☁︎ Acto XVIII

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Había perdido la cuenta de las veces que había quedado inconsciente durante su estadía en la Mansión de los Deseos.

En esa ocasión logró escuchar con claridad el sonido de un piano siendo tocado con minucioso detalle, como si lo estuviera tocando un profesional.

— Papá... — soltó entre sorprendido y emocionado, para entonces correr hasta el final del pasillo y empujar aquella puerta dorada. Vió a su padre sentado frente a su piano de cola. Se acercó y se sentó a su lado. — Papá... soy yo, tu hijo Hyunjin.

— La vida y la muerte tuvieron un hijo. — comenzó a hablar su padre sin mirarlo. — Un hijo que nació medio muerto y medio vivo. Siempre has estado aquí y allá. Puedes traer vida y muerte. Puedes morir y... renacer. No eres como nosotros, los globos, que una vez que estallan no pueden volver a la normalidad.

— No entiendo de qué hablas, papá. — murmuró Hyunjin al borde de las lágrimas. — Pero te extraño mucho. La música que me enseñaste me unió al amor de mi vida. Gracias por eso y por todo lo demás.

— Nos diste vida, a tu madre y a mí, gracias...

— Sólo vida, ¿verdad? — de repente llegó un flashback aterrador a su mente y tuvo que tocar su frente cerrando los ojos con fuerza. — Sólo vida...

— Has hecho lo que tenías que hacer. Nadie puede juzgarte por estar bajo el poder del amor, ya que este es más poderoso que la vida y la muerte.

Cuando Hyunjin volvió a abrir sus ojos, vió las alas blancas y extendidas de su padre. ¿Qué significaba eso? ¿Qué quería decirle la mansión? ¿Qué quería decirle su padre? ¿De qué trataba todo lo que estaba pasando?

En el fondo lo sabía, pero le costaba aceptarlo... Le costaba aceptarse.

Se levantó y salió corriendo de esa habitación.  Fue entonces cuando vió a Seungmin al final del pasillo, por lo que fue corriendo hacia sus brazos y se fundió con él con el cuerpo temblando de miedo. Nunca se había sentido tan solo en toda su vida. Y aunque sabía que ese no era su Seungmin, olía a él, se veía como él, se escuchaba como él, y eso era suficiente para que su corazón comenzara a latir acelerado, como si hubiera regresado a la vida.

— Te amo, Kim Seungmin.

— Yo también te amo, Hwang Hyunjin. — le susurró cerca a su oído, por lo que Hyun suspiró aliviado. — Pero no olvides que la muerte dio a luz a la vida.

— ¿Luz?

— Eres vida... No como la que se perdió. Debes vivir.

Tuvo que abrir los ojos cuando sintió sus pies mojados. Miró hacia arriba por inercia y observó en completo desconcierto la boca de un túnel. Seungmin ya no estaba entre sus brazos. Él ya no estaba seco en un pasillo de la mansión. Hyunjin estaba en medio del agua del pozo, hundiéndose cada vez más. Todo a su alrededor era completa oscuridad, no podía respirar, no podía moverse, no podía hacer nada más que esperar morir ahogado y solo.

Llorar estaba de más, pero no podía evitar sentir miedo, lo cual empeoró cuando escuchó la melodía de aquella caja musical. Se le metió dentro de los oídos como agujas que lastimaban su cerebro. Sentía que nunca podría escapar de esa melodía, porque le pertenecía, porque había nacido con ella, era su herencia, era su identidad, era lo que tanto intentaba negar, pero era su naturaleza, era él, y Hyunjin nunca podría escapar de sí mismo.

"Debes aceptarlo... Vas a estar contigo mismo durante toda tu vida"

"No me gusta ser diferente. No quiero ser cruel, no quiero ser malo"

La Mansión de los Deseos: 𝘎𝘭𝘰𝘣𝘰𝘴 | HYUNMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora