12. Perdón.

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—Shh... Hey, está bien.

Sus labios recorrieron los míos con suavidad, demasiado nerviosos, pero a la vez tan firmes que asustaba. 

—Cameron... —Su nombre salió en gemido tembloroso, su risa envolvió la habitación, su aroma a menta y tinta se quedaron en mi nariz y ahora parecía ser el mejor olor del mundo para mí.

—No digas nada, todo va a estar bien, te lo prometo — susurró. 

Sus labios se quedaron un momento más sobre los míos, sabía tan bien, él era tan cálido, tan malditamente familiar que me sentía mareado. Sus manos estaban debajo de mi jersey gris, sus dedos largos y su suave palma acariciaban mi piel con deseo, un gemido más alto escapó de mis labios, sus dientes me mordieron con suavidad mientras se alejaba un poco de mí para verme. 

—¿Quieres que vaya más despacio? — preguntó, tomó mi mano y besó suavemente la parte interna de mi muñeca y me estremecí casi al instante.

—...Cameron...

Otro gemido se deslizó por mi garganta llenando el silencio de la habitación, sonrió y me abrazó contra su cuerpo, observé los lunares recorrer su cuello y parte de su pecho.

—¿Quieres que me detenga?

—Es... Yo...

—Haré lo que tú quieras, K. Solo no me pidas que me detenga, ¿sí?

—¿Estás... ? ¿Estás seguro? — pregunté, sonrió y sus manos se posaron en mis mejillas presionándolas con cariño, el café de sus ojos me miró con seriedad. 

—Jamás había estado tan seguro de algo como esto. 

—Pero soy... 

—¿Qué? ¿Hombre? —Asentí, sus manos dejaron mis mejillas, suspiró pesadamente y dio un par de pasos dentro de su habitación, la poca iluminación proyectó su silueta por el suelo de madera, las sombras siguieron el recorrido de su espalda desnuda.

Observé cómo sus músculos se movían al mismo tiempo, como su piel era de un tono claro y delicado, lo ancha que era y cómo a medida que llegaba a su cintura y caderas reducía su tamaño haciéndose más estrecha.

—Sé que eres tú, eso me basta. —Su voz llegó desde el otro lado de la habitación, me miró mientras su cuerpo se reclinaba contra el escritorio lleno de libros y papeles. 

—Ni siquiera me conoces. 

—Lo que conozco de ti me gusta, es suficiente por ahora — murmuró, buscó algo entre los papeles y los libros, cuando por fin lo encontró, me di cuenta que era un paquete gastado de cigarrillos, sacó uno y lo puso en sus labios, sacó un encendedor plateado del cajón y la llama anaranjada brillo con intensidad en ese lugar. 

—¿Y después?

—No lo he pensado, K. Pero te daría todo lo que poseo solo porque no te vayas, en verdad lo haría. —Exhaló un poco de humo gris al techo. 

—Eso es... Es demasiado. —Me encogí de hombros y él me sonrió. 

—Perdona, quizá sea porque llevo un largo tiempo esperando ver el azul de tus ojos o la forma en como desconfías de todo, no lo sé. 

—Mmm...

—Ven aquí — susurró, lo miré con atención, él estiró uno de sus manos llamándome, sonreí como un idiota mientras recorría la habitación, nada nunca me había parecido tan cómodo.

Me acerqué con pasos vacilantes, a pesar de que no estaba seguro de lo que él quería o de lo que yo mismo quería, me dejé llevar por su sonrisa ligera, por la manera en cómo en sus mejillas se formaban un par de hoyuelos imposibles de ignorar y como el rubor subía discretamente de su cuello hasta su rostro. Me abrazó contra su cuerpo y todo estaba bien, todo se sintió mejor, una parte de mí se sintió triste y feliz al mismo tiempo, era como llegar a casa después de un largo tiempo. Estaba bien, aunque fuera una mentira, aunque durara poco. Apagó su cigarro contra la madera del escritorio, no dije nada, solo me quedé ahí, rodeado por un par de brazos que mañana podrían desaparecer. 

Está bien. Todo está bien. Bien. Bien. 

—No puedo dejar de pensar en ti, K. —Sus labios se presionaron contra mi oído, sus brazos rodearon mi espalda con fuerza, como si temiera que pudiera salir corriendo y la verdad es que quería hacerlo. 

Después de haberlo llamado por teléfono a mitad de la madrugada y haberle contado una parte de mí, él había venido a buscarme, no hizo preguntas, no me dio palabras de aliento, tampoco preguntó si era verdad todo lo que había dicho o quién era la persona a la cual me refería. No me cuestionó sobre mi sexualidad o algo parecido a eso, simplemente me hizo subir a su auto y condujo en silencio mientras yo lloraba en el asiento junto a él. Me trajo a su casa y bebimos café en silencio por lo que parecieron horas. Y no me sentí más solo.

Besó mi mejilla y se alejó de mí, su mirada se dirigió a mi rostro, no dije nada. Si esperaba o no una respuesta a lo que acaba de decir tendría que seguir esperando por mucho más tiempo. 

Su voz llegó a mis oídos de nuevo.

—¿Puedo besarte de nuevo?

—Yo... 

No esperó a oír mi respuesta simplemente sus labios chocaron con los míos con demasiada fuerza, cerré los ojos y seguí apresuradamente el ritmo de su suave lengua en mi boca. Sus manos se deslizaron suavemente por mi abdomen, mientras sus caderas se movían con fuerza, un ligero gemido se arrastró por su garganta casi de forma perezosa. Clavé mis uñas con fuerza en su espalda cuando sus caderas empujaron con más insistencia dentro de mí. 

Las lágrimas corrieron por mi rostro, él me miró, sus ojos oscuros algo desenfocados se quedaron en los míos por un instante, sonrió y acercó con suavidad su rostro al mío, besó mis mejillas y entrelazó una de sus manos con la mía. Me aferré a su mano con fuerza, luego de mucho tiempo  aun podía sentir que alguien me deseaba, que alguien estaba ahí y no solo para desahogarse con mi cuerpo, sino para realmente amarlo con fuerza, en silencio, entre cuatro paredes que eran tranquilas y sinceras. 

Podía escuchar sus gemidos suaves contra mi piel, como el rubor subía por mi cuerpo y como tocaba ligeramente algo precioso con mis manos. El temblor de sus labios buscando los míos con desesperación, su respiración difícil, el suave toque de sus manos y sus dedos sobre mis caderas y glúteos. 

Deseé poder conservar todas esas sensaciones conmigo. Deseé poder quedarme a su lado y amarlo, tal vez. Deseé muchas cosas en esos momentos, mientras él entraba en mi cuerpo con fuerza, pero de forma delicada y amable, cómo si me conociera y no deseara hacerme daño. 

Me miró a los ojos, su risa llegó a mis oídos, sus hoyuelos me hicieron recorrer su rostro con ternura. Sus manos jalaron mi cabello con fuerza y sus labios volvieron a besar los míos, ya no sabía a los cigarrillos que había estado fumando, ahora simplemente era él. 

Lo escuché susurrar en mi oído, recargó su rostro entre mi hombro y mi cuello, sonreí. Me reí. 

—Es primavera — susurré, él levantó el rostro, enarcó una ceja, volvió a besar mis labios. 

—¿Primavera?

—Mi nombre, significa primavera  — él sonrió y me abrazó.

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[CAMERON]

Desperté, mis manos buscaron por instinto al otro lado de la cama esperando encontrar su cálido cuerpo desnudo, mis manos se cerraron en la soledad y el frío lugar a mi derecha. Abrí los ojos rápidamente, la luz de mitad del día se filtraba por las cortinas de la ventana, no había nadie. Una hoja blanca estaba en su lugar, una sola palabra. 

《PERDÓN》

La rompí en pedazos. K, se había marchado de nuevo. 

K (BL +18)  [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora