☁︎ Acto VII

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Su primer día en el orfanato fue el más raro de todos, y quizá los días siguientes continuaron siendo igual de extraños, pero Hyunjin terminó acostumbrándose, así que esos eran los normales.

Se sentó sobre la cama que le habían asignado y observó el resto de las camas en la habitación. Había sido hijo único los quince años de su vida, por lo que era incómodo pensar en compartir un mismo lugar con cinco personas más (en realidad seis, ya que le comentaron que el hermano menor de uno siempre dormía ahí). Suspiró y cerró los ojos resignado ante su nueva vida. Se moría por llegar a los dieciocho años, entonces sería mayor de edad, podría usar el dinero que le habían dejado sus padres (al menos lo que oe había sobrado tras pagar las deudas que lo dejaron en ese lugar) y, lo más importante, podría irse de allí para siempre.

Mientras su cabeza trazaba planes a futuro, escuchó los pasos de alguien acercarse a gran velocidad. Un chico de, aparentemente, su edad, ingresó a la habitación agitado y con una sonrisa en el rostro. Cuando hicieron contacto visual, el recién llegado le hizo la seña de silencio con su dedo índice sobre sus labios y se metió al armario.

- No digas dónde estoy - susurró como una amenaza.

Hyunjin no entendió a qué se refería, hasta que un segundo chico se adentró también y cerró la puerta con seguro.

- ¡Sé que estás aquí! - exclamó con una sonrisa enloquecida. - ¡Dices ser mi amigo y te comes mi postre, Han Jisung! - en cuanto vio a Hyunjin se acercó a él como si fuera una presa fresca y le dijo - Hola, nuevo, soy Minho. Estoy buscando a mi amigo ardilla, ¿lo has visto? Dime dónde está, rápido. - sin embargo, no obtuvo respuesta, sólo un rostro inexpresivo. - Ah, es verdad, la señora Min dijo que no hablabas. ¿Mudo, eh? Te entenderás con Felix, o lo que sea que hagan los mudos.

- No... - Hyunjin se veía más sorprendido por hablar que Minho. - No soy mudo.

- Entonces dime dónde está Jisung. - nuevamente silencio. Minho hizo rodar sus ojos. - Otra vez te apagaste. - se sentó al lado de Hyunjin y se cruzó de brazos. Ahora tenía un semblante más amigable. - Oh, créeme, sé qué es lo que pasa. Todos hemos estado en tu lugar. Un orfanato, ¿no? "¿Por qué tuve que terminar aquí?". Nadie quiso estar aquí en primer lugar, a excepción de Felix. - sonrió y esta vez puso sus manos sobre sus muslos. - Solemos ver el lado negativo de toda esta situación. No te juzgo por no tener ganas de involucrarte. Esta no es una escuela o un internado del que tus padres te pueden recoger, o en el que en algún momento podrás tener vacaciones, y esa sensación es tan horrible y solitaria. - sin querer causó que los ojos de Hyunjin se llenaran de lágrimas, pero Hwang lo ocultaba muy bien teniendo la cabeza gacha y el cabello en la cara. - Aunque claro, sí que se parece en algo a esos lugares... aquí también podrás hacer amigos, hermanos. Todos tienen su historia, todos tenemos algo en común, ¿no crees? Nunca podría presionar a alguien a contar cómo terminó aquí, pero yo puedo decirte que mi hermanito y yo fuimos abandonados por nuestra madre. - Minho tragó saliva e hizo presión con sus labios con tal de aguantar sus propias lágrimas. Ya estaba grande para eso. - Ese día nos dijo que nos llevaría a la feria, creí que sería el mejor día de mi vida. Jeongin tenía un año, así que lo vestí lo mejor que pude... Nos dijo que la esperaramos mientras iba a comprarnos unas manzanas acarameladas; era la primera vez que comería una. Había mucha gente, tenía once años, así que... Me quedé en el mismo lugar hasta la noche, esperando por mamá... No todas las mujeres que traen bebés al mundo deberían llamarse "mamá". - el llanto de Hyunjin se desató y Minho pasó su mano por su espalda con cariño. - Siento mucho tu pérdida. Sea abandono, fallecimiento o rechazo, todos los niños que terminamos acá hemos sufrido una pérdida, y siempre, entre todos, lo vamos a sentir mucho.

De repente Jisung salió de su escondite y fue directamente a abrazar al chico nuevo. Hyunjin se aferró a la cintura de Han con la voz rota y el llanto intensificado. Tras la muerte de sus padres se había quedado en shock, no hubo lágrimas, no hubo reacción, no hubo palabras, no hubo nada... hasta ese momento que su corazón se sintió acompañado, y sin temer al estado de vulnerabilidad, pudo sentir su propio dolor.

La Mansión de los Deseos: 𝘎𝘭𝘰𝘣𝘰𝘴 | HYUNMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora