Epílogo.

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Un año después. Enero, 31.

París, Francia.

—¿Hace cuánto pusiste el café en la estufa? —habló por lo alto para que Louis pudiese escucharlo.

—Como seis minutos, más o menos.

—Bien —Harry continuó paseando sus ojos por el periódico entre sus manos, sintiendo el frío del clima justo en sus mejillas. Se encontraba fuera, en el balcón de su habitación en el hotel donde él y Louis se hospedaron, sentado frente a la pequeña mesa al centro, desde donde podía obtener una increíble vista de la ciudad y la belleza de la Torre Eiffel.

—Amor —Louis salió junto a él, vistiendo una chamarra gruesa y seguramente muy cálida, entrecerrando los ojos al sentir el impacto de la brisa fresca en su rostro—, ¿estás seguro de que estás bien aquí afuera? Se siente más el frío si no te mantienes en movimiento. Podemos salir a caminar, es nuestro último día aquí, o simplemente quedarnos dentro bebiendo cosas calientes todo el día y ver películas o... —calló unos segundos, causando que Harry alzara la vista en busca de saber por qué no continuó hablando.

—¿Qué? —inquirió Harry entre una risilla al ver el ceño fruncido que Louis formó.

—¿Qué haces con un periódico estando en Francia? Justo donde se habla francés, ¿cómo carajo estás leyendo eso?

—Bebé —Harry negó, sonriendo levemente y mostrándole el papel extendido en sus manos—, claramente no lo estoy leyendo porque no entiendo una mierda, ¡pero tiene imágenes!, no sólo texto.

—Claro, sí —tomó la silla que estaba al otro lado de la mesita para llevarla al lado de Harry y sentarse junto a él—. ¿Qué te dicen las imágenes, entonces?

—No puedo descifrarlo muy bien, pero al parecer hubo un feo accidente hace unos días en alguna carretera o avenida.

—¿Daños graves?

—Muy graves.

Louis se acercó más a él, colocando su mejilla sobre el hombro de Harry, quien sonrió al sentirlo y frotó su propia mejilla contra el suave cabello del contrario.

Se mantuvieron así durante un rato, con Harry pasando de página en página mientras ambos analizaban las imágenes que se les presentaban.

Cuando llegaron a la página final, Harry dobló el periódico para inclinarse apenas un poco y dejarlo sobre la mesa al frente, regresando de inmediato a Louis, envolviendo sus brazos en su cuello y atrayéndolo hacia su cuerpo para atrapar sus labios en un suave beso.

Sonrieron levemente, con sus labios todavía rozando juntos.

—Gracias por este maravilloso viaje —susurró Harry, mirándolo a los ojos, muy de cerca.

—¿Disfrutaste?

—Muchísimo —asintió, llevando su vista a los labios ajenos, sin poder resistir un segundo más antes de volver a besarlo con ligereza y amor.

Louis jamás se olvidó de esa vez en la que Harry le contó acerca de la luna de miel de su hermana en ese lugar, mencionándole que ellos serían los siguientes en visitar, aunque no en casarse... o algo así.

Por ello, el ojiazul decidió darle esto como un regalo de cumpleaños, pues Harry estaría cumpliendo veinticinco dentro de unas cuantas horas.

Su primer viaje juntos fue hace ya unos meses, ese viaje a Italia que Harry había ganado en Shining Stars, aunque Louis debió pagar lo propio por su cuenta para poder acompañarlo.

Todo ese tiempo juntos, las cosas habían ido marchando increíblemente bien entre ambos. Louis había lanzado ya el álbum completo un par de meses atrás y estaría yéndose de gira dentro de unos pocos otros más.

Wet Dream || (LS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora