Capítulo 21.

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De los invitados de último momento, George fue el primero en llegar, Joelle tenía la ligera sospecha de que, con o sin invitación, el chico ya tenía planeado visitarlos. Al igual que Lando, se instaló en la casa como si hubiese estado ahí miles de veces.

Checo llegó el viernes por la tarde, como prometió. Lewis fue el último, llegando el mismo día que el mexicano, pero por la noche.

Max y Joelle llevaron a los niños a sus respectivas habitaciones en brazos, se habían quedado dormidos en uno de los sofás, agotados después de un largo día de juegos.

Cuando regresaron al jardín llevaban cervezas, sin los pequeños presentes, era el turno de los adultos para divertirse.

Max les pasó una a todos, omitiendo a Arthur, quien rápidamente se quejó y exigió una.

—Los niños no beben alcohol. —Justificó el neerlandés.

—Tengo veinte años —repuso el menor.

—La edad para beber aquí es de dieciocho —Joelle tomó una lata y se la arrojó.

—Que irresponsable eres —Max le pasó ambos brazos por los hombros, abrazándola por detrás.

La chica se recargó en su pecho, adaptando una postura relajada.

Max respiró profundamente, el olor a coco y miel inundaron sus sentidos, provenientes del shampoo que solía usar la chica. Aquel aroma tan conocido le proporcionaba la tranquilidad y seguridad que tanto necesitaba.

Sergio y el habían acordado decirles a sus amigos sobre su reciente relación, sería inevitable que no se dieran cuenta y preferían que se enteraran por ellos. Con aquello en mente, Max miró a Sergio.

—¿Ahora es buen momento? —le preguntó al mexicano, quien asintió en respuesta.

Joelle sonrío, hizo un intento por alejarse de Max, ella había pensado que él la soltaría y tomaría a Checo de alguna forma para darles aquella noticia, pero en cambio, el la apretó con más fuerza, como tratando de mantenerse estable, pero sin apartar la mirada de su compañero.

—Estamos saliendo —soltó de pronto el neerlandés.

Ante las miradas interrogativas y de confusión de los presentes, Joelle se soltó del abrazo de su amigo con un fuerte tirón, empujándolo lejos de ella. Checo se llevó una mano a la frente y cerró los ojos con resignación.

—No, nosotros no —se apresuró a decir la chica— ¿eres estúpido o qué pasa contigo?

Lando se rio con carcajadas fuertes, era el único que entendía la situación y el más divertido.

—¿Que? —Max no entendía la reacción de su amiga, ni de los presentes— ¿por qué creerían que me refería a ti?

—¿Quizá por el hecho de que estabas abrazándola de una forma muy íntima cuando dijiste "estamos saliendo"? —Charles lo miraba con los ojos entornados— ¿a quién te referías entonces?

—A Sergio, claro. —dijo aquello como si fuese lo más obvio del mundo.

Esa respuesta sí que descoloco a los pilotos.

Lando paro de reír y miró a Joelle, quien aún parecía molesta por la acción del rubio.

—¿Cómo has podido soportarlo durante un año? —le preguntó limpiándose las lágrimas de los ojos.

—Ni siquiera yo lo sé, pero ahora es problema de Checo.

George se puso de pie de un salto.

—¡Eso estaban haciendo en el baño del bar! —gritó sorprendió— mierda, y yo que me preocupe por Checo.

Mockingbird. [Libro 1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora