32. 𝑯𝒆𝒂𝒓𝒕-𝑺𝒉𝒂𝒑𝒆𝒅 𝑩𝒐𝒙

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Noviembre 11, 2001

Por fin llegó el tan ansiado festival de cultura, un día especial para muchas personas que buscaban conseguir el amor verdadero y exponer sus verdaderos sentimientos.

Hoy no hace sol, los cuervos cantaban y revoloteaban sobre los campos de trigo, y la gélida brisa anunciaba la inminente llegada del invierno, los estudiantes de último año alistaban sus exámenes de admisión y otros, simplemente se dejaban llevar.

Pero este día será el decisivo para Josuke Higashikata, un joven de dieciocho años de edad, más alto que el promedio, de una saludable pero fuerte complexión, digna de admirar y envidiar, poseedor de un gran corazón y unos bellos ojos profundos similares a dos agujeros negros en el cielo estrellado.

Con ayuda de su madre, una bella mujer que perfectamente podría pasar como su hermana, ha creado la declaración de amor perfecta para su amada T/n, una chica con quién tenía una bella amistad, la cual fueron construyendo con el pasar de los meses.

— ¡Ya quiero ver la carita de mi futura nuera cuando vea este presente! —gimoteó Tomoko, llena de ilusión, juntado ambas manos a la altura de su boca y cerrando sus ojitos con fuerza, rezando porque todo le salga bien a su hijo.
— ¡Pará mamá! No le digas así, me avergüenza un poco... —le respondió su hijo, mientras llevaba su mano tras su nuca y un leve rubor coloraba sus mejillas.

La mañana de aquel día arrancó, y Josuke corrió a toda potencia para al fin abrazar a su querido tío Giogio, a quién tenía meses de no ver. El pequeño rubio estaba de espaldas y a su lado, de la mano estaba su amado novio y mano derecha, Guido Mista, cuando fue interceptado por el gigantón de Josuke, con sus 190 centímetros de altura, envolvió y levantó al jefe de Passione entre sus brazos, luego de meses de llamadas telefónicas al fin miraba a su pariente.

Mista, Narancia y ahora, el reintegrado Fugo, saludaban a su añorada Trish, fue un emotivo reencuentro para un grupo tan unido, casi como nuestra banda en Morioh.

—Yare Yare daze... Josuke ayúdame a bajar al viejo, sigue aturdido por el viaje... —Era Jotaro que, como un milagro, aceptó la invitación de su joven tío, siempre es un buen momento para volver a la portuaria Morioh, traía su deslumbrante gabardina, tan blanca como los luceros, esa que solo él sabe lucir tan bien y su infaltable gorra con sus pines metálicos tan peculiares. 

Cuatro Joestar en el mismo lugar, ¿Que podría salir mal?

Comenzó el festival, y cada quien estaba en su salón designado, en los festivales, las distintas atracciones están activas cada ciertas horas, así los alumnos pueden los visitar diferentes proyectos de sus amigos.

La casa del horror funcionaba de maravilla, los chicos del club de ocultismo "invocaban" entidades y Yōkais pero en realidad eran los Stands de los chicos, quienes a parte de hacer funcionar toda la escenografía también se disfrazaban para asustar a los visitantes.

— ¡Maldita sea! no se puede confiar en ustedes, les dije que usarán sus Stands solo cuando fuere necesario, no son atracciones de circo —les gritó Jotaro, como todo un papá enojado.
— ¡OH MY GOD! ¡sácame de aquí Jotaro! ¡Todavía no quiero que me lleve la parca! —chilló el viejo Joseph, mientras Okuyasu le acechaba vestido de la muerte.
—Viejo, no seas ridículo, ¿Acaso no los reconoce? Ese de ahi es el tonto de Okuyasu y él de allá solo es el stand del ridículo de tu hijo —el peli negro señaló a Crazy Diamond, el cual se dirigió a abrazar y calmar a su padre.

Se hicieron las diez de la mañana y la casa del terror cerraría unas cuantas horas, era el momento idóneo para que nuestros jóvenes tortolitos pusieran cada quien sus respectivos planes en acción.

T/n corrió en dirección opuesta a Josuke, en todo el día solo estuvieron juntos para hacer funcionar la atracción pero no para pasear por el festival, se supone que era una cita, pero tranquilos, el día aún no finaliza.

Recorrer aquellos pasillos que día a día frecuentaban ambos era nostálgico especialmente en esta fecha, verlo lleno de vida, decoraciones y visitantes, te hacen recordar las miles de cosas viviste ahí, sean buenas o malas.

Cada salón era una atracción distinta, pero T/n tenía un destino al cual llegar, al Maid Coffee, la chica casi se va para atrás al ver como una larga fila de hombres buscaba entrar a degustar del café, si bien había llegado a tiempo para las lecciones de arte con chocolate, no contaba con la fuerte presencia de comensales en aquel reducido lugar.

Por su lado Josuke, tropezando con todo y empujando a medio mundo se abría paso hacia su objetivo, junto a su madre habían hecho una pequeña cajita en forma de corazón, y dentro de ella, recuerdos de cada cosa que ambos habían vivido a lo largo del año, le parecía demasiado cursi, casi rosando lo empalagoso pero sabía que T/n valoraría cada una de las cosas que él guardo de sus salidas y tiempo juntos. Dentro de todo aquel revoltijo de papeles, dulces, fotografías y memorias, se encontraba un pequeño anillo con un diamante hecho por él mismo, por supuesto, Josuke era experto en manipular la materia a su antojo y sabía que de un trozo de carbón podía originar diamantes, fuertes y brillantes como él.

"De algo tenían que servir las clases de química" Pensaba el chico, agradecido por el don que se le había conferido.

T/n al fin logró entrar al café y justo a tiempo, no era experta cocinando ya que siempre recibía ayuda de Rohan, esta vez sin él, tenía que apañárselas sola.

— ¡Muy buen chicos! Es hora de sacar nuestras bolsas de chocolate, la leche y los moldes! — las chicas del salón 2-A eran muy amables y pacientes para ayudar a los principiantes, T/n se sentía confiada y segura, hasta que una voz conocida la saludo llena de emoción.

𝘒𝘦𝘦𝘱 𝘰𝘯 𝘴𝘩𝘪𝘯𝘪𝘯𝘨, 𝘙𝘰𝘶𝘨𝘩 𝘋𝘪𝘢𝘮𝘰𝘯𝘥 [JosukexReader]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora