Capitulo 65

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La lluvia se intensificó aún más y el estrecho callejón se volvía más intrincado a medida que la niebla se colaba, haciéndome sentir como si estuviera en un laberinto. A pesar de que mi velocidad de natación superaba con creces a la de la gente común, aun así, casi perdí de vista la embarcación después de viajar unos metros en el agua. Al ver por el rabillo del ojo que la figura, quien sospechaba que era Agares, se alejaba cada vez más, mi corazón ardió ansiosamente.

—Agares, ¡Agares, sé que eres tú, detente! —grité con desesperación.
Grité hasta que mi voz se volvió ronca, pero la sombra en la distancia no disminuyó ni un poco la velocidad, desvaneciéndose en la niebla.

Confiando en mi memoria visual, perseguí a la figura que se desvanecía, solo para detenerme ante una entrada de un canal subterráneo en penumbra. Simplemente vi una góndola vacía flotando en el agua, todavía balanceándose de un lado a otro debido a la física del agua sin ningún signo de aquella figura. Fue como un fantasma, yendo y viniendo sin dejar rastro.
A propósito, lo que me obstruyó el camino, impidiendo que me adentrara más, fue una compuerta metálica. El interior era oscuro y aislado, y aunque había un desvío a la izquierda en el fondo, no sabía a dónde conducía. No solo eso, se podían ver fácilmente atisbos de estructuras en relieve delineando las paredes secas del túnel. Este era probablemente un antiguo sitio turístico que fue abandonado y cerrado por alguna razón. Noté que el espacio entre las barras de hierro era muy estrecho, me acerqué y traté de pasar con un giro de mi cuerpo, pero me resultó imposible.

Mi tipo de cuerpo era de complexión media y delgada que no tenía mucha masa muscular. Entrar hubiera sido aún más imposible para Agares, con su cuerpo robusto, y mucho menos mientras arrastraba esa gruesa y larga cola suya. Incluso si se hubiera humanizado de alguna manera, no podría apretarse en una entrada tan estrecha. Entonces, ¿cómo desapareció de repente de aquí? ¿Se sumergió en el agua? Desconcertado, nadé en círculos. El agua aquí era perfecta para la altura de un humano, las alcantarillas muy angostas. Entonces, ¿dónde podría esconderse?

¿Podría ser realmente mi imaginación?
No pude evitar volver a dudar de mis ojos. Miré los alrededores, luego al abismo del canal subterráneo. Giré mi cuerpo para sentarme en la góndola, mis manos descansando en el borde húmedo de la embarcación. No pude evitar tocar la áspera capa de pintura que se estaba despegando, que se sentía como esa áspera, flexible y fuerte cola de pez que se me había escurrido de las manos.

Las gotas de lluvia se vertían sobre mi cuerpo y el frío mordisqueaba todo mi ser. Fue solo entonces que de repente sentí un escalofrío, tanto escalofrío que incluso mi corazón se convirtió en un bloque de hielo. Sabía que lo mejor era irme de este lugar, pero una voz débil en mi corazón refutó: ¡No, está aquí, está aquí mirándote directamente!
Cerré los ojos y usé la mejor habilidad de mi nariz para olfatear el aire, pero aparte del petricor húmedo, nada más atrapó. Sin el olor familiar, concluí que tal vez esta sea la pequeña esperanza que no quiero soltar, tanto que inclusive quería engañarme a mí mismo. Si Agares realmente hubiera regresado de Atlantis, ¿por qué no apareció antes? Obviamente nunca regresó y quizá abandonó por completo mi búsqueda.

No debería sorprenderme, ya que fui yo quien decidió abandonarlo. Sin duda alguna, desde el fondo de mi corazón, no estaba dispuesto a convertirme en un tritón e irme a otro mundo.
La conexión entre él y yo debería haberse cortado en ese momento, maldita sea. Entonces, ¿por qué estoy persiguiendo la existencia de la que originalmente quería escapar? Es como aferrarse a un espejismo sin soltarlo nunca... ¡Qué ridículo eres, Desharow!
Agares, ¿estás aquí? ¿Me estas mirando en estos momentos? Si es así, ¿qué debo hacer para que salgas a verme? ¡Diablos!

Usando mi manga para limpiar las gotas de lluvia de mi cara, apreté mi puño con fuerza en tanto lo estrellaba en el casco. Apoyándome en la popa que se levantaba a mis espaldas, me acosté lentamente contra ella, mirando el cielo neblinoso sobre mi cabeza mientras la lluvia caía como cascada. Mis pestañas también se volvieron bastante pesadas y se me pegaron a los párpados. Justo cuando no pude abrir más los ojos, por el rabillo, vislumbré una sombra envuelta en la niebla bajo la lluvia; el bote incluso comenzó a balancearse también.

Las Aventuras De Una Sirena Caliente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora