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-¿Esta viva?-

-esta respirando-

-yo también respiro ¿Cómo sabremos si esta viva?-

-¿Matándola?-

Jungeun se levantó de golpe, con la respiración acelerada y con todo el cuerpo sudado. Miró a su al rededor, tardó unos minutos en saber donde se encontraba. Al saberlo se sentó mas calmada para luego volver a recostarse. 

-¿Porque hacer tanto calor?-susurró y agarró su celular para mirar la hora 3:33 am. Soltó un gruñido, estaba muy despierta para seguir durmiendo. 

Se pasó la mano por su cabella, estresada. Se levantó de la cama y al ya estar vestida con lo mismo con que llegó, salió de su habitación con la llave en el bolsillo trasero. El piso ya no la mareaba, de hecho ni siquiera se dio cuenta que los colores eran mucho menos intensos. Caminó hacia al ascensor con ganas de ir hacia el bar del lugar. Esperaba que estuviera abierto para así callar su malos pensamientos.

A medida que bajaba del sexto piso escuchaba cada vez mas fuerte una música ochentera y gente hablando. Parecía que hubiera una gran fiesta y eso le dio esperanzas de que el bar estuviese abierto. Se miró en el espejo y se arregló el cabello, no quería que se notara tanto su mal estado entre la gente. 

Cuando las puertas se abrieron la música se detuvo y ya no había ruido de gente. Extrañada salió y caminó donde las señales decían que estaba el bar, justo al fondo del restaurante. Al llegar se encontró con personas, el barman que vestía un traje muy formal, una chica que dormía apoyada en el mesón, abrazando una botella de vodka y otra niña que jugaba con la bombilla de su jugo. Era una escena extrañamente triste. 

-un Martini doble, por favor-dijo al sentarse frente al barman.

Jungeun miraba fijamente como el hombre llenaba la copa. Sentía como su boca comenzaba a salivar, deseosa de beber eso y mucho mas. Sus padres siempre le decían que no debía de beber luego de un pequeño suceso que tuvo pero no podía negar sus deseos de sentir el ardor en su garganta y aquella libertad.

Con el alcohol era la chica que quería ser.

Cuando terminó de servirle el trago, el hombre le acercó la copa y Jungeun se quedó mirando su propio reflejo en el liquido para así encontrándose con su tristeza y cansancio. ¿Cuándo fue la ultima vez que durmió bien? ¿Cuándo fue la ultima vez que rio con alguien? ¿Cuándo fue la ultima vez que se sintió bien? ¿Cuándo fue la ultima vez que bebió? Recordaba perfectamente ese día. 

No era una alcohólica que debía de estar sobria para no repetir un momento. Ella era una adulta joven común que salía a beber con sus amigos, iba a fiestas y se divertía lo suficiente para tener una horrible resaca el día siguiente o así era hasta un año atrás. Sus padres le prohibían beber. 

-Aunque no lo bebas, igual lo tendrás que pagar-escuchó a la niña hablar. 

-No estoy de ánimos para hablar con niños-dijo sin apartar la mirada del liquido.

-Yo solo avisaba-murmulló para luego beber de su juguito. 

Jungeun se bebió de tres tragos todo el contenido. Su tragar fue lento para así disfrutar como aquel veneno quemaba su garganta para luego sentir su pecho mas cálido. Disfrutó cada trago y al terminar pidió otro y otro hasta que pidió algo mas fuerte. Estaba comenzando a sentirse cada vez mejor, como si el liquido fuese la solución a todos sus temores pero no se sentía tan bien como antes. Sus padres le prohibían beber. 

-¿Es ella tu madre?- dijo con su codo apoyado en el mesón, mirando por primera vez la cara de la inocente niña. 

-dijiste que no estabas de ánimos de hablar con niños-

Mondhotel [Loona| Artms| Loossemble]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora