11. También tuve a alguien a quien amé.

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Cameron tomó mi mano con la suya y me hizo detenerme, me quedé ahí de pie mientras las lágrimas resbalaban por mis mejillas sin razón. Ninguno de los dos dijo nada más por un largo momento, solo estuvimos ahí, con nuestras manos entrelazadas en un silencio que se escapaba y gritaba con fuerza. 

—¿K? —Cuando por fin lo escuché llamarme de nuevo, las lágrimas en mis mejillas habían desaparecido, sin embargo, aun dolía, su voz, todo, dolía. 

—Yo... Solo deja que me vaya. 

—¿Tienes miedo de mí? — preguntó, su mano se deslizó de la mía, un vacío quedó ahí donde se unía con mi propia mano. 

No dije nada. 

—¿Qué es lo que sucede? 

—¿Qué es lo que quieres de mí? Nos conocimos por casualidad en el tren como cualquier otra persona y solo eso... Yo... Estoy cansado de esto. —Cerré los ojos y suspiré, Cameron se acercó un poco más a mí, podía oler el humo de tabaco mezclado con la menta en su ropa, volví a alejarme. 

—¿K?

—Deja de llamarme, ¡estoy harto! — grité, él asintió despacio. 

—Perdón, en ningún momento fue mi intención hacerte sentir de esta manera. Solo esperaba... 

—¿Podrías solo decirme lo que quieres de mí? Por favor, solo... 

—No necesito nada especial de ti, si es a lo que te refieres. 

—Entonces, ¿por qué...?

—Me gustas. —Sonrió, lo miré, su sonrisa se volvió un poco tímida y fijó su mirada a su vez en el suelo. 

Mis manos temblaron, mis ojos volvieron a llenarse de lágrimas que se derramaron sin aviso, las quité con furia de mi rostro. Tragué con fuerza, mi garganta volvió a doler. No quería que él dijera eso o sintiera eso por mí. Maldita sea. No.

Es por eso que no podía ni quería escuchar lo que Cameron tenía que decir de mí, si de alguna manera yo fuera algo importante para él como decía, no podía simplemente quedarme a ver como me odiaría y me despreciaría al saber que vendía mi cuerpo para mantener a mis padres y a mí mismo.

No podía, ni quería saber cómo reaccionaría al saber que tenía un extraño fetiche con las manos de otras personas y como eso me había llevado a acostarme con otros hombres solo para conseguir placer y como en muchas ocasiones no importaba si me golpeaban o no, si me insultaban y degradaban solo por un poco de compañía en días en los que me sentía solo, inútil, como un imbécil. Era simplemente una persona asquerosa y estaba bien para mí, solo para mí, pero estaba consciente que eso no se aplicaba a todas las personas. No, claro que no. 

—¿Te gustan los hombres? — susurré, él guardó silencio, lo escuché cambiar su peso de un pie a otro con insistencia. 

—No. 

—¡¿Qué diablos pasa contigo?! — grité de nuevo mientras tomaba el cuello de su camisa con mis manos, lo empujé y él trastabilló un par de pasos atrás.

—Lo siento, K. Quizá solo esté confundido, pero realmente lo dudo, entonces yo...  

—¡¿Crees acaso que quiero escuchar toda esta mierda de ti?! 

—Yo... 

—Me voy a casa  ahora. 

Podía escuchar su voz llamando en la oscuridad. 
Podía escuchar sus pasos detrás de mí. 
Podía escuchar el sonido de mi corazón latiendo con fuerza en mi pecho. 
Pero no iba a detenerme, ya no. 
Seguí corriendo sin detenerme, sin mirar atrás.
Algo se rompió dentro de mí en miles de cristales de colores y estaba bien. 

K (BL +18)  [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora