III

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-Espero que haya disfrutado su estadía, vuelva pronto-dijo Yves que estaba recostada en el mostrador. Media dormida. 

-¡Váyanse a la mierda!-gritó Jungeun al salir del hotel. 

Con la misma ropa, soledad y hambre con cual entró, salió del hotel con un enojo por tratar de matarla en la piscina. Pensaba que fue Yves, pero cuando le gritó esta solo rio para luego irse de su vista con tranquilidad, haciendo enojar mas a Jungeun. 

Aun era de día por lo que se dedicaría a buscar otro lugar para quedarse. No podía volver a casa, aun no. Aunque un pequeño problema la hizo pensar en volver.

No tenia dinero. Lo poco que le quedaba se lo gastó en un almuerzo en el McDonald.

Sin saber que mas hacer caminó hacia su casa. Una de dos pisos, de color crema y con un patio con un pasto que estaba empezando a descuidarse. Era solo una casa mas dentro de un barrio lleno de casas iguales y por primera vez eso le molestó.

Entró por la puerta trasera como un ladrón pero sin romper nada. Sabia perfectamente que esa puerta estaría abierta. El lugar estaba en silenció por lo que pensó que no había nadie en casa, eso la tranquilizó.

Abrió el refrigerador y como si no hubiese comido nada en mucho tiempo, agarró todo lo que podía comer. Un poco de yogurt, otro poco de pan y mucho helado.

-maldita sea-tiró el helado sobre la mesa.

Sentía que todo lo que comía era asqueroso. Todo era una mierda al lado del grandioso desayuno del hotel ¿Qué le droga pusieron? El yogurt era demasiado desabrido, el pan estaba seco, el helado tenia el mismo sabor pero de todas formas sentía que no era de su agrado. La hamburguesa del McDonald sabia a podrido.

Dejó ese problema de lado y subió las escaleras para entrar a la habitación de sus padres. Revisó cada cajón y cada bolsillo de la ropa que encontraba. Solo encontró tres billetes no tan valiosos, eso no le daría un buen lugar para dormir.

Caminó a su habitación, estaba exactamente igual que ayer en la mañana. Se la quedó mirando por unos minutos, pensando en donde podría tener dinero pero recordó otras cosas.

Las billeteras.

Bajó casi corriendo de las escaleras hasta la sala de estar de la casa y no tardó en encontrar lo que buscaba. Se agachó para así sacarle la billetera al bolsillo trasero del pantalón de su padre. Miró su contenido y sonrió, ahí si había dinero útil. Sacó todos los billetes y una tarjeta.

Luego fue al comedor, donde se encontraba su madre sentada con la cabeza hacia atrás. Con cuidado introdujo su mano en el bolsillo del pantalón para buscar su billetera pero no lo encontró. Lo dejó pasar, sabia que su madre dejaba la billetera en el auto y no iba a gastar su tiempo en buscarlo.

Y como si nunca hubiese entrado, salió por la puerta trasera con esta vez no volver a entrar, ya no necesitaba otra cosa de ese lugar ni el lugar lo iba a necesitar.

Al ver que se estaba oscureciendo caminó hacia el centro de la ciudad en busca de un hotel barato para pasar la noche.

Encontró uno un tanto desgastado por fuera, pero no tanto como Mondhotel. Las letras del nombre estaban escritas sobre la puerta de entrada pero ni siquiera los noto. Entró con facilidad y lo primero que vio fue gente discutiendo con el recepcionista que parecía asustado del cliente.

Se quedó mirándolo, esperando que se desocupara. El cliente se preparó para golpear al pobre chico pero los mismos acompañantes del hombre lo detuvieron, sacándolo del lugar.

-la habitación menos costosa, por favor-

-son 15.000 wons, señorita—

"El triple que el otro"

Mondhotel [Loona| Artms| Loossemble]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora