Soltó un grito de terror mezclado con frustración cuando la escalera que había tomado se volvió plana y la mansión lo devolvió al piso que había dejado atrás minutos antes.
— ¡¡Basta!! — exclamó Hyunjin sobresaltado. — ¿¡Por qué haces esto!? ¡¡Ya pasaron cuatro días!!
Cuatro días en los que no había dejado de buscar a Seungmin por todas partes. Se encontraba agotado, hambriento y sediendo. Lo extraño era que, a pesar de que no comía ni bebía ni una gota de agua hace días, no sentía como si estuviera a punto de morir. No entendía por qué no lo dejaban encontrar a Seungmin, pero sí tenía la sospecha de que la señora Kim tenía algo que ver. Ella había pedido ese deseo. No podía haber otra explicación.
— Mansión... Yo también tengo un deseo, yo... — cayó de bruces contra el piso y comenzó a llorar de impotencia. — Por favor, déjame verlo... Déjame verlo, te lo suplico. — cuando terminó echado boca abajo en el piso, sintió una molestia en su pecho y recordó que tenía la libreta guardada en ese lugar. Lo sacó de inmediato y lo lanzó a un lado para seguir echado cómodamente, sin embargo, cuando este cayó abierto notó algo extraño. Se incorporó y se sentó con las piernas cruzadas para poder revisarlo mejor. — ¿El pozo de las ofrendas? También conocido como el pozo del camino. — la casa pareció responder con un estruendo. Hyunjin siguió observando aquella imagen. Había visto ese lugar antes y también ese pozo. — Aquellos que no pertenecen a la mansión y desean que se les cumpla un deseo, deben ofrecer una ofrenda y lanzarla como una moneda al pozo. Mientras más grande y complejo sea el deseo, mayor debe ser el ofrecimiento. — leyó en voz alta y pasó saliva. — También se le llama el pozo del camino, porque sirve como conducto al más allá. — pasó unas páginas más. Estaba lleno de información de todo tipo, cuando de repente leyó el nombre de su amado y se detuvo en esa página — Vida por vida, muerte por muerte. La mansión escuchó mis plegarias y me concedió mi deseo. Trajo de vuelta a la vida a mi bebé, después de que le entregué la vida de...— cerró la libreta y sintió su respiración entrecortada. — ¿Qué es este lugar? ¿Cómo terminé en este lugar tan horrible? — su llanto se intensificó y se abrazó a sí mismo por lo solo que se sintió de repente. Pensar en su madre o su padre le daba escalofríos, como si ellos no formaran parte de su realidad; eran como un sueño lejano en el que se le permitió conocer la felicidad para luego añorarla. En ese momento sólo podía pensar en Seungmin, quería que lo salvara nuevamente, que abriera alguna puerta secreta y lo envolviera entre sus brazos. Que le dijera que todo estaría bien y que tenía un plan, que lo iba a proteger de su madre y que no estaba solo en todo eso. Se dió cuenta de que quizás había terminado en ese horrible lugar para poder conocerlo. El mundo exterior tampoco era lindo, porque aunque había muchas personas, seguía sintiéndose solo. Al menos en ese lugar, en alguna parte, estaba Kim Seungmin, su único deseo.
Se puso de pie, guardó la libreta en el bolsillo interno de su chaqueta y volvió a intentar escalar. No iba a rendirse. No iba a renunciar a Kim Seungmin.
Cuando logró llegar, se puso de pie agotado. Miró a su alrededor y notó que realmente estaba en otra zona de la mansión. Escuchó unos ruidos y decidió seguirles el rastro. Todo estaba sospechosamente tranquilo. Los pasillos no cambiaban, no aparecían puertas o escaleras al azar y, sobretodo, no escuchaba el susurro de la mansión. Algo andaba mal.
Llegó hasta una puerta común, pero cuando vió la perilla supo que era de la cocina. Tomó una gran respiración y abrió la puerta lentamente... al otro lado estaba la señora Kim.
— ¡¡Hwang!! — gritó ella al verlo.
Hyunjin abrió los ojos asustado y se impulsó con todo lo que pudo para salir disparado en la dirección contraria. Se encontraba cansado, llevaba un par de días sin comer, y haber encontrado la cocina hubiera sido su salvación, pero ahí estaba otra vez, luchando por su vida.
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La Mansión de los Deseos: 𝘎𝘭𝘰𝘣𝘰𝘴 | HYUNMIN
Fanfiction《Kim Seungmin se ve obligado a aceptar convivir con un grupo de huérfanos adolescentes en su mansión. Hwang Hyunjin pronto descubre que lo que realmente le preocupa al nuevo dueño de la propiedad no es que rompan algún jarrón valioso o dejen desorde...