☁︎ Acto VI

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Una ráfaga de viento empujó la cortina de la ventana abierta de la habitación. Hyunjin abrió sus ojos con lentitud y se dió con la sorpresa de que Seungmin se encontraba echado a su lado, tenía su rostro justo frente al suyo, con los ojos cerrados, su respiración lenta, se veía cómodo y relajado. Era muy lindo.

— Seungmin... — había dudado si debía despertarlo o no, pero al final decidió hacerlo puesto que ya era de noche. — Oye...

— Papá... — balbuceó el castaño entre sueños. Su voz destilaba tristeza, como la de un cachorro llorando. — Papá no te mueras... No me dejes... Por favor...

Hyunjin se quedó callado y quieto en su lugar. ¿Qué se suponía que debía hacer ante tal situación? Cuando él perdió a sus padres ninguna persona supo consolarlo, y a pesar de conocer el dolor, ni siquiera él sabía qué podía decir para hacer sentir mejor a alguien que pasaba por esa situación. El dolor de una pérdida tan importante bloquea el amor externo que desea llenar el vacío del alma repleta de heridas.

— Ey, Seungmin...— acarició su brazo de arriba hacia abajo y pasó saliva. — Creo que ya debemos bajar al comedor.

Seungmin se despertó gradualmente por los movimientos provocados por Hyunjin. En cuanto tuvo plena conciencia de lo que estaba pasando, se sentó de golpe y acomodó su cabello con sus manos. Al ponerse de pie miró a Hyunjin escéptico, como si no pudiera creer que había dormido con él en la misma cama.

— Vayamos a cenar. — fue lo único que dijo antes de salir de la habitación sonrojado.

En la mesa todos comenzaron a comer como si no hubieran probado un plato de comida desde hace años

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En la mesa todos comenzaron a comer como si no hubieran probado un plato de comida desde hace años. En el caso de Hyunjin, no sintió tanto apetito como los demás. Observó una silla vacía y frunció el ceño confundido, por lo que tuvo que usar su voz para preguntarle a Minho:

— ¿Dónde está Jeongin? ¿Se siente mal o no tiene hambre?

— Oh, vaya, sabes hablar — comentó Minho con aire divertido. — Y no es gracioso jugar con los nombres de los fallecidos, Hwang.

— ¿Qué? ¿Fallecidos? — al principio pensó que era una broma de mal gusto, pero nadie alzó la mirada para apoyarlo. Tenía un mal presentimiento. — ¿De qué hablas? ¿Cómo puedes decir eso?

— ¿Cómo tú puedes usar el nombre de mi hermano para decir tus babosadas?

— Minho... — ¿por qué por un fugaz segundo casi olvida de lo que estaba hablando? Miró de reojo a la señora Kim y notó que ella lo estaba mirando fijamente. Algo malo estaba pasando, algo terrible. — ¿Por qué no dicen nada al respecto? — se dirigió a los demás, los cuales parecieron no entenderlo, incluso se veían algo asustados por su actitud. — Oigan... — era imposible que pasaran por alto la desaparición de Jeongin. Imposible. Cada uno de ellos amaba al pequeño con su vida. Si no reaccionaban pese a eso, significaba que sus intentos serían inútiles. — ¿Cómo pueden... — se levantó de la mesa con destellos de ira e incredulidad en la mirada. Quería golpearlos, hacerles pensar razonablemente, pero a quienes veía no eran sus amigos, parecían maniquíes sin corazón. — No tengo hambre.

La Mansión de los Deseos: 𝘎𝘭𝘰𝘣𝘰𝘴 | HYUNMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora