17. ¿Él y yo? No, no hubiera funcionado

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Miré el puente brillando, me quité las lágrimas que aún caían por mis mejillas y observé el lugar donde Cameron había desaparecido, el olor a menta de su ropa aún estaba en mí, era tan estúpido. 

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La madera de la puerta se sintió fría bajo la palma de mi mano. Respiré profundo y traté de calmarme un poco, había corrido todo el camino solo para poder hablar de nuevo con él. ¿Una estupidez? Tal vez lo era, pero solo tenía dos opciones: la primera era dejarlo ir después de todo el tiempo que habíamos pasado juntos y la segunda arrástrarme y decir la verdad por primera vez en mi vida.  

Toqué con fuerza la puerta esperando que abriera y me abrazara, sin embargo, no lo hizo, solo me dejo ahí, esperando por él, por algo más. Las horas pasaron y él no salió, vi el amanecer filtrarse por los edificios lejanos y por la ventana, iluminando el pasillo con luz dorada. 

Cerré los ojos y trate de dormir un poco. 

La puerta se abrió a mitad de la tarde, Cameron me miró por un instante antes de salir y caminar junto a mí en silencio, me levanté de dónde estaba sentado y tomé su mano con la mía, pero él se apartó bruscamente de mí.  

—No me toques.

—Tenemos que... 

—No tenemos que hacer nada, K. Creo que has sido claro en todo — murmuró mientras se alejaba hacia el elevador.

Ya no tenía lágrimas para derramar, así que, solo lo miré caminar lejos de mí. 

—¿Cameron?

—No vuelvas a llamarme o a buscarme, solo dejémoslo así. 

—¿Qué tal si...— comencé, él se detuvo y el elevador se abrió en ese instante, un par de personas bajaron de él y caminaron por el pasillo a mi lado, esperé a que se marcharan, Cameron se quedó de pie.

—¿Qué tal...? ¿Qué tal si te dijera que me he... me he prostituido durante años para poder vivir? —El nudo en mi garganta se hizo más grande, mis manos temblaron, pero ya lo había dicho, ya no había vuelta atrás después de todo. 

—¡¿Qué demonios acabas de decir?! — gritó.

Me encogí de hombros porque estaba decidido a no llorar más, quizá podría ser frágil y débil, pero estaba cansado y solo necesitaba que él me tomara en sus brazos para sentirme mejor. 

—¿Qué pensarías? ¿Me perdonarías?

Él me observó de arriba a abajo, sus labios se apretaron en una línea fría y amarga, cerró los ojos un segundo y volvió a abrirlos, su mirada estaba calmada, no dijo nada, sencillamente se marchó dejándome atrás. 

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[TIEMPO DESPUÉS]

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No volví a ver a Cameron después de eso. No corrí detrás de él como todos esperaban que hiciera, tampoco lo busqué o lo llamé, aunque hubieron días en los que lo necesite profundamente. Hubo noches en las que despertaba y su cálido cuerpo no estaba ahí y su olor se había perdido hacía mucho tiempo. 

Cameron solo era un recuerdo más que dolía y todavía tenía muchas cosas que decirle, pero ya no encontraba razones para decirlas o inclusive pensarlas, no podía ir corriendo y decirle que me perdonara cuando lo orille a irse. De todos modos no hubiera funcionado.

No quería estar solo, pero ahora lo estaba, y podía contar las horas, los días y las noches que lo estaría de ahora en adelante. Mis días se redujeron en incontables botellas de lo primero que encontraba, en innumerables cajas de cigarros y muchas personas con las que acostarme por algo de dinero. Dejé a un lado mi gusto por las manos, ya no importaba, solo necesitaba a alguien para poder olvidar lo que había ocurrido con mis padres, con Cameron, conmigo mismo. 

Vi a Mina un par de veces, pero ella ya no estaba interesada en seguir conmigo mientras arruinaba mi vida con alcohol y personas desconocidas. Tampoco vi a mi padre, nunca entendí si estaba o no en la cárcel por lo que hizo, no quería descubrirlo, poco me importaba ya. 

Volví a casa una vez más, después de eso no volví a ese lugar, no podía vivir ahí cuando la voz de mi madre y su silueta aún se encontraba en los pasillos de ese sitio. Era fácil después de todo, solo tenía que olvidarlos como todos lo hacían conmigo.

¿Qué tan difícil podía ser?
                                                 

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[CAMERON]

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A todos lados a donde iba podía verlo. No importaba donde estuviera, él aparecía. En la acera de enfrente, en la misma cafetería, caminando por el parque. No parecía importarle lo mucho que deseaba que desapareciera de mi vida, él sencillamente estaba en mi día a día, en mis noches y en los recuerdos que arañaban mi mente constantemente. 

Pensé que dejarlo ir sería difícil, pero jamás creí que rompería mi corazón de la manera en que lo estaba haciendo.  Creía estar bien, pero cada vez que volvía a verlo sólo en el vagón de tren mirando el suelo y a las personas pasar, parte de mí quería correr de nuevo hacia él y abrazarlo, decirle que lo lamentaba y que todavía lo necesitaba, a pesar de que él no era más una definición de locura en mi vida. 

Recuerdo haberlo visto borracho en la parada del tren, sus ojos parecieron mirarme un segundo y luego se apartaron y caminó junto a mí para subir al vagón. Tal vez él no lograba verme más o quizá simplemente mi rostro y mi presencia no eran más que un recuerdo amargo y triste en su vida que había borrado, no lo sé. Hubieron días en los que lo vi tomar la mano de un extraño y caminar de prisa por la calle. También discutir con alguien cerca de un hotel y ser golpeado en el rostro por esa persona para luego solo sonreír y devolver el golpe con fuerza.

Recuerdo que quise correr a su lado, que quise preguntarle si se encontraba bien o si quería ir a casa conmigo, pero no pude acercarme porque había sido yo quien había roto toda comunicación con él, cambiando incluso mi número de teléfono y la clave de mi casa. Una tarde lo vi entrar a un restaurante, después de unas horas salió con lágrimas en el rostro al lado de Mina, quién lo despidió con una mano para luego marcharse. 

A veces me pregunto, ¿realmente hubiera funcionado para ambos? Quizá. 

K, era dócil y delicado, pero pocas personas podrían llegar realmente a entenderlo. K, era hermoso y amable a su manera un poco tosca, una extraña combinación. Pero entendía porque en ocasiones lo era y porque con el paso de los años se había vuelto más bien silencioso y algo precavido. Verlo dolía demasiado, pero estoy seguro que no hacerlo sería aún peor para mí. 

Me odiaba por haberle dicho que quería alejarme e irme y no haberlo escuchado cuando me dijo la verdad de su vida. Tan tonto. Tan estúpido al perder a la única persona con la que de verdad deseaba estar luego de Hye. 

Ya no me importaba si era un hombre igual que yo o si se había prostituido toda su vida solo para estar bien y ayudar a sus padres. Realmente poco me importaba su pasado, aunque siempre dolía saber todo lo que había tenido que pasar y seguía pasando siendo tan joven y ahora estaba solo por mi culpa.

Era tan egoísta pensando solo en mí, pensando en querer saber su nombre, su edad, a qué se dedicaba, de sus padres... Todo. 

K (BL +18)  [COMPLETA] ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora