¿Qué? ¿Estás loco? ¿Irás contra ella así nada más? Debemos atacar por sorpresa.— Calavera replicó desde atrás.

Calavera parecía querer ser el que diera las órdenes aquí, a pesar de que soy el de mayor grado y experiencia, típico de un agente que cree saber todo por ser el mejor... y no digo que yo no haya tenido esa fase cuestionando a mis mayores en rango, incluso hasta a mi padre. Sin más demora ignorando sus preguntas comencé a caminar directo hacia la fantasma, ya estaba más cerca cuando un auto paso en ese instante y la fantasma se detuvo, yo hice lo mismo en seco, las luces de ese auto la atravesó y se notó lo traslúcida que era en realidad.

—Hola, ¿me puedes decir dónde está la verdadero fantasma?—

La fantasma volvió a llorar apenas termine mi pregunta, dejando su antebrazo sobre sus ojos. No me respondió, pero parecía que mi corazonada era cierta, fácilmente podría atacarme si fuera la que se llevó a todos los desaparecidos, volví a hablar con una voz calmada como siquiera empatizar con ese ser.

Papá soltero [ZaDr]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora