☁︎ Acto I

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"La historia comienza conmigo...

Para Hyunjin, no había lugar más triste y aterrador que el orfanato.

Cuando este se prendió en llamas ardientes y vio su propia cama siendo devorada por el fuego, sorpresivamente lo que sintió no fue alegría, sino nostalgia. Bien dicen que los humanos son seres de hábitos, y Hyunjin prefería mantenerlo de esa forma. Sólo se sentía así por la costumbre, no porque esa fea habitación con seis camas fuera su hogar.

La señora Min, la cual Hyunjin conocía como una monja reservada, observadora y de aspecto aburrido, fue la que se hizo cargo de los siete huérfanos. Ella les reunió un poco de ropa a cada uno (donaciones de otros niños del orfanato, suponía Hyunjin. No estaba seguro, puesto que nunca se le permitió visitar los otros pabellones, ni siquiera en ese tipo de circunstancias). Para Hwang, esa mujer era una egoísta sin corazón, y tenía miles de historias y testigos que podían confirmarlo.

— Uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis... — Chan se rascó la cabeza confundido mientras observaba a los menores en fila. — Falta alguien.

— No te contaste a ti mismo. — dijo Minho.

— Ay, verdad. — Chan sonrió, sus hoyuelos se marcaron en sus mejillas y se unió al grupo sintiéndose torpe. — Bueno, estamos todos. Esperen aquí. Voy a avisarle a la señora Min.

Chan se fue de la pequeña habitación donde habían dormido los siete juntos durante una semana entera. Hyunjin se sentía tan feliz por irse de allí. No es que no le gustara pasar tiempo con sus amigos, pero ahí habían sólo dos camas angostas. Al dormir por las noches se sintió prácticamente asfixiado en un tan reducido espacio. Recordar los olores sospechosos que a veces llegaron a sus fosas nasales le causaba arcadas.

— ¿A dónde vamos a ir? — preguntó el menor de los siete: Jeongin. Tenía tan sólo seis años.

Jisung lo cargó y le sonrió con afecto. Tras acomodar su cabello le dijo:

— ¿Te acuerdas del cuento de La Mansión de los Deseos, Innie? — el pequeño asintió con esos lindos ojitos brillosos bien atentos. — Existe de verdad. Está en medio del bosque y sólo la señora Min sabe cómo llegar. Ése será nuestro nuevo hogar hasta que reconstruyan nuestro pabellón.

— ¿Y en ese lugar se cumplen tus deseos como en el cuento?

— No. — intervino Minho, justo en el momento que Jisung iba a dar una respuesta afirmativa. — Lo llamaron La Mansión de los Deseos porque ahí vivía un hombre millonario que donaba dinero a nuestro orfanato, y lo ha hecho por mucho mucho tiempo, así que los niños empezaron a decir que cumplía los deseos. Además, para navidad los niños iban a la mansión y les entregaban su regalo deseado si se habían comportado bien todo el año.

Jeongin quiso ir a los brazos de su hermano, así que Jisung se lo entregó a regañadientes, mientras Minho sonreía victorioso.

— ¿Vamos a conocer a ese señor? — preguntó Jeongin entusiasmado con la idea. Se imaginaba llegando a esa enorme mansión y siendo recibido con una taza de chocolate caliente, una manta, una cálida chimenea con fuego controlado y muchos juguetes por todas partes. — ¿Es como Santa Claus?

— No, Innie. Te dije que solía vivir ahí, pero ahora está muerto.

Jisung golpeó el hombro de Minho y este lo miró con el ceño fruncido.

— ¿Por qué eres tan poco cuidadoso al hablar? Sólo tiene seis años.

— Tú tienes dieciséis y te ves más alterado que él. Además, ¿qué tiene de malo hablar de la muerte? Todos vamos a morir en cualquier momento.

La Mansión de los Deseos: 𝘎𝘭𝘰𝘣𝘰𝘴 | HYUNMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora